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Venezuela y la lucha contra el intervencionismo

¡Muerte al imperialismo Yankee!

El 28 de julio de este año se celebraron elecciones en Venezuela, generando una oleada de críticas hacia el gobierno de Nicolás Maduro, quien se proclamó ganador.

A través de los medios de comunicación, se ha difundido la idea de un supuesto fraude, lo que ha calado en la opinión pública. Sin embargo, es importante abordar esta realidad desde otra perspectiva, comenzando por el concepto de imperialismo.

Lenin nos enseñó que los grandes monopolios financieros buscan dominar otros países para explotar sus recursos y mercados, consolidando su poder económico. El imperialismo es, en su esencia, la expresión política y militar de la necesidad del capital de expandirse, subordinando naciones enteras para mantener su dominio mundial. No es sólo una política exterior agresiva; es una fase fundamental del capitalismo en la cual busca nuevas áreas para explotar y nuevos mercados que conquistar cuando las fronteras nacionales ya no bastan.

América Latina ha sido históricamente víctima de este poder imperialista, que ha impuesto su dominio mediante el terrorismo de Estado. Desde las primeras invasiones estadounidenses en el Caribe y América Central hasta la Guerra Fría, el imperialismo ha promovido dictaduras militares y golpes de Estado, impidiendo que los movimientos populares avancen hacia el socialismo. En lugar de respetar la soberanía de las naciones, ha utilizado la violencia y la manipulación política para controlar recursos y bloquear cualquier avance popular.

La región ha sido un campo de batalla entre los  pueblos  y el imperialismo. Ejemplos como Guatemala en 1954, donde el presidente Jacobo Árbenz fue derrocado por la Agencia Central de Inteligencia (CIA por sus siglas en inglés) por intentar una reforma agraria, o el golpe militar en Chile en 1973, que acabó con el gobierno socialista de Salvador Allende, son solo algunos casos de cómo se han frustrado los intentos por construir un sistema más justo. Y no podemos olvidar a Cuba, que ha resistido más de 60 años de bloqueo económico y agresiones imperialistas, siendo un faro de esperanza para aquellos que buscan liberarse de la dominación extranjera.

México tampoco ha escapado a la intervención imperialista. Desde la guerra de 1846-1848, cuando Estados Unidos anexó más de la mitad de nuestro territorio, hasta la Revolución Mexicana, donde la injerencia extranjera fue constante, hemos sido un escenario más en esta lucha contra el imperialismo. Hoy en día, esta batalla continúa a través de tratados de libre comercio y la presión económica y política que ejerce el imperialismo sobre nuestro país.

Venezuela, por sus vastos recursos naturales, especialmente el petróleo, ha sido uno de los principales objetivos del imperialismo. La Revolución Bolivariana liderada por Hugo Chávez representó un obstáculo directo al dominio estadounidense en la región. No obstante, aunque el gobierno venezolano ha resistido las embestidas del imperialismo, uno de los grandes errores del proceso bolivariano ha sido no avanzar de manera decisiva hacia el control socialista de los medios de producción. A pesar de los discursos revolucionarios, gran parte de la economía sigue en manos privadas, lo que ha permitido que las fuerzas reaccionarias conserven un poder considerable.

Las recientes elecciones, en las que Nicolás Maduro fue reelecto, han sido objeto de críticas internacionales, principalmente por parte de gobiernos aliados a Estados Unidos, países como Argentina, Chile y Estados Unidos, denuncian supuestas irregularidades y fraude electoral, siguiendo una narrativa que busca deslegitimar cualquier proceso que no favorezca a sus aliados en Venezuela. Pero lo que realmente está en juego va más allá de la transparencia electoral, es la lucha de clases en su forma más cruda. Las clases dominantes, tanto internas como externas, no pueden tolerar un gobierno que desafíe sus intereses, aunque este no haya completado la transición al socialismo.

La oposición venezolana, que se presenta hipócritamente como defensora de la democracia y los derechos humanos, ha demostrado repetidamente su lealtad a los intereses extranjeros. Desde el golpe fallido de 2002, respaldado por Estados Unidos, hasta la autoproclamación de Juan Guaidó como “presidente interino”, la oposición ha mostrado que su verdadero objetivo es reinstaurar un gobierno subordinado al imperialismo y a las élites económicas. Edmundo González, recientemente citado por la fiscalía venezolana, es un ejemplo más de cómo la oposición ha cruzado límites legales y morales en su afán de desestabilizar al gobierno legítimo de Venezuela. Sus llamados a la intervención extranjera y su negativa a reconocer los resultados electorales dejan claro que no les interesa la democracia, sino el poder a cualquier costo.

La situación en Venezuela nos demuestra que no basta con resistir al imperialismo; es necesario avanzar hacia la construcción de una economía socialista que garantice el control de los medios de producción por parte del pueblo. El error de no haber nacionalizado sectores clave de la economía ha permitido que las fuerzas reaccionarias mantengan su poder y que el imperialismo siga interviniendo en el país. La experiencia venezolana deja de relieve la importancia de ir más allá de las reformas y avanzar hacia una transformación socialista.

La lucha por el socialismo no es opcional, es una necesidad urgente en la batalla contra el imperialismo. La historia nos ha mostrado que las soluciones impuestas desde el exterior no benefician a los pueblos, sino a las élites locales y extranjeras. Es crucial que las organizaciones independientes que luchan por el socialismo tomen el control de su destino y construyan una alternativa real al capitalismo.

El camino hacia la liberación requiere organización popular, unidad entre los pueblos de América Latina y la construcción de un proyecto socialista que no solo resista al imperialismo, sino que lo derrote definitivamente. La historia de México, desde la Revolución hasta el presente, nos enseña que la lucha por la soberanía y el socialismo debe ser continua y sin concesiones. Es hora de avanzar hacia una verdadera independencia económica y política, donde los pueblos sean los dueños de su propio destino. Te invitamos a que, a través del periódico Fragua, que tienes en tus manos, te informes sobre lo que sucede en nuestro país y el mundo, y te unas a este esfuerzo organizativo por el socialismo.

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