ArtículosAnálisisFragua#106

Atados al imperialismo ¿Cuál soberanía?

¿soberanía?

¡Usted lector! ¿Ha sido testigo de la clausura de comercios chinos, ya sea en la Plaza Izazaga en la Ciudad de México, o en el centro de la ciudad de Puebla? ¿Qué opinión tiene de que las autoridades hagan estas clausuras y decomisen mercancías chinas? Estas son algunas de las interrogantes que consideramos muy importante hacer, puesto que, a ojos de muchos es muy bueno que el gobierno haga estos operativos, los motivos pueden ser varios: son productos de mala calidad, los chinos no respetan los derechos laborales, además que no pagan impuestos, o simplemente, por su culpa se van a la quiebra empresas nacionales, afirmaciones que son válidas hasta cierto punto y desde una perspectiva ciegamente nacionalista y pequeño burguesa.

Pero entonces ¿a la gente de a pie realmente nos beneficia que no tengamos la alternativa de comprar productos chinos? ¿Realmente las empresas “nacionales” respetan los derechos laborales a diferencia de los chinos que venden productos piratas? ¿No será que también México está convirtiéndose en el aduanero de Donald Trump en contra de China? Preguntas que responderemos de manera general en este artículo, para llegar al punto de saber realmente a quiénes les beneficia este teatro, pero lo que a simple vista se ve, es que el pueblo trabajador no es el beneficiario inmediato de estas medidas.

Mano de obra barata

En el capitalismo, es muy importante el desarrollo tecnológico y la inversión, el primero hecho regularmente por los países centrales como Estados Unidos, potencia imperialista que se dedica a invertir en países periféricos del capitalismo como México, donde puede explotar desde sus vastos recursos naturales hasta su mano de obra barata; por ende, la inversión extranjera es vista como un gran avance por la clase burguesa trasnacional aliada de los gobiernos títeres, pues por poner un ejemplo, el Plan México contempla una gran cantidad de inversión principalmente estadounidense con empresas como Amazon.

Esta inversión se ve reflejada en la producción que se hace en nuestro país, principalmente dirigida a la exportación en la industria automotriz, equipos procesadores y de telefonía en mayor medida hacia los Estados Unidos, lo que comprende el 83% de las exportaciones mexicanas, lo que deja ver la gran dependencia comercial que México tiene con el vecino del norte, situación que se acrecentó y fortaleció desde la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio firmado en 1993 por el expresidente Carlos Salinas de Gortari.

La realidad histórica ha dado la razón al movimiento democrático independiente: este tratado comercial de corte neoliberal no beneficiaría al pueblo trabajador, puesto que cuestiones como el desmantelamiento y privatización de empresas estatales, la llegada de empresas norteamericanas que absorbieron o condenaron a la quiebra a miles de talleres y empresas mexicanas, e incluso, la economía globalizada que se refleja en un muy estrecho acercamiento entre la economía mexicana y la estadounidense, no son más que los resultados de un tratado que sólo benefició a la burguesía monopolista trasnacional.

¿Hay una lucha por la Soberanía de México o una subordinación hacia la burguesía transnacional?

Te invitamos a leer el artículo publicado en Fragua #104 Defendernos sin burguesía

La economía mexicana dependiente de Estados Unidos

La economía mexicana es tan dependiente de Estados Unidos a tal grado que, si éste decrece, México es condenado a un efecto similar, para poner en evidencia lo antes dicho, veremos que mientras Estados Unidos mantiene una taza de crecimiento de su Producto Interno Bruto PIB que no supera ni el 3% durante los últimos 3 años, México ha corrido con la suerte de no lograr continuamente el tan anhelado 4% anual desde el gobierno de López Obrador, ni mucho menos ahorita con Claudia Sheinbaum. Incluso, durante el primer trimestre de 2025, hay un déficit en cuanto al crecimiento del PIB, ante una contracción del -0.6%, con una desaceleración que se muestra en un crecimiento de tan sólo 0.5% general según cifras del INEGI, lo que evidencia un futuro muy cercano a una economía en
recesión.

¿Qué otro “beneficio” nos trajo la dependencia económica con los Estados Unidos? Hoy la presidenta menciona que para 2030, México se perfilará para ser la décima economía mundial, situación que hará realidad el maravilloso Plan México, cuando como clase trabajadora nos enfrentamos a que ni siquiera los propios legisladores 4T quieren aprobar la jornada laboral de 40 horas semanales en lo inmediato, sabiendo que 14.6 millones de trabajadores laboran más de 48 horas semanales sin importar que trabajen en empresas cuyo logo es hecho en México; donde el 40% de la clase trabajadora mexicana percibe un salario mínimo si bien les va, a no ser que les descuenten lo de sus prestaciones, donde el 60.3% de los trabajadores no tienen contrato aun estando en trabajos “formales”.

A estas alturas, es evidente la decadencia del capitalismo sustentado por las potencias imperialistas como Estados Unidos, incompetente para ir al ritmo de potencias emergentes como la República Popular China, que ha mantenido un crecimiento mínimo del 3% y máximo de 8.5% en 2021; o bien, a Rusia quien a pesar de las sanciones económicas por la mal llamada guerra contra Ucrania, creció en su PIB en 4.13% durante el último año, cuando Estados Unidos apenas alcanzó el 3% según datos del Banco Mundial; e incluso, el imperialismo yanky no está a la altura de países de Latinoamérica como la República Bolivariana de Venezuela, quien durante el mismo 2024, obtuvo un crecimiento anual de su PIB de 10% según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).

Por todo esto, si tan antineoliberal es el actual gobierno mexicano entonces ¿por qué insiste en no romper el tratado comercial con Estados Unidos? ¿por qué vemos a Marcelo Ebrad tratado de regatear los aranceles impuestos por Trump a los productos norteamericanos manufacturados en México? Pues es claro que, habiendo otras alternativas, el gobierno morenista de Claudia Sheinbaum, ese que habla de una soberanía que no se vende, nos está atando a lo más podrido y decadente del capitalismo, condenando al pueblo trabajador mexicano a la subordinación ante los empresarios de capital trasnacional y al gobierno norteamericano, condenándonos a que no mejoremos realmente nuestras condiciones laborales ni de vida.

Apelamos y luchamos por el mejoramiento

Por lo antes explicado, como organización proletaria apelamos y luchamos por el mejoramiento inmediato y a largo plazo de las condiciones de vida de la clase trabajadora de manera permanente, por la verdadera soberanía popular y sin ataduras imperialistas, no somos los aduaneros de Donald Trump; si este señor no quiere nada de México entonces no lo debe tener, ya que como se menciona anteriormente, hay alternativas muy valiosas como China, Rusia e incluso Venezuela, no hay necesidad de que nos anclen a lo más podrido del imperialismo como Estados Unidos.

No obstante, tampoco se trata de subordinar al proletariado mexicano a cualquier otra potencia ajena a la decadente norteamericana, pues el pueblo trabajador debe organizarse para luchar por su emancipación, por su autodeterminación, por el derecho de vivir en paz y con dignidad, por ende, no hay que dejarnos llevar ni apantallar por campañas publicitarias de compra lo hecho en México si a final de cuentas, son esas mismas empresas que diariamente explotan a millones de trabajadores mexicanos; ni siquiera, dejarnos llevar por ese teatro en contra de la piratería y los productos chinos, pues tan irregulares son esos productos y las relaciones de trabajo para su circulación y venta, como tan irregulares abusivas e ilegales son las condiciones y relaciones de producción con empresas supuestamente mexicanas como Grupo Carso, Grupo Salinas o Grupo México.

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