Lucha estudientilArtículosFragua#111

Experiencias de lucha y narrativas de derrota

Resistir a la represión de los mecanismos de disciplinamiento, castigo social y las narrativas de la derrota contra el movimiento estudiantil en la Universidad Nacional Autónoma México (unam), para esto debemos reforzar la organización y la movilización de los estudiantes.

Ahora que, en la Facultad de Filosofía y Letras de la unam, la asamblea estudiantil ha decidido entregar las instalaciones (a partir del 31 de octubre) para la siguiente semana en la que se harán boteos, conversatorios, mesas de discusión y mesas de diálogo con las autoridades en lo que corre el tiempo máximo que tienen para resolver los puntos mínimos exigidos. Es cuando más alertas hay que estar.

Si bien es cierto que la semana con las actividades planeadas permitirá que se discuta, dialogue y amplíe la difusión y la incorporación de más miembros de la comunidad a la asamblea, no hay que olvidar que las autoridades desplegarán también una nueva fase de represión (nueva porque la han mantenido desde siempre). 

Todo es culpa del paro

Primero que nada, se difundirá el discurso de “todo es culpa del paro”. Bajo esa narrativa se justificarán las mismas prácticas violentas e indiferentes en contra de la comunidad universitaria y la desfachatada “conchudez” con la que quienes se sienten parte de la “casta dorada” y tienen garantizados sus jugosos sueldos deciden no enseñar ni trabajar y mucho menos formar. La narrativa, por tanto, no sólo se presentará en los dispositivos discursivos de autoridades y ciertos académicos administrativos y estudiantes, sino que se materializará en dispositivos concretos de castigo y disciplinamiento social. ¿Qué quiere decir esto?

Que la inoperancia, lentitud e ineficacia que (ojo, no se nos olvide) ya existía antes del paro, se justificará diciendo que todo está atrasado y nada avanza por culpa de éste (aunque antes tampoco avanzara), que si hay retroceso o se pierden becas y algunos de los muy pocos derechos de estudiantes y trabajadores todo es por el paro. Sobre todo, en aulas y salones de clase se impondrá una dinámica de castigo académico. Si el movimiento no es fuerte ni siquiera habrá reposición de las semanas perdidas, no importará abrir espacios para desahogar los temas y actividades con calma…

se impondrá la lógica de sacar el semestre a como dé lugar y se agudizarán en algunos casos las prácticas de violencia académica (que ya son toleradas) por medio de la saturación de trabajos largos e imposibles, desgastantes… ¿por qué? Porque lo importante no es aprender-enseñar, sino es que quienes participaron en el paro entiendan que el castigo de participar políticamente es la violencia ejercida desde las aulas, que las calificaciones son también métodos de premio castigo conductista, lo que de pasada permite que quienes simpatizaron con el paro o estaban pensando en hacerlo, se arrepientan al ver el escarmiento (prevenir que más se organicen). 

Por supuesto, esto solo se sumará al ambiente de represión y hostigamiento dirigido específicamente en contra de quienes ya han sido identificados por la autoridad como “paristas”. El objetivo en estos casos es castigar y mostrar quién tiene el poder de someter, al igual que los esclavos rebeldes recibían latigazos, los estudiantes rebeldes recibirán sus propios y adaptados castigos académicos que no sólo hagan dudar y funcionen como medio para prevenir que otros se contagien de las ganas de organizar y transformar, sino que alimente aún más el odio de quienes no estaban de acuerdo con el paro

De esta manera se profundiza la ruptura del tejido social estudiantil, más confrontación y se lincha mediáticamente al sector rebelde mientras se invisibiliza que no hay razón lógica que enlace el paro con la ineficacia administrativa ni relación lógica entre que haya habido paro y que las autoridades decidan no reponer semanas para que el semestre se realice en las mejores condiciones. Esto permite, además, echar a andar una lógica de linchamiento social entre los estudiantes mismos que no hace sino estigmatizarlos.

Las narrativas discursivas de los directivos

A eso se sumarán las narrativas discursivas de los directivos y, claro, de algunos académicos que se asumen como la “crema y nata” de la intelectualidad, que no tardarán en decir “Se los dijimos”, “Ni siquiera saben lo que quieren”, “Son intereses oscuros”, “Ni estudiantes son”. ¿Por qué? Porque se trata de, al mismo tiempo que aprietan con mecanismos concretos de represión a los estudiantes organizados, desperdigar narrativas que hagan que los mismos estudiantes organizados duden de su capacidad, de exhibirlos como carentes de razón.

Se trata de pisotearlos hasta que quede claro que estaban equivocados, que han sido derrotados, para convencerlos de que no tienen capacidades, mecanismos, ni siquiera tienen ideas ni posibilidades de hacer frente y organizarse. Esta narrativa es falsa… en toda praxis política se cometen errores, y de ellos se aprende. La experiencia vivida debe ser procesada colectivamente como eso, un aprendizaje, una autocrítica sana (que no servilista a los intereses de la autoridad) permitirá que en colectividad se analice qué se hizo bien, qué no, con qué otras formas se puede luchar para cambiar lo que no funcionó, sobre todo con el objetivo de mantenerse como personas y colectividades que continúan en la lucha. 



Si no tenemos claridad ante los posibles escenarios que vamos a enfrentar y claridad en que hay que resistirlos y denunciarlos de manera colectiva, la estrategia represiva será más efectiva. Por tanto, ante el despliegue de estos mecanismos: 1) la denuncia de cada uno de ellos señalando claramente a docentes, autoridades y administrativos que comiencen a implementar prácticas de castigo y disciplinamiento social.

2) La explicación en los brigadeos y en los espacios de discusión de que esto no lo están haciendo los paristas, sino las autoridades y por tanto es culpa y responsabilidad de quien decide hacerlo y no del paro que es sólo su absurda justificación (nadie provoca que otro lo violente) y 3) la resistencia construyendo colectivamente nuestros propios análisis autocríticos, sí, pero derrotistas jamás, que expliquen lo que se ha aprendido, lo que hay que mejorar y lo que sigue. !

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