La jornada laboral de los mexicanos
Los que más trabajamos y menos tenemos
I. CUALQUIER PARECIDO CON LA REALIDAD NO ES MERA COINCIDENCIA
Éste es nuestro retrato, el de la clase trabajadora mexicana, dibujado por medio de recientescifras.
- México es el país en el que más horas se trabaja de entre todos los de la OCDE. Asimismo, la ENOE 2022 del INEGI reporta que 16 millones de los mexicanos ocupados trabaja más de 48 h por semana, lo cual sobrepasa lo establecido por la ley.
- Según el IMSS, el 75% de los mexicanos padecemos fatiga por estrés laboral, más que en Estados Unidos o China.Lo anterior quiere decir en palabras llanas que presentamos estos síntomas: “músculos contraídos, dolor de cabeza, problemas de espalda o cuello, malestar estomacal, fatiga, infecciones, palpitaciones, respiración agitada, aumento de la presión sanguínea, agotamiento, mayor riesgo de obesidad y de problemas cardiovasculares, deterioro en la memoria, problemas de sueño”.Asimismo, en el ámbito emocional, vivimos con “ansiedad, miedo, irritabilidad, mal humor, frustración, agotamiento, impotencia, inseguridad, desmotivación e intolerancia”.
- Según el INEGI (ENBIARE, 2021), el 15% de los mexicanos padece depresión; el 19%, ansiedad severa, y el 31%, ansiedad mínima en algún grado. No obstante, en materia de salud mental, sabemos que las cifras reales son mucho mayores por falta de diagnósticos sistemáticos.
- El 78% de la población ocupada en México está en pobreza extrema según el Centro de Análisis Multidisciplinario (CAM) de la UNAM (cuarto trimestre de 2020). Es decir que trabajan, pero su salario no alcanza para comprar la Canasta Alimenticia Recomendable.
En palabras simples, los datos muestran nuestra vida misma, lo que padecemos día a día: trabajamos muchísimo, pero no nos alcanza para vivir con dignidad y enfermamos en cuerpo y mente.
II. LA NOTICIA
Este año se presentaron iniciativas de mejora en lo laboral, entre las que destacan los aumentos al salario mínimo y a las vacaciones (ver FRAGUA núm. 82). En esa misma lógica, la diputada morenista Susana Prieto presentó un proyecto de modificación al art. 123 de la Constitución para quegocemos mínimo de dos días de descanso a la semana en vez de sólo uno, ya sea en jornada diurna, nocturna o mixta. Ello tendría por consecuencia que la jornada semanal se reduciría de 48 a 40 h máximas. Los beneficiarios inmediatos seríamos 25.8 millones de mexicanos, quienes trabajamos seis días a la semana. Por los datos antes presentados, queda clarísimo, además, que se trata de una reforma indispensable e inaplazable.
El proyecto se aprobó para su discusión en este periodo ordinario de la Cámara de Diputados. Llegó el día agendado, 27 de abril. En la Cámara trabajaron arduamente: se aprobaron fasttrack cuatro reformas concernientes a la actividad del gobierno federal. Pero… ¿y nuestros dos días de descanso?, ¿y el pueblo trabajador? Nada se discutió sobre la reforma en cuestión. “Ya no dio tiempo”, dijeron los diputados de Morena. Ahora, la reducción a 40 h se discutirá hasta septiembre, y aunque bien podrían los diputados convocar a periodo extraordinario, queda claro que la salud y el bienestar de los trabajadores no son su prioridad. La diputada Prieto aseguró que la reforma no fue “bateada”. Y si bien es cierto que las condiciones para aprobarla no están dadas y que Morena necesita cabildear los consensos, ello no exime a las Cámaras como totalidad de su responsabilidad, lamentablemente ausente, para con los intereses del pueblo, ni desacredita el siguiente análisis respecto al tema.
III. LÁGRIMAS BURGUESAS
Como siempre ocurre ante cualquier mínimo beneficio de la clase trabajadora, los grandes empresarios lloran, chantajean y amenazan. Desde la Coparmex y el CCE dijeron que reducir la jornada semanal a 40 h traería: “provocar desempleo”, “es un obstáculo para la inversión”, “aumentaría la robotización”, “atenta contra la productividad y la rentabilidad de las empresas”, “va a propiciar que las empresas tengan que subir los precios de venta”.Como siempre, la burguesía intenta generar miedo en los trabajadores y en el gobierno; lo hace amenazando con subidas de precios, despidos masivos, con no pagar impuestos, piden lentos periodos de transición y berrean por incentivos.
Por supuesto, esta modificación constitucional los afecta. Perder un día de siete a la semana de trabajo por empleado no es tan poca cosa. Pero dado que el T-MEC obliga a que los trabajadores en México equiparen sus condiciones laborales con los de EUA y Canadá, algunas concesiones tendrán que hacer al proletariado mexicano, al menos por ahora.
La estrategia de la burguesía se vislumbra. En los próximos meses, los empresarios se sentarán a la mesa con el gobierno y algunos sindicatos charros para moderar esta reforma laboral de cara a su discusión en septiembre, una ley “más equilibrada” según dicen. Probablemente buscarán una implementación progresiva (como se hizo con la socialdemocracia chilena): el primer año restamos una horita a la jornada semanal; al siguiente, otra; luego, otra; y así nos vamos, “pian pianito”, hasta que tengamos la fuerza para echar para atrás todo el proceso y entonces eliminamos todas esas concesiones dadas al proletariado. De cualquier forma, muchos obligarán impunemente a sus empleados a laborar más de 48 h semanales. Mientras tanto, ora desde gobierno, ora desde las filas de Morena, cacarearán otro “triunfito” para la clase trabajadora, dirán los timoratos que se “hizo lo posible”.
IV. EXPLOTACIÓN LABORAL, GANANCIA Y TIEMPO
Dos datos más:
- Un estudio del CAM-UNAM de 2012 señaló que, en México, un trabajador con salario mínimo generaba el valor de éste, dentro del proceso productivo, en tan sólo nueve minutos. Es decir que el resto de tiempo trabajado en el día pasaba a abonar a la ganancia del empresario (www.t.ly/HXHf).
- Otra fuente, Proyecto sobre Organización, Desarrollo, Educación e Investigación (PODER), publicó en abril de 2023 que los obreros mexicanos que laboran en la manufactura generan el valor de su salario en 24.6 minutos (www.t.ly/tZo_R). El estudio presenta otro dato importante: tasa de explotación, que “mide qué tantas veces es mayor el valor de la producción en relación con los salarios”. Así, por ejemplo, la tasa de explotación con respecto al valor de las exportaciones en Chihuahua es de 2,651%; es decir que el valor de lo producido por un trabajador de ese estado para su manufacturera es 26 veces mayor a lo que ésta le remunera en salario.
Estos datos resultan aterradores porque revelan el colosal tamaño de la desigualdad en el capitalismo. Todos trabajamos hasta enfermar, pero sólo unos cuántos se llevan la ganancia. ¡Ah, la perra ganancia! ¿Pero qué es exactamente la ganancia?
Los economistas burgueses y el grueso de la gente piensan que la ganancia se obtiene de vender a sobreprecio. Según esa falsa idea, el empresario suma sus gastos (los insumos, los instrumentos de trabajo, los salarios, etc.) y obtiene un costo de producción por mercancía, luego… luego simplemente ocurre la magia: “tarán”, le suma una ganancia al costo de producción y así establece el precio de venta, y justifica que si según los mercados, que si la oferta-demanda, que si el modelo de negocios. Esta forma de poner precios es real, incluso así se enseña en las escuelas de empresarios y muchos pequeños comerciantes la aplican de forma natural; pero es falsa en tanto que no explica el origen de la ganancia o plusvalía y por tanto no explica por qué vivimos en desigualdad.
La teoría marxista nos permitirá entender los pormenores de este asunto. Repetimos: la ganancia del burgués no proviene de un aumento en los precios de las mercancías o de que se las venda a sobreprecio de su valor real. Marx señaló: “Lo absurdo de esta idea se evidencia con sólo generalizarla. Lo que uno ganase constantemente como vendedor, tendría que perderlo continuamente como comprador [los burgueses son también compradores, de hecho son grandes compradores]. Si una persona toma nuestro dinero y luego nos lo devuelve comprándonos nuestras mercancías, nunca nos haremos ricos, por muy caras que se las vendamos. Esta clase de negocios podrá reducir una pérdida, pero jamás contribuir a obtener una ganancia” (Salario, precio y ganancia).
¿De dónde sale entonces la ganancia del capitalista? Del trabajo del obrero. Éste genera el propio salario del trabajador y además la ganancia o plusvalía del capitalista. Esto es así porque sólo el trabajo humano es capaz de generar valor. He ahí la gran importancia de la fuerza de trabajo, sin ella simplemente el capitalista no podría generar plusvalor. ¿Y cómo se mide el trabajo humano? Dice Marx, “por el tiempo que dura el trabajo, midiendo éste por horas, por días, etc.”. Una mercancía vale según el tiempo de trabajo socialmente necesario que se necesite para generarla. Pero nótese que decimos que una mercancía vale, y no que cuesta; esto es porque valor y precio son cosas distintas; el segundo es la expresión en dinero del valor de la mercancía. Y el valor, enfatizamos, sólo puede ser creado por el trabajo humano sobre una mercancía. Por ahora, es menester saber qué precio y valor no siempre coinciden, pero la relación entre ambos sería propósito de otro artículo.
Entonces, recapitulando, hemos llegado a conocer la importancia del tiempo de trabajo. Es en esta unidad de medida en donde la propuesta de las 40 h laborales máximas por semana afecta al capitalista. Una pertinente aclaración: el aumento de un día descanso implica, por ley, que éste debe remunerarse; es decir: el salario no debe disminuir con la reforma. En ese sentido, el capitalista pierde un día de trabajo por trabajador y se merman sus ganancias; es decir, obtiene menos plusvalor.
V. PEQUEÑOS Y MEDIANOS EMPRESARIOS, PERO CON GRANDES CONFUSIONES
En este punto, no faltará quien se preocupe por las llamadas Pymes. Habrá pequeños y medianos empresarios y comerciantes quienes viendo su patrimonio en riesgo se enojen mucho con la propuesta de las 40 h. Culparán, por supuesto, a los trabajadores y al gobierno. Pensarán: ¿podrá acaso sobrevivir mi negocio, mi empresita, con estos populistas cambios? Y harán bien en preocuparse, porque efectivamente sus Pymes estarán en riesgo; pero hay que decirlo, si bien esta medida les pone más complicadas las cosas, en realidad siempre han estado en riesgo.
La pequeña burguesía (a la que pertenecen esos dueños de Pymes) se pierde en análisis incorrectos. Ve venir la modificación de la jornada semanal y analiza que tendrán que contratar a más personal, subir sus precios, ser más eficientes, automatizar procesos. Se enojan mucho con los trabajadores, porque son ineficientes, huevones, que tienen “mentalidad obrera” he escuchado decir a modo de insulto. Concluyen lo obvio, que algunos sobrevivirán y otros no. Y sueñan que ellos sí lo harán, y no sólo eso sino que hasta crecerán desmedidamente hasta conseguir ser burguesía, grandes empresarios.
En suma, la pequeña burguesía para lograr sobrevivir ante esta modificación constitucional buscará cómo sobrexplotar a sus trabajadores. ¿De qué manera? Intentando imitar medidas de eficiencia propias de las grandes empresas y que están fuera de su alcance. En el proceso se sobreexplotarán a ellos mismos también, porque la pequeña burguesía, a diferencia de la gran burguesía, sí tiene que trabajar muy arduamente más de diez horas al día sólo para sobrevivir en calidad de pequeños y medianos empresarios o comerciantes. Y al final, de cualquier forma, la mayoría quebrará. No lo decimos nosotros ni somos malintencionados. Según CETRO_CRECE, el 75% de las Pymes en México quiebran antes de cumplir dos años, mientras el 90% no llega a los diez; esto sin el aumento a dos días descanso propuesto.
Qué grandes son estas confusiones para tan pequeños burgueses. No ven que su principal enemigo no es el proletario sino el gran burgués, que la razón por la que quiebran es porque compiten con monopolios transnacionales miles de veces más grandes que ellos, con capitales y fuerzas de producción inconmensurablemente mayores a los suyos. Y si medio sobreviven y medio les va a bien, es porque una de estas gigantes empresas les suelta una chambita como proveedores, porque un colosal y gordo burgués les deja caer unas migajitas de su banquete.
VI. ¿QUÉ HACER?
Dice un oficinista (proletario con corbata): “pues a mí ni me va ni me viene esta grilla, yo ni trabajo los sábados”. Pero claro que sí le atañe. Primero, dijimos ya que según el INEGI hay certeza de que 16 millones de almas trabajan más de 48 h por semana. Segundo, muchos otros (incluido este articulista), descansamos sábado y domingo, pero trabajamos de 10 a 12 h al día. ¿Pero cómo?, supuestamente la jornada máxima es de 8 h. Ah, pues ocurre que nuestro patrón se escuda en limbos legaloides y reparte las horas que no trabajamos el sábado entre la semana. Tercero, aunque ni el punto uno ni el dos fueran su caso, pues habría de incumbirle al encorbatado proletario pues por tantita… solidaridad.
El egoísmo entre proletarios, la indiferencia y la indolencia no hacen bien más que a los grandes burgueses. ¿Cuál es la propuesta entonces, qué hacemos? Debemos tener bien claro que los derechos se conquistan y se ejercen; de lo contrario, se pierden. Y la lucha por los derechos debe estar bien organizada. En la OLEP creamos la Unión Democrática Independiente de Trabajadores y Trabajadoras (UDITT), a través de la cual damos cursos de derechos laborales, enseñamos a la gente a organizarse con nosotros y peleamos jurídicamente y a través de la movilización por sus casos frente a las juntas laborales. No prometemos imposibles y sabemos el camino en estos momentos es muy arduo, pero sabemos también que ese camino es el correcto. Acércate a los compañeros, infórmate y organízate. Hoy, luchar por los dos días de descanso es también abonar a la lucha por que se respeten las 8 h máximas de jornada laboral diaria, y es además un primer paso para luchar por tantos otros derechos que en los hechos nos son negados, por nuestra salud, por una vida digna.
¡Trabajo digno, salario justo y seguridad social!
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