Nayi al-Ali:  arte, lucha y resistencia Palestina

Disfrutamos del arte porque es una de las formas en que expresamos con mayor franqueza nuestra humanidad, lo que somos, sentimos y pensamos. Más aún, hay arte para todos los gustos, el arte nos convoca a todas y todos. Pero para quienes nos organizamos políticamente para defender la vida, para quienes defendemos los derechos humanos, el arte es doblemente importante cuando nos habla de la lucha de los pueblos. En esos casos, el arte no sólo expresa lo que somos, sino también lo que podemos ser y lo que podemos hacer para transformar nuestra existencia. Ese tipo de arte guarda un lugar especial en la historia porque convoca a los pueblos a luchar. Este es el caso del arte gráfico del palestino Nayi al-Ali y de su célebre personaje: el niño Handala.

Nayi al-Ali nació en 1938 en el pequeño pueblo de Al-Shajara, en Galilea, Palestina. Su infancia estuvo marcada por la Nakba, el éxodo masivo de palestinos en 1948, cuando su familia fue desplazada y obligada a vivir en campos de refugiados en Líbano. Este evento cruel e injusto definió su vida y obra. Nayi al-Ali comenzó a dibujar desde muy joven como una forma de expresar su realidad y la de su pueblo. En los campos de refugiados trabajó en diversos oficios para sobrevivir, pero su pasión por el arte nunca lo abandonó. A principios de los años 60, comenzó a publicar sus caricaturas en periódicos y revistas árabes, impulsado por el poeta y militante palestino Ghassan Kanafani (a quien dedicamos un artículo en el FRAGUA 93: bit.ly/4iydBu0). Con el tiempo ganó reconocimiento por su estilo único y su compromiso con la causa palestina. 

Nayi al-Ali no sólo criticaba la ocupación israelí

Nayi al-Ali no sólo criticaba la ocupación israelí, sino que también denunciaba la corrupción y la complicidad de los líderes árabes con Occidente. Su franqueza y su arte contestatario le valieron enemigos poderosos. En 1987 fue asesinado en Londres en un crimen que hasta hoy sigue sin resolverse. Aunque su muerte fue una pérdida irreparable, su legado perdura a través de su obra.

Uno de los personajes representativos de Nayi al-Ali es Handala, un pequeño niño de entre 10 y 11 años que aparece constantemente en sus viñetas. Este pequeñín al que nunca vemos el rostro es en realidad el mismo caricaturista, pues su edad coincide con la que tenía Nayi al-Ali al abandonar su pequeña aldea durante el éxodo palestino. Esta elección de personaje por supuesto no es casual, porque si consideramos que la caricatura política tiene por un lado la función de apelar a nuestro intelecto y por el otro conectar con la emoción y el sentimiento, a los ojos de Nayi al-Ali quizá no haya algo más desgarrador que la mirada inocente y pura de un niño, un niño que se desgarra y sufre al encontrar que su único futuro será el desarraigo y la separación de tajo de su amada madre: Palestina.

Handala carece de cabello, en su lugar aparecen púas, algunos las interpretan como una especie de última defensa contra la violencia circundante; su ropa está gastada y rota, tan rota como el alma del refugiado, del perpetuo errante, de aquél que perdió su camino a casa y no sabe dónde está. Algo muy característico de Handala es que siempre está de espaldas al lector, porque Handala es el testigo, porque Handala quiere que mires, pero también porque Handala es la resistencia, es el que no huye, el que no le da la espalda a la injusticia, al despojo y la muerte, Handala la mira contigo, y nosotros sólo podemos imaginar los ojos de Handala, que podrían ser los ojos de nuestros hermanos, nuestros hijos, nuestros amigos.

El pequeño Handala que apareció por primera vez en 1969 hizo una increíble promesa a sus compatriotas: “Yo soy Handala del campamento Ain al-Hilweh y prometo solemnemente mantenerme fiel a la causa, mientras mis pies no retornen a mi hogar con mi madre y compatriotas, me niego a crecer, a callar, a doblegarme”. Esta es la razón por la cual nuestro amigo venció al tiempo y fue siempre el pequeño Handala. Esta determinación es la que hace a Handala eterno, lo une a su pueblo palestino y lo convierte en ícono y símbolo de la resistencia.

Desde el río hasta el mar, Palestina vencerá

Y Palestina resiste. En días recientes miles de niños como Handala, mujeres y hombres en medio de las ruinas, celebraron el Ramadán en medio de la muerte. Resisten y luchan a pesar de las aterradoras cifras: más de 48 mil asesinados, en su mayoría mujeres y niños, 11 mil desaparecidos, 793 niños menores de un año asesinados, 35 mil huérfanos y más de un millón de desplazados. Además, existe un continuo cerco por parte de Israel que restringe la entrada de suministros vitales, en medio de una constante violación a los acuerdos de alto al fuego.

El pueblo palestino, y Nayi al-Ali como uno de sus hijos, es un ejemplo de lucha que nos enseña que los pueblos tienen derecho a resistir y defenderse de las atrocidades del imperialismo y el capitalismo que, en este caso, se ven reflejadas en las prácticas genocidas de Israel. No olvidemos las declaraciones hechas en el 2023 por Nissim Vaturi, portavoz en el congreso del partido Likud, el partido del genocida Netanyahu: “pongan a los gazatíes en barcos y mándenlos a Escocia, porque un niño de diez años será un terrorista en seis o siete”. Esa frase genocida expresa la política del partido en el gobierno israelí contra las infancias, pero todos esos niños palestinos, pequeños Handalas, no pueden ser terroristas porque son ellos quienes se defienden del terror, lo combaten y lo derrotarán.

¡Desde el río hasta el mar, Palestina vencerá!

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