El medallero olímpico: Socialismo vs Capitalismo
El pasado 11 de agosto del 2024 se dieron por concluidos los XXXIII juegos olímpicos, la principal fiesta del deporte moderno cuyo lema: “más rápido, más alto y más fuerte”, nos hizo vibrar una vez más. Durante dos semanas, el sueño olímpico, nos envuelve y gracias al deporte pareciera que los hombres en verdad, nos hacemos hermanos. Sin embargo ¿no será esto sólo un espejismo? ¿Será el deporte en general y las olimpiadas en particular, un evento inocente sin ningún otro fin que la convivencia pacífica entre naciones? ¿Es el deporte un terreno neutral? La respuesta corta es no, pero analicemos el asunto y aclaremos la cuestión. Primero, el deporte como cualquier otra actividad humana, no puede ser separada de su contexto económico, político y social, por lo tanto el deporte moderno, no puede ser sino el reflejo de aquello que vivimos y nos rodea constantemente: la injusticia y tiranía de un sistema que nos esclaviza y oprime. El cuerpo en este caso el de los atletas, dentro del deporte no tiene otro objeto que el de ser otra mercancía, sus logros se miden en medallas y récords, pero también en ventas de productos, en marcas que los patrocinan, en masas que movilizan.
El atleta es un héroe, un modelo, un ejemplo moral para las clases más bajas, porque muchas veces proviene de ese lugar y el burgués lo promueve como la prueba palpable de que si te esfuerzas, sí se puede y entonces el capitalismo funciona, quién no consigue el éxito no es porque el poderoso no lo permita, es porque tú como persona no sirves. El imperialismo norteamericano, no es ajeno a la fiesta olímpica y es de hecho uno de sus grandes promotores, porque donde hay negocio y grandes ganancias, Estados Unidos es el principal invitado, basta con escuchar a los comentaristas deportivos sin distinción de televisoras (Clarosports, Televisa, TV azteca), hablar con gran vehemencia sobre sus grandes atletas, y verlos llorar de emoción cada que un yanqui gana una medalla, como si ellos mismos fueran gringos, y como si ellos mismos fueran los beneficiarios de tales proezas, confusión total de nacionalidad y clase social a la que pertenecen. Y, si bien es cierto, los norteamericanos lograron ponerse a la cabeza del medallero con 40 preseas doradas, esta victoria no fue aplastante ni contundente, pues China también ganó 40 medallas de oro, la diferencia estuvo en los otros metales.
En la historia del olimpismo se tiende a sobrevalorar las actuaciones norteamericanas, y siempre se llevan las palmas sus atletas, como en estos juegos olímpicos donde se ensalzó a la gimnasta Simone Biles, a quien definitivamente admiramos, pero ¿acaso no hay otros atletas con igual mérito y esfuerzo? ¿Por qué no se habla del récord que acaba de romper el cubano Maíjin López, quién es el primer atleta en conseguir cinco medallas de oro en cinco juegos olímpicos consecutivos?, ¿por qué no se habla del injusto trato a Rusia y su delegación que no pudo participar como país, sino sólo de forma individual y sin poder escuchar su himno nacional en el podio? Bueno, la respuesta, no es tan complicada, esto es porque los juegos olímpicos y el deporte en general, son una parte importante del aparato cultural que reproduce, perpetúa y refleja fielmente las relaciones económicas y políticas del sistema capitalista. Así el imperialismo norteamericano y su supuesta supremacía moral, se ve reforzado con su supuesta supremacía deportiva.
También es importante señalar, que los juegos olímpicos se otorgan sólo a quién puede pagarlos y aunque la publicidad y ganancias son para la clase burguesa, el gasto e inversión pasan factura al pueblo, quien con sus impuestos los subroga, razón por la cual no es extraño ver estallidos sociales antes de la celebración de los juegos como ocurrió este año en Francia, o en México 68. La fraternidad, la igualdad y la justicia son palabras vacías.
Sin embargo, el que estos eventos tengan un matiz político puede actuar a nuestro favor una vez que revelamos su carácter clasista, es posible llevarlos al terreno de la lucha de clases, debemos saber que el deporte puede ser una herramienta de organización. Ya desde finales del siglo XIX en Alemania, los obreros se organizaban en asociaciones de natación, gimnasia y ajedrez en contraposición a las federaciones y clubs burgueses, pero no es hasta que se instaura la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (urss) que el deporte adquiere un lugar preponderante como impulsor no sólo de la salud proletaria, sino también de su organización política. Uno de los primeros pasos del gobierno soviético, fue proclamar al deporte como un derecho fundamental y se comprometió a proporcionar todas las herramientas necesarias, para ponerlo al alcance de todos, así en las fábricas, las granjas y las escuelas el deporte era obligatorio. Esto, por un lado, responde a la conservación de la salud del individuo, pero, por otro lado, responde a la necesidad de crear instrumentos de socialización entre la población rusa, hacerlos trabajar en equipo, no solo para las necesidades cotidianas de la vida, sino también de hacer crecer la conciencia de clase y sobre todo tener la posibilidad de luchar contra los burgueses u otras naciones que quisieran derrocar al gobierno socialista.
Cuerpo sano y mente sana, conciencia de clase, trabajo en equipo, esas son las banderas del deporte socialista y si bien la urss ya no existe más, China conserva hoy en día este espíritu combativo en el deporte, sus programas si bien buscan el alto rendimiento, también pretende ser un elemento transformador de la sociedad para alcanzar la plenitud y la felicidad personal y social. Un caso paradigmático es el caso de la ganadora de la medalla de plata en barras asimétricas de la gimnasia femenil, quién con solo 18 años llenó de entusiasmo a su país y quién al regresar a su hogar, se ha vuelto a integrar al negocio familiar, sin otro afán que el de contribuir a su comunidad.
China, Cuba, Corea del Norte son naciones que dan la cara por el socialismo y en este sentido sí buscan en su participación olímpica, hacer frente al Imperialismo norteamericano. Ya en 1952 la urss lo entendió perfectamente y en un principio se negó a participar en los primeros juegos olímpicos por considerarlos burgueses e incluso en esos años de boicot, realizó su propio certamen deportivo llamado espartaqueadas, que no sólo incluía competencias deportivas entre los obreros, sino también espectáculos culturales. No obstante, decidida a extender su lucha política más allá de sus fronteras, en Helsinki decidió participar en los juegos olímpicos y demostrar al mundo que es posible otro tipo de deporte, uno incluyente y combativo, uno al alcance tuyo y mío. En 1952 la URSS logró quedarse con el primer lugar del medallero y durante sus nueve participaciones logró obtener 1010 medallas, pero esto es algo que los grandes medios de comunicación callan, porque no les conviene hacernos saber que el deporte puede convertirse en una trinchera de lucha para el proletariado. Te invitamos a organizarte, hacer deporte y unirte a nosotros en la lucha por el socialismo.
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