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Plan México: consolidar a la burguesía, desorganizar al proletariado

El 13 de enero de 2025 Claudia Sheinbaum presentó el Plan México. La fotografía oficial del evento resultó precisa: al centro y enfrente, la presidenta sonríe institucionalmente. Posa flanqueada por Francisco Cervantes, presidente del Consejo Coordinador Empresarial (cce), y por Marcelo Ebrard, secretario de Economía. Siguen, hacia los costados, Rosa Icela Rodríguez, de Gobernación; Ricardo Trevilla y Raymundo Morales de las Fuerzas Armadas; Harfuch, de Seguridad, y Altagracia Gómez, coordinadora del Consejo Asesor de Desarrollo Económico y heredera de Minsa (a quien dedicamos este artículo: shorturl.at/5TXhq).

Otros secretarios se aparecen en los extremos de la postal.Detrás cunden los magnates convidados: 198 dueños, dueñas y representantes de los mayores capitales que operan en México. Están casi todos los peces gordos, incluidos viejos enemigos de Obrador que se enriquecieron bajo el neoliberalismo: Claudio X. González Laporte, Alejandro Ramírez, Agustín Coppel, Daniel Servitje, la Asociación de Bancos de México, el Consejo Mexicano de Negocios (cmn), Grupo Cultiba, Carso, Iberdrola, Lala. Se les ve sonrientes: tal parece que ni Andrés Manuel ni Morena fueron un peligro para México, ni para el capital, ni para el neoliberalismo. ¿Por qué lucen tan sonrientes estos potentados? ¿Por qué aplaudieron tanto? ¿Por qué posaron, tan obsequiosos, para la foto? ¿Por qué el Plan México suena tan provechoso para la burguesía? Simple: porque la burguesía misma lo diseñó. El Plan México da un mensaje claro en boca de la burguesía: “éste es nuestro Estado y nos representa”.¿Qué es el Plan México?El gobierno lo define como una estrategia de desarrollo económico industrial a largo plazo. Sus objetivos son harto ambiciosos: tan sólo para 2030 promete convertir al país en la décima economía mundial, elevar la inversión, crear 1.5 millones de empleos, desarrollar la industria nacional, crear al menos un polo de desarrollo por estado y 100 parques industriales, disminuir la pobreza y desigualdad, entre otros.Para lograrlo, el gobierno implementará una estrategia de fomento industrial nacional vía sustitución de importaciones (importar menos de otros países, producir más dentro de México). En realidad, no hay novedad en las medidas económicas que constituyen el Plan, pues son las mismas que repetidamente se han usado en el capitalismo y en el neoliberalismo: inmensas deducciones de impuestos a empresarios; creación de zonas económicas especiales (hoy llamadas Polos de Desarrollo para el Bienestar, Podebis); esquemas de inversión pública, privada y mixta; creación de infraestructura y parques industriales; facilidades administrativas; campañas de consumo local (relanzamiento de la marca Hecho en México); banca de desarrollo para medianas y pequeñas empresas… (explicamos más a fondo algunas de tales medidas en el artículo: shorturl.at/3T176). En todo caso, lo distinto en comparación con los antiguos sexenios prianistas es un grado mayor de centralización y regulación del plan por parte del Estado y, claro, el partido político que timonea.Consolidar a la burguesía, desorganizar al proletariadoLas opiniones empresariales aplauden casi con unanimidad el neoliberal Plan México. Las dos principales agrupaciones empresariales, el cce y el cmn, felicitaron al gobierno. La Asociación de Bancos de México, en voz de su representante, Julio Carranza, dijo tener prestos 1.3 billones de pesos para créditos. Incluso el mayor expropiable, Salinas Pliego, dio mensajes ambiguos en vez de dirigir sus acostumbrados y rabiosos ladridos contra quienes nombra “gobiernícolas”, pues reposteó la crítica trivial de Sergio Sarmiento, a la vez que calificó el proyecto como benéfico y oportuno: “ya era hora de que se dieran cuenta que necesitan mejorar al país”.Por supuesto, existe un descontento en la deslucida derecha y en una pequeña y aislada parte del sector empresarial. Por ejemplo, las bancadas del pan y del pri alcanzaron su límite crítico al decir que el Plan era pura propaganda irreal. Por su parte, Claudio X. González Guajardo, el hijo –artífice de la oposición y la campaña de la prianista Xóchitl Gálvez–, dijo más o menos lo mismo: “no pasará del papel”. Sin embargo, su padre, González Laporte, estuvo en primera fila elogiando el Plan. ¿Y el pueblo? Entre las escasas plumas críticas, Julio Astillero denunció en dos columnas, a nuestro juicio acertadas, la ausencia del componente trabajador, tanto en la presentación del consejo empresarial a cargo de Altagracia Gómez como en la presentación del Plan México. Añadimos nosotros que no es que el pueblo no tenga una relación con el gobierno en turno, sino que simplemente se le asigna otro sitio y se le trata con otras políticas. Así como la burguesía tuvo su evento el 13 de enero en el imponente Museo Nacional de Antropología con la presentación del Plan México, el pueblo tuvo el suyo un día antes en el Zócalo, en los 100 días de gobierno. Con un índice de aprobación de entre 70 y 80%, Sheinbaum evidentemente presume el apoyo popular.Sin embargo, hay que señalar mayúsculas diferencias: el pueblo no diseña un Plan México, no administra el capital, no se hace presente a través de organizaciones con intereses de clase proletarios, no decide el destino nacional. En cambio, está diseminado en la más amplia masa o aglomerado en estructuras corporativistas y oficialistas; a saber, los grandes sindicatos que siguen cooptados por líderes charros como Pedro Haces u oficialistas como Napoleón Gómez Urrutia. Resulta que la misma 4T ha contenido el crecimiento del descontento popular y de la organización proletaria, ya sea de forma sutil, con programas sociales, o de forma violenta, como hoy hace en Chiapas, con las nuevas fuerzas de represión Pakal y el añejo paramilitarismo.El gobierno en su laberintoEl Plan México puede dar lugar a una errónea interpretación de la realidad. Tal es el caso de algunos intelectuales de “izquierda” que han aplaudido lo que traducen como una subordinación de la clase capitalista al Estado en pro de un interés nacional. Pero hay que explicarlo claramente al pueblo: la clase burguesa no se subordina al Estado sino viceversa. La lógica empresarial funciona, no lo olvidemos, con el objetivo supremo de la ganancia. Tenderán una alianza temporal mientras el Estado les permita enriquecerse, pero siempre buscarán colocar a otros gobernantes que les ofrezcan mayores facilidades.Por su parte, el morenismo expone cada vez con mayor claridad sus limitantes y contradicciones, lo cual implica revelar lo que realmente es y no lo que dice que es. A saber: en términos ideológicos y políticos se nombra como de izquierda y progresista, pero en términos de política económica el Plan México los exhibe reaccionarios. Si bien la izquierda hecha gobierno jamás se declaró anticapitalista, hoy vemos que incluso el discurso antineoliberal ha quedado muy atrás. Llama la atención lo solícito que es el gobierno con el empresariado, por ejemplo, al dejarlo planificar la economía nacional o al evitarle una indispensable y profunda reforma fiscal, mientras al pueblo le dilata la reducción de la jornada laboral y de los 30 días de aguinaldo, a la vez que es groseramente permisivo con el incumplimiento de las leyes laborales.Al analizar el plano internacional, muchos analistas redoblaron el aplauso. Efectivamente, una política de sustitución de importaciones que limita la entrada de productos chinos es buen guiño para Estados Unidos. Asimismo, un empresariado que cierra filas con el gobierno expresa solidez rumbo a las renegociaciones del T-MEC, a la vez que, de cara a las bravuconerías de Trump, cierto público nacional puede interpretarlo positivamente como “unidad nacional”. Sin embargo, no es así, la burguesía mexicana se diluye en la burguesía simple y llanamente transnacional. Los capitales que respaldan el Plan México son más que capitales nacionales (aunque las empresas que les dan nombre así se consideren por su lugar de origen e historia), son en cambio parte de la lógica del capital trasnacional que subordina la política del imperio estadounidense. Prueba de ello es el anuncio, apenas dos días después del evento de Plan México, de la inversión de 5 mil millones de dólares que hará Amazon en Querétaro.Así pues, en términos internacionales, es de reflexionar que el mismo gobierno mexicano reconoce la crisis de hegemonía de los Estados Unidos (la intervención completa del secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, en la presentación del Plan México se centró en dar datos al respecto), y aun así decide plegarse económicamente al imperio norteamericano, tanto por la lógica misma del capitalismo que suscribe como por sus propias decisiones políticas.Reflexiones finalesEn términos especulativos –que es donde se mueven la mayor cantidad de análisis al respecto– se podrán alcanzar o no los objetivos del Plan México y lo más probable es que se consigan algunos. Pero en términos fácticos lo que hoy evidencia ya palmariamente la presentación de dicho Plan es la consolidación de la burguesía y la continuidad de la tentativa de desorganización del proletariado. Esta actual cohesión de la clase dominante durante la administración de un gobierno progresista nos recuerda el proceso similar de consolidación burguesa que ocurrió durante el gobierno de Lázaro Cárdenas; sólo que hoy el componente de organización de la clase obrera es significativamente inferior al que impulsó el general Cárdenas.Lógrese lo que se logre de los ambiciosos objetivos, será gracias a las manos y mentes de los trabajadores del pueblo. Pero el pueblo no sólo goza de manos y cerebro prestos a la explotación de los burgueses; tenemos también anhelos y voluntades por vivir dignamente, sin desigualdades, sin explotación, para lo cual exigimos participar en la planificación de nuestras vidas y del país. En la olep sabemos que para lograr esos altos anhelos y voluntades debemos organizarnos políticamente por la vía independiente, y por ello te invitamos a sumarte a nuestros esfuerzos.

¡Luchar con dignidad, con el pueblo organizado, luchar hasta vencer!

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