Alemania y su complicidad genocida
Berlín, 12 de abril: más de 2000 policías irrumpen en el recinto, en el cual había menos de mil personas, arrestan a varias algunas de las cuales son judías y anuncian la disolución del evento, cuya locación se había mantenido en secreto hasta pocas horas antes del mismo. A la vez cortan el suministro eléctrico del lugar bajo el pretexto de que la reunión es demasiado peligrosa. ¿Se trata de las SS, la siniestra policía de los nazis, y corren los años 30?
No, hablamos de hechos sucedidos en pleno 2024, y el evento en cuestión es el llamado Congreso Palestino, a celebrarse en Berlín del 12 al 14 de abril, en donde activistas palestinos, judíos, alemanes e internacionales se organizaron para denunciar públicamente al gobierno alemán de apoyar y sostener el genocidio en Gaza.
En el programa además se incluían discusiones y seminarios en donde se abordarían temas como el feminismo y la historia palestina, todo en el marco de la denuncia al genocidio que está llevando a cabo el Estado sionista de Israel – con la complicidad y el beneplácito de Occidente- en los territorios palestinos, de manera más intensa desde el 7 de octubre del 2023 en la franja de Gaza.
Además de la disolución del evento, se le denegó la entrada a varios de los ponentes, incluido el médico palestino-británico y rector de la Universidad de Glasgow Ghassan Abu Sitta, quien fue detenido en el aeropuerto de Berlín, y quien iba a rendir testimonio sobre lo que vio mientras trabajó con los Médicos Sin Fronteras en el hospital Al-Shifa en la Franja de Gaza, destruido por completo por las bombas de Israel.
También el economista griego Yanis Varoufakis, así como la relatora de la ONU sobre los territorios palestinos ocupados, Francesca Albanese. La ministra federal del Interior de Alemania elogió el despliegue de la policía «Es justo y necesario que la policía de Berlín reprima el llamado Congreso Palestino. No toleramos la propaganda islamista ni el odio contra los judíos», declaraba.
¿Por qué sucede esto? ¿Qué lleva a que incluso la supuesta izquierda se pronuncie tajantemente en contra de las críticas a Israel? En Alemania se habla de un “excepcionalismo histórico” según el cual el Estado alemán le debe lealtad absoluta al Estado de Israel, debido a la deuda histórica de los alemanes con el pueblo judío ocasionada por el Holocausto.
Ya sabemos que el sionismo y el Estado de Israel no son sinónimos de judaísmo, y que condenar graves violaciones de derechos humanos, como los son un régimen de Apartheid y ¡un genocidio! no tienen nada que ver con antisemitismo. Sin embargo, la cantaleta es y sigue siendo la misma, que si Hamas debe recibir un castigo, que si el derecho del Estado de Israel a defender su seguridad e incluso su existencia.
Pero lo que para cualquier ser humano con dos dedos de frente resulta obvio, que el judaísmo y el Estado de Israel son dos cosas distintas, y que genocidio es genocidio, en Alemania parece ser difícil de entender, como si se llevaran puestas unas gafas sucias que tampoco se quieren limpiar.
Por eso en edificios de ayuntamiento de diversas ciudades alemanas ondea la bandera de Israel. Por eso se le requiere a las personas que solicitan la ciudadanía alemana que firmen un documento en el cual reconozcan el derecho del estado de Israel a existir. Por eso, quien escribe estas líneas sufrió un ataque verbal que amenazaba con convertirse en un ataque físico en el metro de Berlín, por llevar puesto un uniforme de fútbol de la selección de Palestina.
Por eso en Alemania, país libre y democrático donde supuestamente se puede ejercer la libertad de expresión, y donde incluso se permiten eventos de corte fascista con protección policial incluida, queda prohibido utilizar el lema From the river to the sea, Palestine will be free, “Desde el río hasta el mar, Palestina será libre”, o mencionar en protestas la palabra “genocidio”.
A quienes se solidarizan con el pueblo palestino, o portan banderas se les puede arrestar bajo cargos de supuesto antisemitismo, así como aquellas personas que organicen protestas “ilegales”, es decir, sin aviso previo y permiso de la policía. Ni hablar de los miles de estudiantes, en Alemania y otras partes, que han recibido castigos por protestar en sus universidades en contra del genocidio. En Berlín se plantea la reinstauración de la exmatriculación universitaria como medida de criminalización de la protesta estudiantil.
Todo esto a pesar de que Alemania es el segundo país que más armas envía a Israel, armas que despedazan a niños palestinos y que son subvencionadas por el Estado alemán. A pesar de que el apoyo diplomático de Alemania (y el resto de la Unión Europea) permite que el Estado sionista de Israel pueda utilizar el hambre como arma de guerra para lograr su limpieza étnica.
Ahora, además, vemos cómo no se le pone un alto a la próxima fase del plan de Israel, la invasión del Líbano, utilizando el mismo pretexto: Israel en Gaza se tiene que defender de la militancia de Hamas y ahora en el Líbano de la militancia de Hezbollah.
Más de 75 años de evidencias de crímenes cometidos por el Estado de Israel y casi un año de un abierto genocidio, con más de 41mil personas asesinadas (aunque según el diario médico The Lancet podrían tratarse de casi 200 mil), dos millones de personas desplazadas y decenas de miles con hambre, heridas o tullidas no cuentan. Ni la destrucción de toda la infraestructura de la franja de Gaza, ni los bombardeos de hospitales y campos de refugiados. Tampoco los abiertos actos terroristas de Israel en contra de la población del Líbano, que han matado y a cientos y herido a miles.
En Alemania todo esto no se toma en cuenta, porque además el discurso se tergiversa de manera perversa: Los extranjeros, sobre todo de origen árabe y turco son antisemitas por definición, sean musulmanes o no, y por si fuera poco están llevando a cabo un plan de sustitución cultural y demográfica para socavar los valores europeos.
Por lo tanto, señoras y señores, el gran problema, dicen los políticos alemanes, cacarean los medios alemanes, es detener esta problemática persiguiendo a los extranjeros, negándoles el asilo, haciéndoles la vida cada vez más difícil a través del recorte de ayudas sociales, o mejor aún, enviar o financiar tropas a África para bloquear el flujo de migrantes desde ese continente. Que la gente ni siquiera pueda llegar al Mediterráneo, sino que se muera en el desierto o termine en prisiones libias o eritreas.
Sembrar discursos de odio es conveniente para fines electorales, aquí vemos el avance cada vez mayor del partido de ultraderecha AfD, Alternativa para Alemania, que obtuvo la gubernatura de un Estado y que por solo 1% perdió la gubernatura de otro. Sin embargo, ningún partido se salva de propagar estos discursos antiinmigrantes, racistas e islamófobos, ahora disfrazados de bandera ondeada contra el antisemitismo.
Decía el escritor Mark Twain que la historia no se repite, pero sí rima. Lo que se ve en el panorama alemán se va pareciendo bastante a lo que sucedía hace ni cien años. Como advertencia, el siguiente mensaje pintado en una pared: “Lo que para nuestros abuelos era el judío, es para nosotros el musulmán.” Sin embargo los discursos de odio no cuestionan las verdaderas causas de los problemas sociales crecientes: El sistema capitalista rapaz que enriquece cada vez más a los burgueses a costa de la clase trabajadora. Recordemos que ya Carlos Marx veía en la Alemania de su época este problema.
Sin embargo hay quienes no se callan y se arriesgan a sufrir el castigo del aparato estatal alemán por alzar la voz y tomar acción. Estudiantes, organizaciones sociales y ciudadanos de a pie siguen en protesta. En los postes de luz se ven calcomanías, en las paredes consignas garabateadas, en las puertas de los baños públicos que denuncian al estado genocida de Israel y claman por la liberación del pueblo palestino. Las calles siguen siendo tomadas para protestar. La decencia no ha desaparecido por completo, las semillas de la justa rebeldía están esparcidas por todos lados.
¡Por Palestina libre!
¡Exigimos que se deje de apoyar al Estado de Israel y su genocidio!
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