Hostigamiento laboral en El Colegio de México.
En defensa de las y los trabajadores
Por Rosalba Carrillo Fuentes
Según datos de la unam,70% de los trabajadores en México padece hostigamiento laboral.
Hostigamiento laboral La Ley Federal del Trabajo (LFT) en su artículo 3 Bis inciso a define el hostigamiento como el ejercicio del poder en una relación de subordinación real de la víctima frente al agresor en el ámbito laboral, que se expresa en conductas verbales, físicas o ambas.
Según la Suprema Corte de Justicia de la Nación, el hostigamiento o mobbing es un conjunto de acciones de una persona o varias de una misma área laboral con el objeto de “intimidar u opacar o aplanar o amedrentar o consumir emocional o intelectualmente a la víctima”. El nivel de agresividad es tan sofisticado (según el hostigador y “su nivel académico”) que a la víctima le puede tomar tiempo entender lo que le está ocurriendo. En principio, puede creer que algo está haciendo mal.
Al emprender las acciones intimidatorias o discriminatorias, el hostigador se propone excluir a la víctima o “satisfacer [su] necesidad de agredir o controlar o destruir”, asimismo de demeritar, acusar, exponer a la víctima.
Exactamente una situación así viví durante año y medio en El Colegio de México como editora académica de Estudios Sociológicos, revista científica y arbitrada.
Muchas fueron las formas del director de la revista, Gustavo Urbina, para aparentar buen trato hacia mí y atacarme en privado sin testigos. En público, decir incongruencias y muestras de ignorancia de él en cuestiones de la revista, que yo no me atrevía a contradecir. Él mismo me decía: “No te atrevas a contradecirme”.
Parte del hostigamiento son las sobrecargas de trabajo. Yo siempre estuve abarrotada de trabajo. Dos números especiales sucesivos (en 2022 y 2023, pandemia encima). Con la anuencia de los directores, para no seguir abarrotando el almacén propuse dar el paso y trabajé en solitario por ello para que la revista se dejara de imprimir y no seguir abarrotando el almacén (hay 120 mil ejemplares de revistas COLMEX). También me ocupé de dar celeridad a la publicación de los artículos, mejor difusión y mayor calidad en el diseño de los contenidos.
Adelantar el trabajo me representó jornadas laborales de 10, 12 o 14 horas diarias durante meses. Durante seis años trabajé propositiva, profesional, dedicadamente y con sobrecarga de trabajo.
A pesar de todo el trabajo y su alta calidad, nada fue suficiente. El director saliente de la revista, Marco Estrada, me amenazó por WhatsApp: “el precio para ti […] puede llegar a ser mayor de lo que sospechas”. Y él fue juez y parte de la Comisión Dictaminadora para correrme. El problema de los números impresos que abarrotan el almacén debía resolverse, según mi ética de trabajo. Después comprendí que ése era también un asunto político que yo no dimensioné.
Al llegar Gustavo Urbina a la dirección de la revista, sin experiencia como editor, comenzó el acoso laboral contra mí. Conservarse en un puesto así, más bien se relaciona con “caerle bien a los jefes”. De la directora del centro de estudios, Liliana Rivera Sánchez, al que estaba yo adscrita, recibí trato discriminatorio y displicente. No respondía a los correos que le enviaba o no me incluían en eventos.
Urbina me dijo: “Elimina de los créditos la palabra ‘académica’; tú no eres académica”. Demeritar el puesto de una persona es parte del hostigamiento laboral. “Años atrás estaba un editor que se deprimió. A ver si tú aguantas” me dijo. La editora anterior a mí también fue despedida. Recientemente un estudiante denunció a otro porque lo violó en una fiesta.
Además de ser editora académica, fui votada por mis compañeros para ser vocal del sindicato de académicos (SIPRIN). Fundé un club de esgrima y coorganicé un torneo mixto de futbol.
La misma presidenta del Colmex, Silvia Giorguli, me recibió en su despacho, durante una hora, en donde le expuse mi caso. Eso fue un 2 de abril de 2024, al día siguiente me entregaron el oficio firmado por ella de no renovación de contrato. El eufemismo de despido. El abogado del sindicato, Arturo Alcalde, fue más que claro: “Rosalba, cuando a alguien no lo quieren en el Colmex, se tiene que ir. Y tú te tienes que ir”.
Mi situación actual
A marzo de 2025, son diez meses desempleada. He padecido depresión y una elevada frustración. He luchado por mi recuperación. Tomo psicoterapia. Tengo el apoyo de colegas, camaradas, mi hijo, amigos y amigas. He emprendido la demanda laboral.
Mi contrato venció en diciembre de 2023. Yo creí que el contrato se había renovado automáticamente como lo refiere la Ley Federal del Trabajo, pero me despidieron en mayo de 2024.
Lamentablemente, no soy ni he sido la única víctima de hostigamiento laboral en el Colmex. Mi excompañera, Blanca Meléndez, bibliotecóloga de enorme talento y profesionalismo, también fue despedida. A ella, su jefa, le decía: “Revisa tu manera de vestir. No puedes usar sandalias en época de calor. En el patio de El Colegio veo que te ríes mucho”.
Camaradas: uníos contra el acoso, hostigamiento laboral o mobbing. A denunciar y a conocer las leyes que nos defienden.