El problema de la vivienda en México. No sólo es gentrificación
Vivienda
En las últimas semanas, a partir de las movilizaciones contra la gentrificación, resurgió el debate sobre la vivienda en México. Ya en el número pasado de nuestro periódico FRAGUA hablamos sobre la problemática principalmente en la Ciudad de México; sin embargo, ésta también se da en diferentes ciudades y estados donde acceder a una vivienda es un tormento.
Para empezar este artículo es importante recalcar que la vivienda es un derecho humano, el cual está establecido en la Declaración Universal de Derechos Humanos y en el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales. Tratados que México firmó y ratificó y que, al igual que todos los países que lo hicieron, están obligados moralmente a cumplirlos. En estos tratados están plasmados un conjunto de derechos básicos que todas las personas deberían tener independientemente de su raza, sexo, religión, etcétera. Así el derecho a la vivienda adecuada y digna es uno de ellos y debe de tener un mínimo de elementos fundamentales.
Servicios dignos en la vivienda
En primer lugar, debe de existir disponibilidad de servicios: tener acceso a agua potable las 24 horas del día, energía eléctrica, instalaciones sanitarias, alumbrado y todo lo necesario para las actividades diarias y normales de una familia, y aún más si existen integrantes vulnerables como adultos mayores, niños o personas con alguna enfermedad. En segundo lugar, debe de ser asequible: su costo no debe afectar el acceso a otros derechos, algunos datos estiman que no debería sobrepasar más del 30% del salario de los trabajadores, incluyendo el pago de todos los servicios, esto equivale a unos 2, 500 pesos si estamos ganando el salario mínimo al mes.
En tercer lugar, debe ser habitable: debe garantizar seguridad física, con protección del frío, humedad, calor, lluvia, viento. No deberíamos tener miedo a que se nos pueda caer la casa o a que se nos inunde cada vez que llega la temporada de lluvias, como sucede en gran parte del país donde incluso la gente muere al ser destruida su casa.
En cuarto lugar, está la ubicación: debe tener acceso a oportunidades de empleo, servicios de salud, educación, etcétera. No tendríamos que trasladarnos más de dos horas para llegar a nuestro trabajo y otras dos horas para regresar. El traslado a la escuela ya sea a la primaria, secundaria, preparatoria o universidad no tendría que ser un obstáculo para seguir estudiando. Y finalmente, en quito lugar, acceso a la cultura: algo que muchas veces no pensamos pero que es importante para nuestro desarrollo e identidad. Recuerda que esto no nos lo inventamos nosotros, es parte de lo que dice la propia Organización de las Naciones Unidas y sus distintos tratados que podemos encontrar fácilmente en internet. Leyendo este mínimo de elementos fundamentales respondamos a la pregunta ¿cuántos de nosotros tenemos verdaderamente acceso al derecho a una vivienda adecuada y digna? Y es que más que un derecho hoy la vivienda se ha convertido en una mercancía de la cual se han beneficiado unos cuantos empresarios y su acceso se hace imposible ante los altísimos costos que en la mayoría de las veces supera los 2 millones de pesos hablando de un pequeño departamento de no más de 50 metros cuadrados en la Ciudad de México.
La vivienda un gran negocio
Es a tal punto un negocio que el sector inmobiliario y específicamente de la vivienda se cotiza en el mercado por un valor de 588 mil millones de pesos, donde las empresas constructoras como Vinte, Grupo Gicsa, Cadu Inmobiliaria, Vesta Real Estate entre otras son las que se llevan la rebanada más grande del pastel. Es aquí donde encontramos la gran contradicción entre el aumento de la construcción y disponibilidad de la vivienda y la imposibilidad de acceder a ésta de gran parte de la población, donde millones somos desplazados al no poder seguir pagando el espacio donde vivimos.
Ni siquiera los trabajadores de la construcción pueden vivir en los hogares que ellos mismos construyen con sus propias manos, el trabajador que crea la riqueza es ajeno a ella, y por más que le eche ganas y se esfuerce todos los días para tener un hogar donde vivir y una vida digna, termina sobreviviendo con escasos ingresos, pues aunque aparentemente gane más, nunca se va a comparar con la riqueza que crea pero se apropia el burgués. Al no poder comprar una vivienda propia el trabajador tiene que rentar, algo que también se vuelve un problema para millones. Hoy existen 5.8 millones de viviendas que se encuentran en renta. En México solo 17.1 millones de personas son dueños de su propia casa, el resto o renta o le prestan una casa donde vivir, algo que muchas veces pasa entre la familia donde terminan viviendo más de 6 integrantes en una sola casa o departamento. Pero con el aumento del salario ¿no se supone que debería haber un mayor acceso a la vivienda? El aumento al salario no ha dado como resultado inmediato el acceso a todos los derechos que se supone tenemos por ley, y lo podemos ver hoy en el actual sexenio. Lo que hicieron los gobiernos neoliberales fue deslindarse de la responsabilidad de garantizar muchos derechos al pueblo, entre ellos la vivienda, dejándolos en las manos de los privados y convirtiéndolos en mercancías. La llegada de la 4T tampoco ha significado recuperar esos derechos que deja como mercancías para vender a las empresas, por lo tanto, su solución sigue siendo poner un parche a estos problemas. Los dos gobiernos de MORENA no resuelven de fondo el problema de la vivienda digna para el pueblo; pero sí garantizan el continuo enriquecimiento de aquellos que se beneficiaron en el neoliberalismo y ahora con su “Estado de Bienestar”.
Hoy, a pesar de que se anunció la salida de la pobreza de más de 13 millones de personas debido al aumento de los ingresos (salarios y programas sociales), más del 50 por ciento de los trabajadores sigue sin tener acceso a la seguridad social y por lo tanto sigue sin tener acceso a un crédito a para la vivienda a través de instituciones como el INFONAVIT o el FOVISSTE. Luchar por la vivienda también implica luchar por otros derechos como la seguridad social, pues sin ellos no podemos tener acceso a otros derechos. Si bien una de las metas del actual sexenio es la construcción de 1.8 millones de viviendas esto no implicaría necesariamente un mayor acceso si la gente sigue siendo contratada por honorarios, como prestadores de servicios o como beneficiarios de algún programa social. Por eso la importancia de seguir organizándonos de manera independiente por el derecho a la vivienda digna y para que el Estado garantice esos derechos, ojo, no como regalo, pues al final somos nosotros los trabajadores quienes con nuestro sudor y la venta de nuestra fuerza de trabajo creamos la riqueza suficiente para que se garanticen todos los derechos y no para que la sigan acumulando unos cuantos burgueses.
¡Luchar, luchar con dignidad! Con el pueblo organizado ¡Luchar hasta vencer!
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