AnálisisArtículosMarxismo Hoy

Las leyes que rigen el capitalismo

Los grandes burgueses son ladrones

Toda formación económica social que se ha desarrollado en la historia es resultado de la actividad de los hombres, sin embargo las leyes que la rigen escapan a la voluntad individual de los seres humanos que vivimos en ellas.

El capitalismo no es la excepción, éste es resultado de las revoluciones que derrocaron a la clase feudal, su modo de producción y vida social; pero, a su vez, las leyes que rigen el funcionamiento del capitalismo escapan del control de burgueses y de proletarios como individuos.

Sólo las clases oprimidas, con la clase proletaria como dirigente, pueden derrotar a la burguesía y sus aliados para transformar radicalmente el capitalismo y sus leyes.

Por esta razón afirmamos que no existen grandes burgueses o grandes empresarios amigos de la clase trabajadora, grandes burgueses humanistas, así paguen todos los impuestos que su Estado les exige pagar para mantener su dominación. Pues todos ellos se rigen por leyes que escapan de su voluntad y se les imponen como obligatorias, he aquí algunas de éstas:

“(…) el fin inmediato de la producción es producir cuanto más plusvalor posible y el valor de cambio del producto deviene el objeto decisivo.”

“La productividad del trabajo significa el máximo de productos con el mínimo de trabajo, dicho de otra forma mercancías al mejor precio posible.”

“(…) las necesidades no determinan el nivel de producción, sino por el contrario, la masa de productos es fijada por el nivel siempre creciente, prescrito por el modo de producción.  Ahora bien, el fin de éste es que cada producto contenga el máximo de trabajo no pagado posible, lo cual no puede realizarse más que produciendo para la producción.” Karl Marx.

Estas leyes explican el aumento de la riqueza de los hombres más ricos de México y las razones por las cuales la voluntad del jefe del ejecutivo no basta para reparar la gran desigualdad que existe entre estos grandes burgueses y el pueblo más empobrecido y explotado.

Explicamos, quien determina la cantidad de la producción y qué se produce en las grandes empresas de estos burgueses no son las necesidades sociales, el fin que determina la producción de estas empresas “es producir cuanto más plusvalor posible”, es “producir mercancías con el máximo de trabajo no pagado posible”.

¿Qué importa lo que el pueblo necesita? ¿Qué importa si en estos últimos años creció el número de pobres en el país según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, institución de gobierno? ¿Qué importa si según esta institución la pobreza aumentó entre el 2018 y 2020 a 55.7 millones de personas y la precariedad extrema a 10.8 millones?

La producción de los grandes burgueses no está encaminada a combatir la pobreza por medio de la tan presumida creación de empleos directos o indirectos, la producción de los grandes burgueses tiene por objetivo robarle al trabajador una proporción mayor del trabajo que emplea para producir las mercancías que los burgueses se roban y venden posteriormente.

El origen, la fuente de la riqueza de los grandes burgueses es el trabajo no pagado a sus miles de trabajadores y ese robo es legal y es moral, porque ellos son los dueños de los grandes medios de producción, medios que robaron al amparo de los gobiernos neoliberales.

¿De qué sirve entonces condenar a Carlos Salinas de Gortari como el padre de la desigualdad moderna si no se condena a quienes siguen perpetuando esa desigualdad?

Si Carlos Slim, Germán Larrea, Alberto Bailleres y Ricardo Salinas Pliego, fuesen buenos empresarios, devolverían los medios de producción al pueblo mexicano, renunciarían a sus minas, a sus bancos, a sus empresas de comunicación, a sus tiendas y a todas las grandes propiedades que tienen legalmente gracias al robo de lo producido por el trabajo no pagado a sus cientos de miles de trabajadores.

Así pues los 55,930 millones de dólares que tiene Carlos Slim como su riqueza o los 27,110, que le contabilizan a Germán Larrea, dueño de Grupo México, tienen como origen los millones de pobres y miserables que vivimos en México y en otros países donde explotan a sus habitantes.

¿Puede terminarse con el neoliberalismo de raíz sin modificar el modo de producción capitalista?

No, esto es imposible, pues como ya explicamos, modificar las leyes que rigen de manera implacable a este modo de producción no pueden ser cambiadas por la buena voluntad de una persona o un grupo reducido de personas.

Sin embargo, esto no quiere decir que incluso dentro del capitalismo y sin escapar de sus garras las condiciones de algunos trabajadores puedan mejorar, o que, como ya lo hemos visto, pueda incluso subir el salario mínimo, lo cual significa que los grandes burgueses roban un poco menos al trabajador en su jornada de trabajo.

Si esto es posible no se debe a la buena voluntad de los grandes burgueses y el gobierno que también los representa, se debe a la lucha de los trabajadores por recuperar mejores condiciones de vida, por lo menos de manera inmediata.

Sólo será la acción colectiva de la clase proletaria, de las clases oprimidas por la gran burguesía monopolista transnacional, la que pueda romper las cadenas de las leyes que mantienen la producción capitalista, pero únicamente bajo la condición de que exista una conciencia clara de que este medio de producción debe ser reemplazado por otro que no tenga como objetivo el robo y la producción por la producción, sino por otro en el cual la producción esté determinada por las grandes necesidades sociales. No puede existir lucha consecuente contra el neoliberalismo sin luchar contra el capitalismo, así como tampoco puede existir lucha consecuente contra el neoliberalismo y el capitalismo sin luchar por la democracia popular y el socialismo.

¡Arranquemos el neoliberalismo
de raíz, construyamos
la democracia popular
y el socialismo
!

Contacto:

olep.contacto@gmail.com

fragua.olep@gmail.com

Facebook: olep.fragua

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

twelve − 9 =