De monopolios y expropiaciones
Alza de precios y ganancias
Siempre vemos que los precios de las mercancías que compramos cotidianamente varían, a veces bajan a veces suben, pero ¿por qué?
Hay muchos autores y estudiosos de la economía que dan múltiples explicaciones. Diario podemos escuchar en la televisión, en la radio y en las redes sociales a especialistas diciendo que si la guerra en Ucrania, la inflación, la política económica de López Orador, la crisis mundial, etc., y muchos otros aspectos de la realidad a los cuales hacen responsables de la bajada o subida de los precios. Lo único cierto es que ninguna explicación profundiza en los verdaderos motivos del cambio de los precios y mucho menos responsabilizan al modo capitalista en que se producen las mercancías, es decir, nadie dice que es porque vivimos en una sociedad basada en la explotación de una clase burguesa sobre todas las demás que suceden los cambios de precios. Además, no dicen que esta clase es dueña de los grandes medios de producción (máquinas que hacen máquinas, fábricas e infraestructura diversa, la tierra).
En realidad, a muchos de nosotros no nos importa saber el por qué, sólo nos duele el bolsillo cuando llegamos a comprar, por ejemplo: el huevo, y descubrimos que en la tiendita de la esquina está en 54 pesos, entonces, algunos buscamos a quien echarle la culpa de eso.
Los principales responsables son los monopolios transnacionales nacionales o extranjeros. En México, quien puede poner el precio al huevo y al pollo es un monopolio Bachoco (familia Bours), o quien puede hacer que varíe el precio de la tortilla es Minsa (Luís García Serrato) y GRUMA más conocido como Maseca (Juan González).
Un monopolio es una empresa que controla la producción casi totalmente de una mercancía. ¿Qué significa que controle totalmente la producción de un mercancía? en primera instancia que no compra barato para vender caro, sino que produce la semilla, en una tierra que le pertenece, que produce, procesa y comercializa la semilla en diferentes presentaciones. También tiene la mejor tecnología y técnicas para la producción y distribución. Tiene a su disposición trabajadores en cada etapa de la producción y de la distribución de su mercancía. El control de los aspectos anteriores le permite tener un costo de producción muy bajo lo cual le permite imponer el precio, pues al ser un monopolio la competencia real no existe. Uno de las más grandes mentiras de la economía capitalista es que la competencia o la oferta y la demanda es lo que determina los precios. La realidad es que quien controla los precios son los grandes monopolios o los oligopolios que no sólo controlan la producción y distribución de una mercancía sino de muchas mercancías.
“Bachoco” controla la producción del pollo y todo lo que implica crear un pollo, producir huevos y todo lo relacionado con la industria de ese animal, no sólo en México, si no en diversos países. Así, Bachoco es una empresa monopólica transnacional de origen mexicano, y no sólo explota a los mexicanos y se aprovecha para poner precio a su producto en México, sino en varios países. De ahí que el huevo suba tanto de precio y el pollo también, aunque la empresa y los economistas tradicionales dirán que es por la crisis de gripa aviar en Estados Unidos.
Es fundamental recordar que la ganancia de una empresa en el capitalismo no proviene de la venta por encima del precio de costo de una mercancía, sino del trabajo no remunerado a los trabajadores, es decir, de la plusvalía que saca la empresa a cada trabajador, del dinero que le roba al trabajador hora tras hora mientras trabaja. Recordemos que la estadística nos dice que un obrero produce en los primeros nueve minutos aproximadamente su salario, el demás tiempo que produce es para el empresario, ese tiempo restante es lo que se apropia el capitalista, de ahí que no existe un capitalista o empresario honesto y no robe.
¿Sería posible que no hubiera monopolios que subieran sus precios en su beneficio y en el perjuicio de todos los mexicanos? Claro que sí, pero eso requiere de un pueblo organizado, de un gobierno valiente y no conciliador, de limitar a los timoratos y temerosos que no quieren una transformación favorable al pueblo, porque temen de la reacción conservadora. Es justo reconocer que el gobierno federal actual ha tomado medidas que beneficia al pueblo al limitar, en cierta medida, a algunos monopolios rapaces, pero es cierto también que eso no ha sido suficiente para ver un mejoramiento de la calidad de vida de los mexicanos. Muchas personas pueden pensar y decir que no se puede hacer más, que hay que hacer lo posible, que tomar una medida radical desataría la reacción conservadora. Lo cierto también es que el límite para tomar medidas más contundentes contra la burguesía rapaz y lograr mayores beneficios para el pueblo es un límite que el propio gobierno federal se ha puesto y que repiten sus partidarios.
Un ejemplo histórico de que lo que es una medida radical en México fue la expropiación petrolera en 1938, cuando el gobierno sin temor, por estar apoyado por el pueblo organizado tomó la decisión de arrebatarle a las empresas monopólicas el petróleo de los mexicanos. El gobierno actual ha demostrado que tiene una capacidad de convocatoria de millones de personas ¿porque no convocó a esos millones de personas para favorecer una reforma en materia energética más favorable para el pueblo?, ¿por qué no convoca a los millones de personas que lo siguen para despojar a las grandes mineras de concesiones rapaces?, ¿por qué no convoca a las masas de millones para parar el alza de la tortilla y el pollo a través de poner en manos del pueblo esas empresas para el beneficio del mismo?
Por una sencilla razón, porque su política, es conciliar los intereses de la clase burguesa dueña de los grandes medios de producción y los intereses de la clase proletaria dueña sólo de su fuerza de trabajo, esto significa que sólo limita la rapacidad, pero los deja ser rapaces en muchos aspectos, véase como ejemplo a los acusados de beneficiarse del neoliberalismo por la venta de múltiples empresas estatales a precios bajísimos, hoy esos acusados son varios de los beneficiarios de la políticas económicas de este sexenio: Carlos Slim, Salinas Pliego, Germán Larrea o Eduardo Bours. No basta con cobrarles los impuestos que están obligados a pagar, digamos que es un paso y qué bueno que se dio, hay que elevarle los impuestos de manera directa a su ganancia progresivamente, incluso en un 70% como el gobierno de Estados Unidos hizo a sus empresas cuando tenía un estado benefactor fuerte. A todas las empresas monopólicas que no cedan en los impuestos habría que expropiarlas como en 1938 hizo Lázaro Cárdenas, ya que está demostrado que PEMEX fue y puede ser una empresa exitosa.
¡El impuesto progresivo a la ganancia es una forma de justicia al pueblo explotado, luchemos por impulsarlo!
¡Ante la reacción de la burguesía monopólica, expropiación!
¡Ante los timoratos y temerosos la organización independiente!
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