La voz del Pueblo

Denuncia anónima del programa Siemprevivas de la alcaldía Iztapalapa

A continuación presentamos otra denuncia anónima de una compañera orientadora comunitaria a quien le condicionan el pago de su salario en pleno fin de año y pandemia. Cabe señalar que la denuncia se presenta de manera anónimo por miedo fundado de la compañera a sufrir represalias y por eso hacemos responsable a las autoridades de la alcaldía Iztapalapa por cualquier acto en contra de cualquier orientadora comunitaria.

Mi experiencia en el proyecto Siemprevivas: Prevención de Violencia Familiar y de Género. Orientadoras Comunitarias de Atención a la Violencia Familiar en Iztapalapa es una vivencia llena de violencia institucional, violencia laboral, violencia comunitaria y negligencias. Una historia que vivimos más de 30 mujeres profesionistas de diversas carreras como trabajo social, mercadología, psicología, pedagogía, entre otras.

Este monstruo disfrazado de intento de proyecto “feminista” empezó en marzo del 2020, y debido a la pandemia tuvo que atrasar su implementación. Durante los últimos cuatro meses del año, fue que comenzamos las visitas a campo, a las colonias de atención prioritaria. Yo estaba en una de las colonias más difíciles dentro de las 10, donde los delitos violentos y los delitos contra las mujeres son el pan de cada día. Esto, claro está, no le importó nunca a la maestra Angélica Anaei Olivares Ocaranza, Jefa de Unidad Departamental de los derechos de las mujeres y de la igualdad sustantiva de la Alcaldía Iztapalapa, coordinadora del programa SIEMPREVIVAS y a Edgar Hernández Ramos, el representante legal de CONSTRUCTO A.C., organización donde se triangulan recursos y, seguramente, se manejan grandes cantidades de dinero de la Alcaldía, de esto último no tengo pruebas pero tampoco dudas.

En fin, continuando con el relato, nosotras como orientadoras comunitarias estábamos obligadas a cumplir CON VISITAS DIARIAS EN LOS DOMICILIOS DE POTENCIALES AGRESORES, ahí, dentro de los hogares que visitamos, vivían las mujeres víctimas de la violencia pero también sus violentadores. Lo cual nos dejaba en una situación muy delicada que no era atendida, nunca lo fue. Esto aunado a la emergencia sanitaria por el coronavirus, donde la Alcaldía Iztapalapa es la que más contagios y defunciones registraba en esos días. Nunca nos dieron un equipo de protección adecuado ni medidas de salud que pudieran servirnos.

Desde el inicio, supuestamente contábamos con protección de las patrullas de la Secretaría de Seguridad Ciudadana, sin embargo, esto nunca fue suficiente y eficiente. Rara vez nos atendían las llamadas de alerta cuando nos sentíamos vulneradas e incluso Angélica nos exigía comprobar que estábamos siendo puestas en peligro porque tenía que “justificar pedir el apoyo”. Varias veces nos vimos en peligro, atendiendo mujeres cuyos relatos ya alertaban intentos de feminicidio o emergencias inminentes, no obstante, ¿cómo se aseguraba Angélica y sus coordinadoras Fabiola y Dafne Nava que sus orientadoras iban a estar “siemprevivas” si solamente teníamos un chat de whatsapp como medida de seguridad? El colmo de la burla.

La gota que derramó nuestro vaso fue cuando no veíamos claro la cuestión con los pagos, nos prometían que sí, que ya mero caía el recurso, que tuviéramos paciencia, y no fue sino hasta muchas semanas después que nos pagaron por nuestro riesgoso trabajo, casi porque entre todas las compañeras estuvimos presionando al personal de contacto de CONSTRUCTO para que cumplieran con su parte, porque siempre nos hicieron sentir como que nos estaban haciendo un favor al pagarnos lo que era justo y que si nos quejábamos, nos iba a pasar lo mismo que a otras compañeras que despidieron por “revoltosas” y por “no alinearse con el proyecto”.

Todas nuestras inconformidades fueron minimizadas por Angélica y su grupo selecto, siempre defendiendo lo que no tenía ni pies ni cabeza, justificándose con que fue un programa piloto y que obviamente iba a incurrir en algunas deficiencias. Sin embargo, seguían violentando nuestros derechos, nuestro sentir y nuestras capacidades. Cuando estuvimos en peligro la respuesta siempre fue la misma “pues así es esto, esto es lo que hay”; incluso cuando empeoraban los casos de contagio en la colonia en la que estuve, la respuesta siempre fue “no vamos a detener actividades, hay que sacar el trabajo” que se puede bien traducir en la importancia por generar números, a costa de la vida y el bienestar de las orientadoras (las contratadas por CONSTRUCTO y las que venían de otras áreas de la Alcaldía y sus territoriales).

Angélica Olivares no tiene empatía por las mujeres trabajadoras, ni siquiera por su grupo selecto del que hace/hizo uso para amedrentar, para ella solamente somos instrumentos de trabajo, respondientes [sic] a su puesto de poder. Es una vergüenza que este personaje esté como JUD. Hasta el último momento se nos condicionó nuestro pago a la entrega de materiales (chaleco, gafetes, ruletas, decálogos) y a la entrega de dos informes de la implementación del proyecto (uno grupal e individual). “Si no entregan su material y sus informes, no habrá liberación del pago”. Como si nosotras les hubiéramos debido algo siempre, como si tuviésemos que estar en deuda cuando siempre fue al contrario, esas personas nos quedaron debiendo…nos quedan debiendo el respeto a nuestra dignidad, nuestra integridad y capacidades. La entrega del uniforme, intuimos varias compañeras, era un signo más para desconfiar, porque parecía más un querer borrar todo el registro que pudiera vincularnos laboralmente con el proyecto.

Con mi relato me sumo al grupo de orientadoras que han venido demandando investigación y sanción para las y los responsables de este disque proyecto en beneficio de las mujeres.

Pura politiquería barata y feminismo de dientes para afuera. DEMANDO JUSTICIA.

Adjunto mi gafete donde se lee que la vigencia vence en diciembre, dejándonos en la incertidumbre respecto a la continuidad del proyecto ya que se anuncia una cosa pero actúan de una manera distinta ¿o serán como todas las empresas de outsourcing que desaparecen en diciembre y vuelven en enero iguales pero con otra razón social? Consideramos que tuvieron miedo de las demandas y por ello nos exigen nuestros materiales y condicionan nuestros pagos.

JUSTICIA. YA BASTA DE QUE NOS USEN COMO INSTRUMENTO POLITICO Y QUIERAN SACAR VENTAJA DE NOSOTRAS. JUSTICIA.

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