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La salud mental en el capitalismo

Afrontar la vida y el sistema

Este artículo no es catarsis: es necesario luchar por estar bien, por vivir bien y no estar “funcionando” como máquinas sin sentimientos, resolviendo el día a día. El o la lectora podrá quizá sentir empatía, porque lo descrito a continuación es una realidad, que nos puede ser propia o es posible que conozcamos a una persona que tenga problemas con su salud mental.
Puede ser un tema complicado hablar de salud mental sin caer en los prejuicios de la enfermedad y la locura, ya ni digamos aceptar que tenemos un trastorno mental y que requerimos de medicación para poder vivir sin tantos problemas. Por esta razón es necesario decir que la salud mental y los trastornos mentales no surgen de forma aislada o por culpa de lo que hace una persona (nada en la vida es aislado), estos responden a muchos factores, como lo expresó Karl Marx: “No es la conciencia del hombre la que determina su ser sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia”. En otras palabras, la salud mental y los trastornos mentales dependen del contexto social en que nos desarrollamos, de la convivencia, de los intereses colectivos, eso es lo que nos ayudará a formar nuestra conciencia, nuestros sueños, intereses, gustos y personalidad. La construcción de la persona también implica enfrentar problemas y la forma en que lo hagamos será determinante.
La vida en sí misma no es un problema, pero se vuelve así por causa del capitalismo, que antepone el interés individual en detrimento de las necesidades colectivas: para sostener a un puñado de burgueses, decenas de millones de obreros y trabajadores debemos padecer todo tipo de peripecias para tener un mísero salario. Pero al final del día la vida es la vida, es la única que tenemos y debemos decidir cómo vivirla: si realmente vale la pena ser un zombie por las mañanas, por las noches tener insomnio o vivir al día sin saber que hacer al día siguiente. Podríamos decir “existo y luego pienso” pero tampoco se trata de vivir por vivir.
Entonces, ¿qué se puede hacer para vivir con salud mental y para evitar los trastornos? Hay dos caminos, ambos con aspectos similares, pero con una gran diferencia: la diferencia es que en uno se atiende la necesidad de forma capitalista (individual) y, en el segundo, de forma colectiva.
El primer camino y más sencillo es ir a tomar terapia, romper con el miedo y prejuicios de lo que implica, aprender a afrontar los problemas y esperar a que venga otras crisis, porque en el capitalismo la salud mental no es una prioridad: mientras seamos funcionales para nuestro patrón o patrona, podemos ser como un zombie y seguir produciendo la ganancia de nuestro explotador, y a éste ni le va y ni le viene si se murió un familiar, si se terminó nuestra relación de pareja, si estamos deprimidos, ansiosos, en plena crisis o cualquier problemática que vivamos, siempre y cuando cumplamos con nuestro horario laboral y las metas de productividad que ellos nos imponen.
Y está el otro camino que pocos quieren, pero que es muy necesario recorrer: es el de romper con el miedo y los prejuicios de lo que implica la salud metal, aprender a afrontar los problemas o nuestros propios trastornos y luchar por cambiar las condiciones sociales materiales en que vivimos, organizarnos con otras personas y luchar por superar el sistema capitalista, origen de la falta de salud mental de la mayoría del pueblo trabajador y explotado y, además, luchar por la democracia popular y el socialismo.
Si eso no le da sentido a la vida… Todo lo que le dará sentido serán metas individuales que acaban por reproducir las condiciones materiales y las ideas que agravan la falta de salud mental y los trastornos mentales.
¿Qué tiene que ver el capitalismo en esto? Pues mucho más de lo que uno puede creer: el capitalismo es un sistema social, es decir, estamos dentro de él y lo vivimos diariamente. Lo vemos en la tele, en el internet, en los periódicos de las empresas, en las escuelas, en las familias y en todos lados cotidianamente nos “enseñan” (con mucha propaganda) los valores que les son útiles a la burguesía: la clase que nos explota es la que nos da la “ayuda” para poder estar un poco mejor. Sin embargo, a esa clase explotadora y parásita le conviene que estemos mal, no es de extrañarse que en todo México tan sólo haya 350 mil 044 profesionales de psicología, según los datos del 2022 de la Secretaría de Salud. Si toda la población del país decidiera ir a terapia (127.5 millones de mexicanos), a cada psicólogo le tocaría un promedio de 364 pacientes… Simplemente no salen las cuentas.
No sé si lo sabía estimado lector, pero la Organización Mundial de la Salud compartió los siguientes datos sobre nuestro país: por lo menos 8 de cada 10 personas padecen un trastorno mental… ¿Qué significa eso? ¿Que todos estamos locos? ¿Que somos neuronas divergentes (“neurodivergentes” para que no se ofendan)? Pues no, es la prueba de que en el capitalismo la salud mental no tiene importancia en tanto que no evite la explotación de los trabajadores y el enriquecimiento de la burguesía, pero también es el reflejo de las condiciones en que vivimos como clase trabajadora y por ello es “normal” (no porque sea normal significa que esté bien) que tengamos esos problemas, como el insomnio, la depresión, ansiedad, etc.
Debemos ir a atendernos, debemos luchar por el ejercicio de nuestro derecho a la salud, pero también tenemos la obligación de luchar, ya no digamos organizados por el socialismo, luchar por una vida digna (sin explotar a nadie) y no estar como un zombie todas las mañanas: perdidos en la infinidad, inmóviles, sintiéndonos solos y divagando en ideas, sin hacer nada o trabajando, esperando a que alguien nos pise durante todo el día, esperando que llegue la noche para volver a ese mismo lugar donde, incluso rodeados de familiares, no nos sentimos felices, realizados y plenos. Porque muchas veces nuestro propio entorno a falta de salud mental se vuelve desagradable y hasta opresivo.
Debemos luchar por nuestra salud mental y atender nuestros problemas y, a la par que lo hacemos, ir construyendo una correcta actitud ante la vida; sólo así sabremos responder a los problemas y veremos con claridad lo que debemos hacer y no como dicen los memes vivir “con la percepción de la realidad bien alterada”.
No podemos dejar a medias los tratamientos y tampoco es válido justificar nuestros errores, malas actitudes y defectos con los discursos de neurodivergencia, porque es una forma individualista de enfrentar la vida, ocuparnos y preocuparnos por la salud mental y el tratamiento adecuado de los trastornos mentales pasa por la necesidad inevitable de hacernos del conocimiento científico que nos ayude a explicarnos el origen, las causas sociales, individuales y los métodos de recuperar la salud mental, de tratar los trastornos mentales. Ese conocimiento científico nos llevará inevitablemente a poder asumir el compromiso de trasformar la realidad económica y social que hacen de la propia salud mental una mercancía accesible sólo a quien cuenta con recursos materiales.
Profesionales de la salud mental y pacientes podemos luchar por mejorar nuestra condiciones de vida sí y sólo sí nos decidimos a luchar por superar el capitalismo y construir una sociedad donde el centro sea el ser humano y su vínculo con la naturaleza de la cual somos ineludiblemente parte.

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