Es tiempo de mujeres, pero de mujeres proletarias
El 2024 será recordado como el año en el que ganó la primera mujer presidenta de México. Desde hace un par de años, en los medios de comunicación, en las campañas electorales y en las calles, escuchamos la frase: “Es tiempo de mujeres”. Durante la 4T se logró la paridad de género y otros pequeños pero importantes triunfos para las mujeres, como la Ley Olimpia. Ahora que la continuidad de la Cuarta Transformación la encabeza una mujer, se respira cierta emoción y expectativa: ¿Por fin se romperá el “techo de cristal” para todas las mujeres? ¿Se profundizarán las acciones de la 4T en beneficio de todas las mujeres y del pueblo trabajador? Parece que el futuro para las mujeres y el pueblo en general es prometedor y que sí, “es tiempo de mujeres”. Pero ¿el que las mujeres ocupen cada vez más puestos de poder y dirección significa que velarán verdaderamente por los intereses del pueblo trabajador y en específico de las mujeres obreras, campesinas y trabajadoras?
El que haya ganado una mujer como presidenta es un hecho que por sí solo no garantiza que habrá cambios profundos frente a la situación de machismo, misoginia y violencia de género que vivimos a diario todas las mujeres, y mucho menos, que cambie la situación de opresión y explotación que vivimos en específico las mujeres que pertenecemos al pueblo trabajador.
Sin embargo, no es lo mismo que haya ganado Claudia Sheinbaum a que hubiera ganado Xóchitl Gálvez, pues representan dos proyectos políticos y económicos diferentes en la forma de implementar el capitalismo. Por un lado, el proyecto que enarbola Xóchitl Gálvez representa los intereses de la burguesía más reaccionaria de nuestro país, de aquella élite política y empresarial a la que apenas les tocaron un poco sus intereses y pusieron el grito en el cielo, alegaron que México se convertiría en Venezuela y difundieron miles de fakenews con tal de desprestigiar el gobierno de la 4T. Dicha élite política y empresarial ha perdido credibilidad en una parte de la sociedad, pero su discurso conservador y retrógrada sorprendentemente también es defendido por una parte de la población perteneciente al pueblo trabajador, aunque se trata de una minoría. Si ellos hubieran ganado muy probablemente significaría el regreso con más fuerza de las políticas neoliberales (que por cierto no se han ido); también regresaría una represión más violenta a los movimientos populares y a las personas que impulsaron verdaderas transformaciones durante este sexenio, las que evidenciaron el robo que cometía la élite política de este país en contubernio con los grandes empresarios, y, por último, su triunfo hubiera significado sin duda la profundización de la violencia como medio de control de la población.
Por otro lado, tenemos el proyecto que enarbola Claudia Sheinbaum, también dentro de los confines del capitalismo y sin plantear la posibilidad de otro sistema económico de producción, pero que resulta más progresista que el de Gálvez. El pueblo votante eligió esta alternativa con una diferencia de puntos abismal que ha puesto en jaque la pertinencia de las impugnaciones que la alianza PRIAN-PRD quiere impulsar.
Sin embargo, desde que inició la campaña de los candidatos a los diferentes puestos de gobierno para las elecciones del pasado 2 de junio, empezaron las decepciones al ver cómo diferentes personajes del PRI, del PAN, del Verde Ecologista y dirigentes de sindicatos charros empezaban con el famoso chapulineo, vistiéndose de guinda para quedar dentro del partido más grande y con mayor aceptación popular y ahora muchas y muchos de ellos serán senadores, diputados, presidentes municipales y hasta miembros del nuevo gabinete presidencial.
Desde el inicio de campaña, fue visible que tener a personajes dentro de Morena que antes defendieron intereses neoliberales era y es sinónimo de que los cambios que se lograron durante los primeros seis años de la 4T se pueden quedar en esos pequeños avances moderados, sin profundidad y sin transformación. Aunado a esto, conforme avanzan los días, hemos observado cómo los representantes de intereses neoliberales, tanto nacionales como internacionales (menos reaccionarios, pero no por ello menos peligrosos), no van a dejar pasar la oportunidad de posicionar sus intereses con el nuevo gobierno y ya han buscado entablar comunicación con la nueva presidenta. Prueba de ello son las conversaciones que la Dra. Sheimbaun ha entablado con representantes del Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico y con BlackRock, empresa acusada de proveer las bombas que Israel usa contra Gaza. Es verdad que estas conversaciones las puede tener cualquier presidente de algún país, lo importante será analizar los acuerdos a los que se lleguen, pues serán los hechos los que nos demuestren si durante el nuevo sexenio se limitarán o profundizarán los beneficios para el pueblo trabajador, pues recordemos que aún quedan muchos temas pendientes para hacer justicia para las y los trabajadores de nuestro país, entre ellos están la falta de justicia para las víctimas de desaparición forzada y la falta de reconocimientos laborales, entre muchos otras.
Ya vamos viendo que, escarbándole un poco, encontramos un mar de contradicciones y por ello vemos necesario analizar cuáles son nuestros intereses como mujeres que pertenecemos al Movimiento Democrático Independiente y cuál es nuestro papel en la lucha por el socialismo. Hablar de las mujeres en específico, de las diferencias de género, del feminismo, siempre es un tema escabroso al que le rehuimos en las organizaciones independientes que no nos asumimos como separatistas, no porque no sea importante, sino porque hemos notado que es un tema que causa mucha controversia, que suele separar en lugar de unir y porque si nos asumimos como una lucha organizada que vela por los intereses de todo el pueblo trabajador, muchos y muchas no ven necesario abordar el tema.
Sin embargo, como organización que vela por los intereses del pueblo trabajador, desde nuestros comienzos, identificamos que la cuestión de la mujer es una problemática profunda que es importante abordar para comprender su origen y tener claridad para dirigir nuestra práctica política. ¿Por qué es importante? Porque las demandas históricas de las mujeres trabajadoras no se han cumplido en nuestro país y siguen sin cumplirse en muchas partes del mundo; además, al interior de las organizaciones independientes seguimos replicando, tanto mujeres como hombres, actitudes machistas, propias del capitalismo, que no nos permiten participar de la forma que se requiere para verdaderamente generar cambios profundos en nuestra sociedad. Por ello, hemos decidido darle continuidad y seguimiento a esta temática, invitar a más compañeras y compañeros a abordarlo y, sobre todo, a seguir estudiando y reflexionando para poner en práctica lo aprendido. Vemos necesario seguir recordando las enseñanzas de Rosa Luxemburgo, de Clara Zetkin, de Alexandra Kolontai, de Anuradha Gandhi, de Elvia Carrillo Puerto y de muchas mujeres más que han luchado por la transformación profunda de la sociedad, tanto en México, como en otros lugares del mundo.
Es importante conocer qué dijeron, qué hicieron, qué de sus acciones las hizo triunfar y cuáles fracasar. Estas mujeres abordaron la cuestión de la mujer desde el marxismo y sus enseñanzas son aún vigentes. Para entender esta problemática tan compleja, también es de vital importancia retomar los textos de Marx, Engels, Bebel donde abordaron el tema, pues aunque existe el mito de que el marxismo nunca se preocupó por la emancipación de las mujeres, si nos vamos a las fuentes del marxismo nos podemos dar cuenta de que estaban conscientes de que la emancipación del pueblo trabajador no sería posible si no era encabezada también por las mujeres proletarias y campesinas, y por ello fomentaron e impulsaron la creación de espacios para que ellas también pudieran participar en la lucha por su propia emancipación. Conocer la historia de la lucha de los pueblos nos brinda la claridad política necesaria para saber hacia dónde debemos dirigir nuestra lucha como mujeres proletarias, campesinas, indígenas, maestras, estudiantes, amas de casa, es decir, las mujeres del pueblo trabajador, en el momento actual.
¿Qué sigue? Por las mismas enseñanzas de los personajes históricos, mujeres y hombres que mencionamos y de muchos otros, tenemos claridad de que el origen de la opresión y explotación de las mujeres aparece en un momento específico de la historia, cuando comienza la propiedad privada, por lo que ya, de entrada, para nosotras es muy claro que la lucha por el socialismo es necesaria, impostergable e inevitable. Con la aparición de la propiedad privada aparecen también las clases sociales y las mujeres por primera vez en la historia de la humanidad, son relegadas al hogar, sin oportunidad de participar en la producción social. Por ello, la lucha contra el patriarcado es la lucha contra el capitalismo y por el socialismo, pues es el camino para transformar las relaciones de producción y, por lo tanto, las relaciones sociales.
Como OLEP hemos trabajado en la actualización constante de nuestro Programa Mínimo de Lucha, un documento donde sintetizamos las demandas más sentidas del pueblo trabajador y a lo largo de éste abordamos las demandas específicas necesarias para asegurar una vida digna para las mujeres trabajadoras. Enlistamos algunas de ellas a continuación:
La organización independiente y proletaria, única vía para crear un gobierno que ejerza la democracia popular
Expropiación a los grandes medios de producción
Recuperación de la soberanía nacional y control por parte del gobierno de nuestros recursos naturales para el beneficio del pueblo
Terminar con el terrorismo de Estado y la represión política
Impuesto progresivo a la ganancia de los grandes empresarios
Renacionalización de la banca
El gobierno debe acabar con la impunidad en las graves violaciones a los derechos humanos
Garantizar la vida digna del pueblo.
Garantizar los derechos a la salud y la seguridad social. Entendemos la seguridad social como la protección y mejoramiento de los niveles de bienestar de las y los integrantes de una sociedad, por lo que debe incluir: la prevención, atención, recreación y adopción del trabajo de cuidados por parte del Estado.
Juicio y castigo a los altos funcionarios y empresarios que perpetúan las políticas neoliberales y se benefician de ellas
Garantizar y respetar los derechos laborales
Eliminación de las formas de simulación o flexibilidad laboral que oculten la relación obrero-patronal
Eliminación de la brecha salarial entre hombres y mujeres
Garantizar a todas y todos los trabajadores formales e informales la seguridad social: acceso a salud, a una red de lavanderías, asilo de enfermos y ancianos, red de guarderías, todo ello público, gratuito y de calidad
Garantizar los 270 días de maternidad y 180 días de paternidad.
Abrogación de todas las reformas neoliberales realizadas desde 1982
Respeto a las formas de organización anticapitalistas, antineoliberales y socialistas del pueblo
Por la protección física y psicológica de las niñas y niños, jóvenes y mujeres víctimas del sistema capitalista, de la violencia estatal, de la criminalización y de la impunidad.
Estas acciones permitirían que las mujeres tengamos acceso a la vida pública y social en equidad con los hombres. En materia de la red colectiva de trabajo de cuidados, ya hay un avance en Iztapalapa con el gobierno de Clara Brugada y la promesa es que, ahora que será jefa de gobierno de la CDMX, amplie y profundice la red de lavanderías comunitarias, las Utopías y todos los proyectos que abonen de manera estructural a la creación de una red pública de cuidados.
Sin embargo, aunque ya existan algunos avances, nuestro deber como pueblo trabajador y en específico como mujeres trabajadoras es exigir que se profundicen y amplíen esos cambios estructurales que nos permitan verdaderamente poder desarrollarnos dignamente como seres humanos, sin opresión y sin explotación. Por ello, te invitamos a conocer el documento amplio de nuestro Programa Mínimo de Lucha, en el cual plasmamos los cambios necesarios que deben existir en nuestro país para lograr la verdadera transformación de nuestra sociedad. Te invitamos a reflexionar, estudiar y organizarte, a través de las enseñanzas metodológicas de trabajo que nos heredaron las mujeres proletarias que lucharon antes que nosotros por su emancipación y la de todo el pueblo trabajador. La lucha por la emancipación popular no está completa si las mujeres no nos convencemos de la necesidad de una transformación profunda y si no nos integramos de lleno a las tareas necesarias para que esto ocurra.
¡Contra la explotación y violencia hacia las niñas y mujeres,
resistencia, organización y lucha por el socialismo!
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