Dependencia económica y subordinación / Atados al Tratado
En las últimas semanas ante las amenazas e imposiciones arancelarias por parte del Donald Trump el llamado a la unidad nacional se ha levantado desde el gobierno federal y ha sido retomado por diferentes actores políticos y económicos en el país.
Este discurso nacionalista se reafirmó en la celebración del aniversario de la constitución de 1917 el pasado 5 de febrero donde con sentencias firmes se dijo: “México es un país libre, soberano e independiente, no somos colonia de nadie, no protectorado de nadie…cooperación sí subordinación no, colaboración sí sometimiento no, nada de injerencismo ni intervencionismo…”
Sin embargo, es importante analizar bien estas palabras y contrastarlas con la realidad que, aunque no nos guste, muchas veces queda muy distante de esos discursos, por más firmeza que se les imprima. Y no es que seamos pesimistas o antinacionalistas, lo que buscamos es explicar la esencia del fenómeno y la vía para transformar las condiciones materiales en las que nos encontramos.
Empecemos con la pregunta ¿En verdad México es un país libre, soberano e independiente? o ¿dependemos y nos subordinamos a otros países? Económicamente no existe tal soberanía e independencia y lo podemos ver con los datos recién publicados el pasado 27 de enero por el INEGI sobre la balanza comercial de nuestro país.
Primero se nos presentan las exportaciones e importaciones totales del 2024:
- Exportaciones: 617 mil millones de dólares (mmd).
- Importaciones: 625 mmd.
Si comparamos estos dos datos en términos económicos se dice que México tiene un déficit comercial de 8 mmd lo que en otras palabras quiere decir que compramos más de lo que vendemos. ¿Y a quién le compramos y a quién le vendemos? Seguramente usted ya adivinó, efectivamente a los gringos, más del 80% de lo que vendemos y compramos va y viene de EEUU, de hecho en los últimos meses México se ha mantenido como el principal socio comercial de este país.
Eso suena bastante bien para algunos, sin embargo, eso del principal socio comercial equivale más a ser el país donde se hacen buenos negocios, como cuando nos dicen que somos el socio más cumplido de la empresa en la que trabajamos, pero en realidad sólo somos un trabajador explotado más que cumplió con los altos estándares de productividad. Veamos lo que se evidencia con los datos de lo que vendemos y compramos como país.
Exportaciones:
- Manufacturas 89.8%
- Productos petroleros 4.6%
- Bienes agropecuarios 3.8%
- Productos extractivos no petroleros 1.8%
Importaciones
- Bienes de uso intermedio 75.6%. Los bienes de uso intermedio son todos aquellos recursos materiales, bienes y servicios que se utilizan durante el proceso productivo, tales como insumos o materias primas.
- Bienes de consumo 14.5%
- Bienes de capital 9.9% (que por cierto creció 6% respecto al año pasado)
¿Qué significa la dependencia económica y subordinación?
Así es, somos un país manufacturero, nos dedicamos a ensamblar vehículos, autopartes, aparatos electrónicos como televisores, equipo de medición y quirúrgico, entre otras mercancías, pero éstas no las producimos desde 0, no las diseñamos ni desarrollamos, lo que hacemos es comprar las materias primas, los insumos y hasta las máquinas ensambladoras para poder armar y finalmente vender a EEUU.
Y para terminarla de amolar el pueblo ni siquiera es el dueño de esas empresas ensambladoras, aquellas le pertenecen a un puñado de empresarios mexicanos y extranjeros. Nosotros como pueblo trabajador sólo somos dueños de nuestra fuerza de trabajo, vaya ni el Estado controla esas empresas. Como ejemplo tenemos al sector automotriz el cual lidera las exportaciones mexicanas y en donde las principales empresas armadoras de autos son extranjeras: Audi, BMW, Ford, General Motors, Honda, JAC, KIA, Mazda, Nissan, Stellantis, Toyota y Volkswagen. Por lo tanto, las principales ganancias ni siquiera se les quedan a los mexicanos, a nosotros sólo nos caen unas gotitas (salarios) de la abundante lluvia de dinero que se embolsan estas empresas.

Y si bien hoy existe un proyecto para el desarrollo de un auto 100% mexicano habría que esperar a ver si éste alcanza a competir con las anteriores empresas o se quedará como un mero símbolo de orgullo mexicano.
Pero regresemos al tema, este papel de ensamblador no lo adquirimos el año pasado, es un papel dentro de la división social del trabajo que se nos impuso con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, es decir, desde aquellos tiempos del neoliberalismo donde Salinas de Gortari nos puso aún más de rodillas frente al imperialismo norteamericano y que hoy no terminamos de sacudirnos aún con la 4T, algo que ya abordamos en el número pasado de este periódico.
Por lo tanto, vemos que desde el aspecto económico no existe esa soberanía de la que tanto se habla y mucho menos si la contrastamos con la definición de nuestra Constitución, la cual dice que la soberanía reside “esencial y originariamente en el pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste”.
Hoy las decisiones no se toman desde el pueblo trabajador, se toman desde un puñado de empresarios que son los primeros en reunirse con la presidenta para establecer un plan (desde el “cuarto de al lado”) donde se protejan sus intereses.
El poder no reside en el pueblo y mucho menos se ejerce en su beneficio. Para tener una verdadera soberanía necesitamos un gobierno del pueblo y para el pueblo, donde nosotros decidamos a quién le vendemos y a quién le compramos sin ningún tipo de amenaza, donde podamos producir lo que nosotros consumimos y eso es parte de lo que proponemos en el punto 3 de nuestro Programa Mínimo de Lucha el cuál dice:
… “Continúa siendo necesario recuperar el monopolio del Estado sobre la propiedad y la explotación de los recursos naturales del país, esto es, retomar el control del suelo y el subsuelo, de mares, ríos, lagos, lagunas y riberas. Ambas medidas permitirán garantizar la independencia energética y la soberanía alimentaria, fundamentalmente, y con ellas trazar el camino para recuperar nuestra soberanía económica y política.”
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