Democracia burguesa ¿Y los intereses del proletariado?
El pinto y el colorado
Y como cada seis años el circo electoral no se hace esperar y la democracia burguesa hace una gran bulla para elegir a un nuevo gobierno con características más o menos diferentes al anterior, pero con el mismo objetivo: mantener a la clase dominante en el poder, a la clase burguesa que se ha enriquecido y se sigue enriqueciendo en magnitudes cada vez mayores.
Elegir entre la continuidad de la 4ta transformación o el regreso del neoliberalismo se vuelve insuficiente, pues vemos como en ambos gobiernos los banqueros aumentan sus fortunas, los empresarios siguen robando al pueblo, las grandes industrias siguen explotando nuestros recursos naturales como el agua.
Y no vamos a decir que nada ha cambiado; por el contrario el pueblo también ha ganado durante este gobierno, con los programas sociales, con la recuperación de industrias estratégicas, con el aumento al salario y la posible recuperación de las pensiones. Sin embargo sigue siendo insuficiente, la inflación sigue creciendo, los salarios contractuales son los que menos han crecido, el outsourcing sigue sin desaparecer, las juntas de conciliación y tribunales laborales continúan con miles de casos sin resolver, seguimos sin tener una ley general de aguas que garantice el derecho al agua para todo el pueblo y no para las empresas, etc.
Ahora que va a concluir el actual sexenio se nos presenta la aparente decisión de dar continuidad a la “transformación” o regresar al viejo régimen neoliberal y represor. Estos dos proyectos ahora están representados en Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez, pero a fin de cuentas vemos que ninguna de las dos representa los intereses del pueblo trabajador.
Por un lado, Xóchitl Gálvez representa a la burguesía más reaccionaria, aquellos que buscan seguir ganando y robando descaradamente, a los que prefieren las privatizaciones y que nada quede en manos del Estado, aquellos que han reprimido del a manera más brutal al pueblo, representa los intereses más mezquinos de los que se enriquecieron durante el neoliberalismo, de los que dejaron un mar de sangre en el país con tal de aumentar sus fortunas, aquellos que buscan la impunidad y se van a esconder a España como Felipe Calderón.
Y por el otro lado, tenemos a Claudia Sheinbaum quien representa los intereses de la clase pequeño burguesa, conciliadora y moderada, a aquellos que piensan que pueden distribuir mejor la riqueza; aquellos que piensan que un represor como Omar García Harfuch puede transformar su conciencia y ahora ser representante del pueblo o que un neoliberal como Ricardo Monreal también lo puede hacer. Pero también clase social que representa representa a la burguesía monopolista trasnacional que se sabe adaptar y que sigue siendo multimillonaria, aquellos que saben que pueden seguir invirtiendo y ganando, aquellos que se benefician de las concesiones para la construcción de megaproyectos y de la explotación de la fuerza de trabajo de millones de personas.
Pero entonces ¿quién representa los intereses del pueblo trabajador? El pueblo organizado de manera independiente, con principios firmes y con una metodología proletaria va a ser el único que represente sus propios intereses, el pueblo que luche por arrancar todos los males de raíz, que no le tenga miedo a arrancar los salarios millonarios a los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, a castigar a los responsables y beneficiados de la política neoliberal, que no le tenga miedo a recuperar todo aquello que le pertenece: recursos naturales, medios de comunicación, empresas estratégicas, el pueblo que luche contra el imperialismo y el capitalismo, por la democracia popular y el socialismo,
Es por eso que decimos que en las próximas elecciones la decisión entre un proyecto y otro es una decisión aparente, pues no significa una transformación de fondo para la vida del pueblo, ahora sabemos que es insuficiente cuando el salario mínimo sigue sin alcanzar, cuando tenemos que seguir saliendo todos los días a chambear más de 10 horas, cuando no se nos respetan nuestros derechos laborales, cuando tenemos que aguantar la falta de agua durante semanas e incluso meses, cuando sigue existiendo el paramilitarismo en diferentes partes del país.
Y mucho menos significa que en estas elecciones el pueblo tenga el poder, pues la libertad de votar por tal o cual candidato es una libertad aparente. Ni siquiera las últimas propuestas de reformas a la constitución garantizan que el poder recaiga en el pueblo trabajador.
Pero entonces ¿qué significa que el pueblo tenga el poder?
Tomar el control de los medios de producción para que se produzca en beneficio de la gran mayoría. Que el pueblo tenga el poder significa que debe luchar por transformar la forma en que se produce la riqueza y no sólo la forma en que se distribuye. Significa que el pueblo este organizado en las fábricas, oficinas, escuelas, barrios, colonias y cada uno aporte a la construcción de una sociedad diferente, no sólo mediante un voto sino en la vida diaria.
Independientemente si se vota o no se vota la decisión más importante es organizarse y luchar por transformar de raíz la sociedad a una más justa, donde sea el pueblo el dueño de su propio destino.
¡Luchar con dignidad, con el pueblo organizado, luchar hasta vencer!
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