Las fuerzas armadas: ¿lo mejor del Estado?
Represores convertidos en burgueses
El 30 de septiembre del año pasado, el presidente López Obrador lanzó una de sus famosas y lacónicas frases: “hay que apoyarnos en lo mejor del Estado”, al referirse al Tren Maya y el papel de operador y resguardo que jugarán tanto la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA) como la Secretaría de Marina. El jefe del Ejecutivo demostraba así la confianza que le tiene a estas instituciones pero, ¿esa confianza la debe de tener el pueblo?
Esta y otras frases son una muestra de la construcción de la opinión pública de un presidente que no baja del 60% de la aprobación y cuyas palabras pesan. Esta visión es una forma de justificar lo injustificable y tomar puntos bastante unilaterales, es decir, que no se abordan los problemas desde todas sus facetas y se recupera sólo la parte que puede servir para el discurso.
Exploremos un poco. Cuando AMLO habla de recuperar el Estado frente a la política de debilitamiento del mismo por parte de los gobierno neoliberales tiene parte de verdad. Hasta 1987 el número de burócratas (según los datos del ISSSTE) creció de manera constante teniendo un freno 1988 cuando empezó una tendencia a estancarse que duró los años 1990 debido a que muchas de las tareas de la administración pública y empresas estatales pasaron a manos privadas o a la subcontratación dentro de las propias dependencias.
Uno de los rasgos más característicos del neoliberalismo y que AMLO ataca de manera voraz es éste “enflaquecimiento” del Estado. Hoy, cinco millones de personas trabajan en la administración pública llegando a niveles históricos pero, aún así, teniendo otro gran número indeterminado de trabajadores subcontratados o en esquemas como “becas” en distintas áreas.
Este “robustecimiento” del Estado es adecuado, la creación de nuevas plazas y la construcción de proyectos que dan trabajos son correctos, no estamos en contra de dar empleo al pueblo, al contrario, pero también sabemos que no es suficiente.
Sin embargo, este argumento es utilizado para fortalecer la presencia de las fuerzas armadas en ámbitos donde, si bien tenía ya sus negocios como la construcción (tan sólo con Peña Nieto el Ejército se hizo cargo de 426 obras, aunque en su mayoría ligadas a infraestructura de las fuerzas armadas) en este gobierno se destapa de manera abrupta un crecimiento en las empresas a cargo de la SEDENA y la Marina y, más que nada, dándoles proyectos de amplia envergadura como el Tren Maya o el Aeropuerto internacional de Palenque, Chiapas, y el de Tulum, Yucatán.
AMLO tiene muy claroque el ejército estaba siendo ocupado únicamente como uno más de los parásitos del Estado, es decir, que en sí mismos no producían nada, no eran generadores de plusvalor y, al contrario, vivían del plusvalor extraído a los trabajadores productivos de empresas estatales como PEMEX o la CFE y de los impuestos del pueblo. Su lógica fue: en lugar de mandarlos a los cuartales vamos a ponerlos a trabajar.
Esto, de principio y de manera unilateral, puede resultar en una salida no tan mala para ganarse a un ejército históricamente reaccionario y que vio sus intereses amenazados con el cambio de gobierno. Y, aunque AMLO diga que los golpes de Estado ya no los dan los ejércitos sino los medios y sus campañas mediáticas, lo cierto es que sabe que esto no es así y mejor ganarse a un aliado que hacerse de un enemigo (aunque el aliado esté podrido).
Esta jugada de AMLO parece matar dos pájaros de un tiro: consiente a sus posibles enemigos y produce infraestructura que apoye al desarrollo capitalista del país. Hasta ahí fanfarreas y cohetones para celebrar, sin embargo, no olvidemos el papel que ha jugado la SEDENA y la MARINA a lo largo de la historia de nuestro país donde ha perpetuado desapariciones forzadas, ejecuciones extrajudiciales, torturas y detenciones arbitrarias, entre otros graves abusos
La lógica del ejecutivo es que la SEDENA, la Marina y Banjército se constituyan como burgueses colectivos que generen recursos para el Estado y este sea redistribuido en programas sociales, infraestructura, seguridad social y todo aquello que constituye el Estado del Bienestar.
Y es aquí cuando debemos preguntarnos ¿en la historia de México qué pasó cuando el ejército se volvió empresario? Y esto queda muy a tono con los dichos del presidente respecto al supuesto origen popular del actual ejército y su origen supuestamente revolucionario (de la Revolución de 1910), pues muchos de los caudillos militares se volvieron burgueses, como el propio Álvaro Obregón, y en vez de estar subordinados a un interés nacional se volvieron caudillos y burgueses locales reaccionarios quienes no quisieron más que atender sus propios intereses o de la clase burguesa de cual eran parte.
¿Ese ejército ha cambiado? ¿Ahora sí es el pueblo en armas? Pues aunque ingresaron más de 100 mil elementos de la Guardia Nacional y la mayoría son de extracción popular esto no cambia que su instrucción siga siendo atendida por el mal llamado “Heroico colegio militar” cuyo heroísmo quedó sepultado después de su papel en las intervenciones francesas y norteamericanas.
Sus grandes exponentes vienen no de una formación en Derechos Humanos o algo parecido al Bienestar, pues, tanto el Secretario de Defensa Nacional como el director de Banjército están especializados en lo mismo: la Guerra por parte de la Escuela Superior de Guerra que en nuestro país ha sido la cuna de los militares especializados en hacer la Guerra contra el pueblo, sin dejar de mencionar al Secretario de Marina quien es miembro de la Legión de Honor de Mexicana del Centro Superior de Estudios de la Defensa Nacional de España, centro creado durante el franquismo y que hasta la fecha es la cuna del fascismo dentro de las fuerzas armadas españolas. Bonitos lugares en los cuales han sido educados estos pilares de la Cuarta Transformación.
Como dicen las abuelas “la revolución les hizo justicia” y parece que sí, tan sólo mencionar el departamento de lujo que se compró el General Luis Cresencio en el Estado de México, sin mencionar la impunidad con que se siguen manteniendo la mayoría de los militares acusados de graves violaciones a derechos humanos.
Entonces ¿el pueblo debe o no confiar en el ejército? Las fuerzas armadas tal vez se mantengan a raya mientras esté el actual gobierno o hagan una que otra “travesura” sin más al saberse impunes, pero la realidad es que debemos ser muy conscientes de la historia y origen de las fuerzas armadas, de su lógica y manera de operar, de los intereses que representan y el lugar que ocupan actualmente.
No tenemos una bola de cristal pero si AMLO quiere recuperar lo mejor del Estado, seguramente no son las instituciones que nos han violentado durante décadas sino, al contrario, lo que se debe hace es recuperar las industrias nacionales vendidas durante el neoliberalismo y que sea el Estado sin las fuerzas armadas el que genere su propia estructura, que sea el pueblo instruido y consecuente el que dirija dichas empresas.
Es necesario construir cuadros técnicos, robustecer la educación pública para tener esos sujetos que sí sirvan a una verdadera transformación y nazcan del pueblo. Pero para esto debemos exigir de manera organizada que se lleve más allá la transformación, que los límites autoimpuestos por miedo o por comodidad por el actual gobierno, sean superados.
Nosotros no olvidamos a lo peor del Estado que son las fuerzas armadas, nosotros luchamos por un Estado que represente los intereses de las clases oprimidas, por un gobierno del pueblo y para el pueblo. Nosotros luchamos por democracia popular y socialismo.
¡Queremos escuelas, queremos trabajos, queremos hospitales no queremos militares!
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