El trabajo infantil y los derechos de los niños
La hipocresía del capitalismo
Para ninguno de nosotros es un secreto que el mundo en el que vivimos es injusto y que las y los trabajadores tenemos aún muchas batallas que librar, la más importante, un cambio en el sistema económico, porque este es el origen de todos los ultrajes y ofensas que día a día nos toca vivir y sufrir. Sin embargo, con gran pesar observo que nuestros ojos están puestos en el lugar equivocado, porque pareciera que la solución a todo está en legislar más y mejor, en hacer discursos y leyes vacíos. Le mostraré un ejemplo concreto de lo que le digo y uno bastante doloroso, por cierto: el trabajo infantil.
Como siempre, primero los datos: en México 3 700 000 niños trabajan, de éstos el 92% trabajan en actividades peligrosas como la minería y el trabajo agropecuario. En estas actividades peligrosas, trabajan niños de incluso cinco años, niños que no reciben una remuneración justa, niños que representan el eslabón más débil en la cualquier sociedad. Ahora, si yo le digo que este porcentaje de niños que trabajan son afortunados, porque por lo menos reciben un plato de comida y algo de dinero para su familia ¿qué pensaría? ¿Qué tal vez no estoy pensando bien verdad? Pero esta realidad dolorosa e injusta, es para muchos niños y niñas aún peor, porque existe una muy triste cifra negra respecto a los y las niñas que son víctimas de explotación sexual o trata de personas. ¿Dónde están y cómo viven? No lo sabemos. Muchos de ellos están en Cancún, en Acapulco o las fronteras donde el comercio sexual es una gran industria, hay otros esclavizados en muchas industrias como las tabiqueras o campos de cultivo, otros los ves cara a cara en las esquinas vendiendo dulces o pidiendo limosna. (Aquí, por favor, hay que analizar cada caso con pinzas, muchos niños son traficados, otros sí viven con sus padres, otros son huérfanos, no hay que criminalizar).
Ahora bien, si tú le preguntas a los expertos en el tema te dirán que el trabajo infantil tiene principalmente dos causas: la económica y la cultural.
Algunos niños trabajan para ayudar en su hogar, otros, porque culturalmente es bien visto que los niños aprendan a defenderse en la vida con un oficio o a colaborar en nuestros hogares desde pequeños ayudando en las actividades del mismo o incluso aportando a bienestar colectivo.
Ambas razones, aunque parcialmente ciertas, en realidad no describen las verdaderas causas, por un lado, está el sistema económico capitalista que vivimos: este sistema nos empobrece y exprime y que está representado en la avaricia de los empresarios burgueses asesinos, a los que no les importa lucrar y aumentar sus ganancias a costa de los niños; y por el otro, el Estado que no impide que esta burguesía lucre con la fuerza de trabajo infantil.
Por ejemplo, en la República del Congo se envía a niños incluso de tres años a las minas en busca de diamantes, niños a los que no se les paga, a los que apenas alimentan, niños que tendrán vidas muy cortas, niños gracias a quienes los dueños de Tiffany’s o de Cartier se hacen multimillonarios y a los que nos les importa mancharse las manos de sangre.
Pero como estas verdades se ocultan o los estudiosos las matizan con conceptos muy elaborados, las soluciones que se ofrecen son superficiales y serán siempre insuficientes. Volviendo a la primera parte del texto, la primera solución es siempre legislar. En este caso, la Organización de las Naciones Unidas y México han hecho una declaración de los derechos de las y los niños. En esta declaración que en el caso de México se ha transformado en Ley, se contempla proteger la integridad y vida de los más pequeños. Algunos de los derechos que se supone la ley salvaguarda son los siguientes:
Los y las niñas en México tienen derecho a: la vida, la identidad, a una familia, a la educación, la libertada de expresión y acceso a la información, a la alimentación, a la vivienda, a la atención médica, el derecho a crecer pacíficamente con dignidad, a la tolerancia, la libertad, la igualdad y solidaridad, además el Estado en esta ley se compromete a promocionar y dar seguimiento a las denuncias de aquellos que atenten contra estos derechos.
Y usted dirá, me parece perfecto que en México o el mundo se establezcan leyes, tratados y acuerdos para proteger a los niños. Pero resulta que estas buenas leyes no están acompañadas de mecanismos de inspección y sanción. Entonces, le pregunto ¿de qué sirve legislar si no se pueden aplicar estas buenas acciones?
Bueno sí sirve, estas leyes y acciones sirven para desviar nuestra mirada de las élites burguesas que son las culpables de nuestra vulnerabilidad y pobreza.
¿Cómo podemos asegurarle a un niño una vivienda o educación adecuada sin los medios necesarios? ¿Cómo un padre o madre embrutecidos por un trabajo miserable y sin un sueldo justo o tiempo de descanso pueden asegurar la integridad o felicidad de un niño? Lo primero sería entonces empezar por legislar sobre un horario de trabajo flexible y con las horas adecuadas de descanso, legislar por un salario justo y yo sé que algunos dirán que ya ha aumentado el sueldo mínimo y se está trabajando en reducir la jornada laboral; pero de nuevo faltan los mecanismos para vigilar, sancionar y dar seguimiento a las leyes. ¿Por qué? Bueno, porque los gobiernos están diseñados para dejar huecos muy específicos, para hablar de todo, pero no cambiar nada. Pero, además, para esto están también las academias y sus expertos, para dar diagnósticos y cifras alegres, pero nunca para hablar con la verdad y decir ya basta, no para decir con todas sus letras, este sistema económico está mal y debe cambiar.
Las primeras víctimas de la revolución industrial inglesa fueron los niños, pequeños que eran obligados a ingresar y limpiar las primeras chimeneas de la incipiente industria, miles murieron en las minas, en los muelles, en las primeras ciudades industriales, pequeñas manos que no conocieron el calor de un hogar, ni la incertidumbre de una juventud a la que no pudieron llegar, niños arrancados de las manos de sus madres, niños golpeados, niños con hambre, las primeras voces de alarma se dieron ya hace dos siglos y medio, ¿cuánto más tenemos que esperar?
Es bueno que haya leyes, pero lo mejor sería cambiarlo todo, dejar la simulación y liberarnos de las manos que nos atormentan, por los niños y niñas organízate y lucha por la democracia popular y el socialismo.
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