¡40 HORAS DE JORNADA LABORAL YA!
En México vivimos para trabajar. Mientras que la reforma para reducir la jornada laboral de 48 a 40 horas sigue “congelada” por legisladores y gobiernos de Morena, en España han aprobado la reducción de la jornada laboral a 37.5 horas a la semana. Pero, ¿qué diferencias hay en Europa y América para tener estas jornadas laborales? A continuación, te decimos cuáles son las razones profundas que tienen a los mexicanos “trabajando para vivir”.
La primera diferencia es histórica. Tras la Revolución Industrial (de 1760-1840), en Europa se estableció un extenso aparato capitalista para una explotación intensiva contra el trabajador. La explotación motivó la temprana formación de movimientos obreros que, tras organizar a la clase trabajadora lograron mejores condiciones laborales. Esta organización fue clave para la instauración de la jornada laboral reducida y salarios mínimos en muchos países europeos. Así como la explotación de la fuerza de trabajo de los trabajadores en los países colonizados por los nacientes países imperialistas.
En América, la herencia de los medios de producción acumulados en algunos burgueses, la preponderancia de intereses oligárquicos y la débil organización obrera, han perpetuado jornadas laborales gañanes y salarios injustos. Por ejemplo, en México la industrialización se dio de forma tardía ¡hasta 1930! Cien años “de soledad” después y, además, enmarcada en relaciones de dependencia y neocolonialismo burgués. Esto generó economías orientadas a la exportación de materias primas y a la concentración del capital en pocas manos.
Otra diferencia, entre la clase obrera en Europa y en América, fue la fortaleza sindical, la cual permitió a la clase obrera, después de las guerras mundiales, obtener políticas del “bienestar”. En contraste, en muchos países de América, como en México, la organización sindical ha enfrentado una mayor fragmentación y, en ocasiones, una represión directa por parte de fuerzas estatales y económicas, favoreciendo a la burguesía extranjera.
[Un dato: Las primeras políticas para generar el Estado del Bienestar se remontan en Europa a 1847 y 1853, específicamente en Suecia, donde se aprobaron las “leyes de ayuda a los pobres” y 40 años después, en 1898, fue fundada la Confederación de Sindicatos Suecos (LO).]
En México, la influencia del modelo neoliberal ha favorecido políticas de flexibilización del mercado laboral. Es obvio señalar que la escasa intervención estatal y la orientación hacia la apertura de mercados han contribuido a mantener jornadas laborales extensas y a perpetuar la desigualdad salarial. Mientras que en Europa la creación de sistemas de seguridad social, legislación sobre jornadas laborales y establecimiento de derechos mínimos para los trabajadores, reflejan una mejor respuesta estatal a las demandas del movimiento obrero.
En otras ediciones de este periódico popular hemos abordado el tema señalando a legisladores de Morena como Pedro Haces o Ricardo Monreal, como quienes han bloqueado la reforma para reducir la jornada laboral en el Congreso, aun cuando ya estaba lista para ser aprobada en “fast track”.
¿Por qué no se reduce la jornada laboral?
Desde la perspectiva científica, una de las características del capitalismo es la extracción de plusvalía, es decir, la diferencia entre el valor que produce el trabajador y el salario que se le paga.
Reducir la jornada laboral a 36 horas implicaría disminuir la cantidad de trabajo no remunerado que el capitalista puede robar al trabajador. Esto se traduce en menores márgenes de ganancia y, por lo tanto, en una reducción directa de la acumulación de capital, que es el motor del sistema capitalista.
Países con jornada laboral mayor a 40 horas.
La India no sólo es el país que más “quiere” a su presidente, también es el país donde las personas trabajan más horas a la semana: en promedio 56 horas. Pakistán le sigue con 49,2 horas; Sudán 49 horas; Emiratos Árabes Unidos 48,7 horas; Jordania: 48,4 horas; Zimbabue: 48,1 horas.
A nivel latinoamericano, Guatemala se ubica en el puesto 19, con 45,3 horas trabajadas; mientras que México, en el puesto 21, tiene 45,2 horas en promedio, aunque en la realidad sea de 48 horas legalmente (o más de forma ilegal), según datos de la oit de diciembre del 2024.
La oit también señala a los países que trabajan menos: “Países Bajos tiene el primer puesto, con 29,8 horas. Seguido de Ruanda, que tiene 29,9 horas; y de Irak, que cuenta con un promedio de 31,6 horas. Austria y Dinamarca cierran el top 5, con 32,4 y 32,6 horas, respectivamente. Noruega tiene 33 horas laborales a la semana; Finlandia, 33,5 horas; al igual que Alemania, Bélgica tiene 33,8, y Niue (territorio en libre asociación de Nueva Zelanda) tiene 34,3 horas a la semana”.

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La perspectiva de la Unión Soviética
Después de la Segunda Guerra Mundial, la Unión Soviética (urss) se destacó por integrar los derechos sociales, incluidos el acceso a la seguridad social, en su proyecto de Estado. Los líderes soviéticos defendían que:
La protección social era una garantía para el desarrollo integral del individuo.
Los derechos a la salud, la educación y la seguridad social eran fundamentales para construir una sociedad equitativa y justa.
Esta visión se plasmó en la legislación y en la práctica cotidiana del Estado, marcando un precedente en la concepción de la seguridad social como derecho humano.
La reforma para reducir la jornada laboral se vincula estrechamente con la protección de otros derechos fundamentales, entre ellos, el acceso a la seguridad social. La seguridad social incluye prestaciones de salud, pensiones y protección en casos de desempleo. Es aquí donde entra la herencia de la URSS para establecer la seguridad social como un Derecho Humano.
De esta forma, en el país de los Soviets los derechos sociales se convirtieron en garantías universales y estatales, abarcando no sólo la protección en el ámbito laboral, sino también el acceso garantizado a la salud, la educación, la vivienda y otros servicios esenciales, todos orientados a la construcción de una sociedad igualitaria y colectiva.
En contraste, en el sistema capitalista los derechos laborales se desarrollan principalmente a través de relaciones contractuales y negociaciones individuales o sindicales, donde la protección del trabajador depende en gran medida de su capacidad de negociación frente a los intereses del capital, lo que frecuentemente resulta en una cobertura más fragmentada y en condiciones que pueden ser menos estables y universales.
La reducción de la jornada laboral se enmarca en una visión global de justicia social y derechos humanos, hoy en decadencia tras la ola neofascista de las ultraderechas en el mundo. Sin embargo, como vemos en otros ejemplos históricos de transformación social, la organización de la clase obrera es indispensable para lograr mejores condiciones laborales, una reducción de la brecha entre plusvalía laboral y ganancia patronal, así como la vital socialización de los grandes medios de producción!
¡Organízate para transformar de verdad!
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