Comercio informal y capitalismo
A la buena de Dios
Para la mayoría de las personas salir adelante es sumamente complejo, todos quisiéramos tener un buen empleo que nos dé lo necesario para poder solventar los gastos del día a día y así poder satisfacer nuestros derechos más básicos, como el de alimentación, vivienda, vestimenta, acceso a la salud y esparcimiento, es decir, lo necesario para una vida digna. Sin embargo, en los hechos concretos hay pocos empleos y en su mayoría mal pagados.
Pero, ¿por qué sucede esto? Se debe a que estamos inmersos, queramos o no, en el sistema capitalista, donde lo esencial es acumular riqueza para unos pocos, por medio del robo a la mayoría, que sólo puede trabajar para sobrevivir, padecer escasez.
El capitalismo se vale de mil argucias para sostener la dominación de la minoría sobre la mayoría, ya que esta minoría se apropia de la riqueza que se genera gracias a la transformación de los recursos naturales en mercancías, valiéndose del poder político y económico que, dicho sea de paso, lo tienen para ellos solitos. El resto del pueblo tenemos que hacer peripecias para sobrevivir, pues ni la misma Constitución Mexicana nos salvaguarda, ya que, según el Artículo 123: “toda persona tiene derecho al trabajo digno y socialmente útil; al efecto, se promoverán la creación de empleos y la organización social de trabajo, conforme a la ley”, esto quiere decir que el Estado tiene la obligación de generar empleos dignos y de calidad.
Sin embargo, dista mucho de ser así, actualmente en nuestro país se tiene registro de 58.8 millones de personas económicamente activas, de esta cifra solamente 20 millones 620 mil son trabajadores formales, quiere decir que el resto de la población no ocupa un empleo formal, con un contrato, prestaciones o un patrón de forma directa. ¿Qué pasa con ese resto?
El propio capitalismo nos obliga a tener que ver la forma de solventar nuestras necesidades básicas, porque si uno no trabaja, no come. Por lo tanto, nos vemos en la necesidad de autoemplearnos, vendiendo lo que podamos en el lugar donde nos den chance o poniendo un changarro y esto lo podemos ver en cualquier lugar concurrido donde proliferan los puestos ambulantes, los vendedores que pasan negocio por negocio o tocando de puerta en puerta ofreciendo sus productos. Esto también lo vemos en lugares donde desarrollamos nuestro trabajo como organización, porque igual repartimos
fragua al pequeño comerciante o al ambulante que le chinga para poder llevarse un taco a la boca. Pero no debemos perder de vista que nuestros comercios no pueden ser comparados a las grandes industrias, el de la tiendita de la esquina se ve superado por la creación de supermercados y es orillado a cerrar o merma su venta, o en muchos casos tenemos que trabajar doble, trabajamos donde nos dan un salario, pero al no ser suficiente con ayuda de nuestras familias sacamos un negocio en las noches para generar un ingreso extra.
Tan sólo en la Ciudad de México en el último trimestre del año pasado, la población informal era de 6.49 millones de personas y sus ingresos mensuales ascendieron a unos 3,500 pesos, aproximadamente ¿con esto uno puede sobrevivir y tener garantía de los derechos que se supone todos debemos gozar?
Como pueblo trabajador debemos estar conscientes de que es el Estado el que tiene que velar por la creación de empleos de calidad y que se respeten nuestros derechos como trabajadores, como dice la Constitución. También debemos entender cómo funciona el sistema capitalista que, en aras de la libertad económica de la burguesía, concentra la riqueza en los mismos monopolios y empresarios de siempre, y a la mayoría del pueblo nos despojan de los pocos bienes que logramos adquirir con nuestro esfuerzo. Es indispensable saber que el Estado está al servicio de los empresarios.
En la actualidad, está al frente del Estado Andrés Manuel, que si bien es cierto, con los apoyos que ha dado, nos ayuda a sobrevivir, dista mucho de ser una democracia verdadera donde a la mayoría se nos asegure lo necesario para satisfacer todas nuestras necesidades básicas. Por eso no podemos perder de vista que estos apoyos dentro del capitalismo sólo son para suavizar la explotación. Nuestra tarea final como pueblo no es reformar el capitalismo, sino eliminarlo, sustituyéndolo por un Estado socialista que garantice la satisfacción de nuestras demandas.
Nosotros como comerciantes debemos avanzar y desarrollar más nuestra consciencia de clase y ver que, si al menos en estos momentos sale para la papa, podríamos estar mejor si exigimos trabajos bien pagados de forma colectiva para todos, con prestaciones, acceso a la salud de calidad y a una pensión digna. Por eso no debemos vernos como enemigos, sino como lo que somos, trabajadores que queremos salir adelante. Por eso te invitamos a que juntos luchemos por una transformación verdadera, por una auténtica democracia popular donde los trabajadores seamos quienes decidamos lo que es mejor para todos, construir el socialismo. Organízate con nosotros en comités populares, repartiendo fragua para luchar juntos por nuestros derechos.
¡Luchar con el pueblo organizado,
luchar hasta vencer!
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