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Fuerzas armadas y capital transnacional

Los guardianes transexenales

En el debate en torno a la militarización o no de la vida social y la seguridad pública en el país existen quienes no dicen nada, pero son los beneficiados de siempre: los grandes dueños de los monopolios trasnacionales que ahora son hijos privilegiados del Estado Benefactor.

Carlos Slim Helú (Grupo Carso) y Germán Larrea Mota Velazco (Grupo México) concentran la riqueza equivalente al 50% de la población total de América Latina y el caribe, sus fortunas juntas suman más de 100mil millones de dólares, según un informe publicado el mes de octubre de este año.

Con los gobiernos neoliberales más sangrientos las fortunas de estas dos personas crecieron, en medio del terror y la crisis económica los millonarios se hicieron más millonarios y cosa aparentemente contradictoria en plena política económica de bienestar los millonarios se hacen más millonarios, incluso en mayor porcentaje que en los tiempos del neoliberalismo.

En el caso de Slim su fortuna creció de 64mil millones de dólares en 2019 a 79, 300 en 2021 y en el de Larrea de 13, 300 en 2019 a 23, 800 en 2021.

Para recordar: en los tiempos del neoliberalismo a Slim le malbarataron Teléfonos de México y Grupo México, la mina de cananea y los ferrocarriles entre otras empresas y propiedades. Estos empresarios son los mimados por neoliberales y anti neoliberales, nadie se mete con ellos ni con sus fortunas, pues se mantienen impunes frente a los crímenes que han cometido sus empresas mineras fundamentalmente.

Pareciera que a la gran burguesía monopolista no le importa el debate sobre el papel de las fuerzas armadas, sin embargo le importa y mucho, pues las fuerzas armadas han sido la garantía transexenal del aumento de sus fortunas, todas, manchadas de sangre y dolor de millones de compatriotas.

El control territorial y el desplazamiento forzado interno han sido dos mecanismos a través de los cuales se expresa el terrorismo de Estado y estos le han permitido a los grandes ladrones y empresarios comparar barato millones de hectáreas o apropiarse por la fuerza de éstas. No es casualidad que ni siquiera los grandes grupos de delictivos se metan con las grandes empresas mineras o de otro tipo.

De qué sirve recordar y recordar que en tiempos neoliberales se aprobó hacer la deuda privada de los bancos pública por medio del fobaproa si en el año pasado la banca ganó 22 millones de pesos más que en el 2020, si esos banqueros siguen sin pagar y el pueblo mexicano sigue pagando hasta la actualidad los intereses de esta inmoral deuda.

Por lo anterior, volvemos a escribir lo que plasmamos en la editorial de nuestro  FRAGUA número 73 del presente año: “La contradicción principal de la política económica que han llamado de Estado de bienestar es que pretende eliminar los profundos daños que ocasiona la política económica neoliberal a la clase trabajadora y pequeños propietarios del campo y la ciudad, sin arrancarla de raíz, sin tocar el fundamento central de su existencia: la propiedad privada sobre los medios de producción que permite la participación social de la producción de la riqueza y la apropiación privada de las misma, el capitalismo.”

Esta contradicción tiene mucho que ver con la decisión de hacer legal la militarización de la seguridad pública y de la vida social, con lo que algunos articulistas llaman el “empoderamiento militar”, pues las fuerzas armadas son la garantía de que con neoliberalismo o con Estado de Bienestar, el capitalismo y sus grandes empresas monopolistas trasnacionales se mantengan y se mantengan aumentando sus riquezas gracias a la explotación de la mano de obra de sus trabajadores.

Las fuerzas armadas son la garantía de la existencia de un sistema económico y social injusto: el capitalismo y lo que hoy vemos es que no sólo son y serán las responsables directas de ejercer la violencia en contra del pueblo organizado que busca una alternativa a este sistema; también serán administradores y custodios de empresas estatales y de vías de comunicación hechas para garantizar el traslado de las mercancías de las empresas trasnacionales.

Las fuerzas armadas han sido puestas al servicio de las necesidades de la gran burguesía monopolista trasnacional, ya no sólo como la fuerza que ejerce la violencia para garantizar su dominación, sino como trabajadores y administradores del capital social que el Estado administra como parte de este gran burgués colectivo propio de todos los Estados de Bienestar construidos en la historia del capitalismo.

Los integrantes de las fuerzas armadas como administradores de empresas se identifican más con la burguesía que con el pueblo y por más que nos digan que los militares de hoy vienen del pueblo pobre y por eso lo respetarán, habría que recordarles que Porfirio Díaz no nació empresario.

Este tema arrincona a los propios simpatizantes de Morena y del presidente, muchos aceptan, muy a su pesar, que no hay opción para combatir al narcotráfico, pero se olvidan que lo mismo dijo Zedillo, Fox, Calderón y Peña Nieto y que lo mismo ha dicho el gobierno de Norteamérica. Reducir el debate a la legalidad o ilegalidad de mantener al ejército a las calles con tareas de seguridad pública, a la hipocresía o al cinismo, al tema del combate al narcotráfico, impide ver que la esencia del problema: las fuerzas armadas que han sido el instrumento para la imposición del capitalismo y para garantizar el poder económico y político de la gran burguesía trasnacional jamás podrá estar al servicio de los intereses inmediatos e históricos de la clase trabajadora y mucho menos si ésta se organiza y lucha por un sistema económico y social que no tenga como fundamento la propiedad privada de los grandes medios de producción y la explotación del hombre por el hombre como bases de la riqueza de los Carlos Slim, los Larrea, los Salinas Pliego y otros pocos multimillonarios que siguen acrecentando su riqueza de manera inmoral incluso para la política que dice moderar la opulencia y la pobreza.

¡Contra el despojo, la represión y la explotación; resistencia, organización y lucha por el socialismo!

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