Desarrollo colectivo y libertad personal
Durante el tiempo que ha existido la humanidad, nos ha tomado miles de años llegar a ser como somos hoy: bípedos y erguidos. Sin embargo, desde los registros de los primeros homo sapiens hasta el momento, la dinámica social se ha transformado radicalmente, ¿se ha preguntado por qué? Tal parece que, frente a los cambios biológicos, los cambios sociales suceden a una velocidad exponencial; basta con observar cómo cada año surgen más avances tecnológicos que rápidamente son superados por otros y pasan a quedar obsoletos.
Mientras los cambios tecnológicos se superan, la clase proletaria, trabajadora, asalariada, es dejada atrás, atrapada en las mismas condiciones de explotación de siempre (pero a la vez, peor en relación con la ganancia burguesa). Por ejemplo, es evidente cómo el analfabetismo tecnológico incrementa y nos alcanza a todxs, incluso a aquellxs que no se consideran inexpertxs o inocentes frente a la IA (seguro te pasó con el canguro). Más allá de algunos ejemplos graciosos, observamos cómo el sometimiento a la tecnología se vuelve la norma, cuando la promesa capitalista del desarrollo era que ésta nos compra- ría más tiempo y “libertad”.
Desarrollo de la división del trabajo y la especialización del mismo
¿Habrá sido siempre así? El desarrollo psicológico, a pesar de lo que algunos digan, está atado al contexto social e histórico, el pensamiento no surge de forma metafísica, sino que está determinado por condiciones materiales específicas ¿y cuáles son las de este momento? Una sociedad capitalista, con división del trabajo y clases sociales antagónicas. Es necesario entonces, reconocer que el pensamiento primitivo, medieval y capitalista es distinto; pero también es necesario saber que esta etapa, no es la etapa final de la historia.
Ahora bien, volviendo al capitalismo, sabemos que una característica funda- mental ha sido la división del trabajo y la especialización del mismo, produciendo en las personas lo que Engels llamó “anquilosamiento”, esto es, el empobrecimiento en el desarrollo humano que se produce al dividir el trabajo físico del intelectual, o al destinar una actividad monótona
—y por lo tanto tortuosa— a una sola persona en una jornada completa de trabajo; en palabras del propio Marx, esto provoca que “el obrero existe para el proceso de producción y no éste para el obrero”. Más aún, el capitalismo es tan voraz que incluso justifica la transformación de infancias en máquinas productoras de plusvalía, despojándolas de la posibilidad de desarrollarse integralmente.
Ante este escenario devastador, ¿será la solución volver a las dinámicas de las comunidades primitivas, desechando los avances que ha traído consigo el capitalismo? La producción a gran escala y el trabajo en sí mismos no limitan la naturaleza humana, por el contrario, son posibilitadores del desarrollo de la personalidad humana; un ejemplo claro de esto es la combinación del trabajo productivo con la educación y la gimnasia, dejando ver que la productividad y el esfuerzo no son lo que genera la famosa “sociedad del cansancio”, sino más bien es la forma capitalista de producción la responsable de la relación social de explotación que resulta opresiva para el desarrollo de los individuos.
¿Será que tenemos que esperar miles de años para poder ver el siguiente paso evolutivo del ser humano? No necesariamente, desde la psicología marxista, el desarrollo social forma una parte fundamental del desarrollo de la personalidad, y es por esto que únicamente el cambio a un modo de vida socialista des- encadenará una transformación del ser humano, una que sea resultado del colectivismo y que permita a las personas el desarrollo integral de sus capacidades pues, de acuerdo con Marx, “sólo en el colectivismo es posible la libertad personal”.
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