¿Por qué lucharon los espartaquistas?
150 aniversario de Rosa Luxemburgo
Rosa Luxemburgo nació el 5 de marzo de 1871 en Zamosc, Polonia, cuando aún formaba parte del Imperio Ruso. A los 15 años ingresa al partido polaco “Proletariat”, después huye a Suiza donde asiste a la universidad de Zurich y se adentra en las ideas socialistas. En 1893 funda el periódico “La causa de los trabajadores”, en ese mismo año funda el Partido Socialdemócrata del Reino de Polonia, el cual luego pasaría a llamarse Partido Socialdemócrata del Reino de Polonia y Lituania.
En 1898 se casa con Gustav Lübeck y obtiene la nacionalidad alemana. Comienza a militar en el Partido Socialdemócrata Alemán y como parte del mismo escribe en 1899 su famoso folleto ¿Reforma social o Revolución?
Entre persecución y encarcelamientos vive la primera década del siglo xx. Durante estos años polemiza con Lenin respecto a los métodos que deben seguirse para desarrollar la Revolución fundamentalmente oponiéndose a la importancia del centralismo-democrático y la dirección de un Partido conformado por profesionales de la Revolución. Sin embargo, comparte con los bolcheviques su análisis respecto a la necesidad de evitar que proletarios mueran frente a otros proletarios en una Guerra imperialista que sólo representaba los intereses de la burguesía.
En 1914 funda la Liga Espartaquista para diferenciarse de las posturas de los socialdemócratas que apoyaron la alianza con burguesía en la Primera Guerra Mundial. Como resultado de la Guerra se da la Revolución de Noviembre en Alemania y el 9 de noviembre el Kaiser abdica; por unas horas se declaró a Alemania una República Socialista Libre para luego ser declarada la República del Reichstag, a lo que los espartaquistas dirigidos por Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht, entre otros, respondieron con el Levantamiento Espartaquista, un esfuerzo revolucionario con un programa, táctica y estrategia definidos que buscaban el establecimiento de la dictadura del proletariado, el cual fue aplastado por las fuerzas contrarrevolucionarias de los socialdemócratas dirigidos por Friedriech Ebert, quienes junto a las milicias nacionalistas de los “friekorps” (cuerpo de voluntarios) asesinaron a cientos de comunistas y aplastaron a sangre y fuego a los espartaquistas.
Karl Liebknetch liberado de prisión en Luckau, llega a Berlín y es recibido por una gran multitud, están presentes Franz Mehring y Leo Jogiches, quienes se autodenominaron grupo internacional, posteriormente Spartakus. Emplearán la prensa para difundir el programa Die Rote Fahne Radek que pasa a la clandestinidad y se mantendrá así hasta la captura de Karl y Rosa ya reprimidos los levantamientos obreros en Alemania.
Rosa es asesinada el 15 de enero de 1919 junto a sus camaradas quienes, como ella, jamás dejaron de creer en la Revolución y en la necesidad de alcanzar el socialismo. Ahora bien, ¿cómo recordar a Rosa más allá de los datos biográficos?
Hoy, a 150 años de su natalicio, muchos antimarxistas y antileninistas (declarados o no) utilizan las controversias de Rosa con los bolcheviques para atacar los procesos revolucionarios, la función del Partido y el centralismo democrático exponiendo a Rosa más como una “demócrata” fanática de las libertades individuales y no como una revolucionaria comunista que buscaba el poder de la clase proletaria por medio de la organización y el fusil.
De este modo, se utilizan las críticas a los bolcheviques como muestras de lo que “realmente debe ser el socialismo”, quitan las palabras dictadura del proletariado y centralismo democrático y las intercambian por conceptos como “búsqueda de libertad” y “actualizan” el pensamiento de Rosa sin recuperar los métodos revolucionarios que planteó ni mucho menos el programa de los espartaquistas.
Y así nos preguntamos, parafraseando a Rosa Luxemburgo: ¿Qué quería la Liga Espartaquista? La Liga difundió un Programa de Lucha dividido en cuatro apartados generales: 1) Medidas inmediatas para asegurar el triunfo de la revolución; 2) Medidas políticas y sociales; 3) Medidas inmediatas económicas inmediatas y 4) Tareas internacionales.
Estas medidas se establecieron para lograr una democracia que no fuera burlada, una democracia proletaria que fuera como “el dios Tor blandiendo su martillo, para abatirle sobre la cabeza de las clases dominantes”.
Entre las medidas necesarias para esta democracia auténtica estaban las siguientes: el armamento y control de las fábricas de armas por parte de los Consejos de Obreros y Soldados y la creación de una Guardia Roja para defender la revolución; creación de una Alemania unificada y la constitución de la Central de los Consejos de Obreros y de Soldados y de un Comité Ejecutivo del mismo para que fueran los organismos supremos del poder legislativo y ejecutivo; expropiación de las grandes tierras agrícolas, bancos, minas, fábricas y todas las grandes empresas industriales y comerciales y el restablecimiento inmediato de las relaciones con los partidos hermanos de los países extranjeros con el fin de dar una base material a la revolución internacional. En pocas palabras los espartaquistas lucharon por “¡Socialismo o retorno a la barbarie!”.
Para lograr estos objetivos los espartaquistas tenían como táctica el conducir la huelga general de las masas y la insurrección de las mismas, aunque sin una planificación centralizada; al contrario, esperaban que el ímpetu de la espontaneidad de las masas fuera la fuerza motora de la Revolución y el Partido únicamente clarificara los objetivos generales a los que el propio impulso de las masas y su práctica revolucionaria los conduciría.
Lenin marcó de manera puntual la necesidad de centralizar muchas tareas y decisiones en ciertos momentos; en fortalecer ese grupo de revolucionarios profesionales clandestinos como una medida táctica para poder sortear la represión y dar buen cauce al proceso de lucha.
A la distancia, podemos decir que, si somos marxistas, la práctica le dio la razón a los bolcheviques y les costó la vida a valiosos comunistas como Rosa Luxemburgo. Sin embargo, de eso están hechos los sueños proletarios: de personas que buscaron y dieron todo por alcanzar el anhelado socialismo.
Para Lenin, Rosa siempre fue una compañera, una comunista, una camarada con quien se debía discutir para mejorar e impulsar la revolución.
Hoy, los revisionistas quieren hablar de una Rosa Luxemburgo sin filo, anticomunista, que luchó sólo por tales o cuales causas inmediatas. No, Rosa Luxemburgo fue y será un ejemplo de compromiso, de llevar a la realidad las propuestas y morir en el intento. Es un ejemplo de que nuestra clase luchará y será derrotada y volverá a luchar y volverá a ser derrotada y así hasta la victoria, es el único camino que conocemos.
A 150 años del nacimiento de la Rosa Roja hoy más que nunca gritamos ¡Socialismo o retorno a la barbarie! Hoy más que nunca nuestro corazón recuerda a los espartaquistas, su lucha, su vida, su muerte. Sus lágrimas y sangre pavimentan nuestro futuro y es nuestra tarea terminar lo que iniciaron.
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