Testimonio de compañera profesora despedida injustificadamente
Durante este sexenio ha habido un pequeño avance en el reconocimiento de los derechos laborales con la regulación del outsourcing en 2021, el aumento al salario mínimo y el aumento de las vacaciones, sin embargo esto no ha sido suficiente para que todos los mexicanos tengamos acceso una vida digna, pues a pesar del discurso sobre el fin del neoliberalismo, más de la mitad de la población ocupada se encuentra laborando en condiciones de informalidad (para enero de 2023, el 54.8 %), esto quiere decir que no cuentan con seguridad social, prestaciones y todos los derechos laborales que establece la Ley Federal del Trabajo. Estos trabajadores “informales” muchas veces trabajan en empresas del sector formal, es decir que están registradas ante Hacienda, pero cuyos dueños, buscando la forma de tener cada vez más ganancias económicas, hacen de las suyas para no reconocer las relaciones laborales que establecen con sus empleados como los contratos por honorarios, por proyecto, prestación de servicios profesionales, etc., y ahora con la opción de recibir becarios por medio del programa Jóvenes Construyendo el Futuro, ya hasta tienen la opción de ahorrarse el pago de salarios. Es importante decir que si bien los programas sociales han sido un alivio para muchos, estos no deberían reemplazar la creación de empleos dignos, con acceso a salarios justos y a la seguridad social.
Esta falta de empleos dignos también ha propiciado la migración a las grandes ciudades, e incluso a otros países con mejores ofertas laborales, pues en nuestro país no es suficiente con tener una buena preparación para encontrar un empleo digno: según el Conacyt, debido a la falta de opciones de empleos, 1.4 millones de profesionistas se encuentran en otros países laborando y se propicia “una fuga de cerebros” para el extranjero.
En este artículo me gustaría dar a conocer mi caso de violación de derechos laborales y las dificultades a las que me he enfrentado en la búsqueda de un empleo digno, a pesar de tener una buena preparación académica. Soy profesora de francés y en julio del año pasado un familiar me compartió una convocatoria donde solicitaban un profesor de tiempo completo para impartir esta materia en un colegio privado del municipio de Texcoco. Apliqué a dicha convocatoria y durante el proceso de entrevista me dijeron que me darían seguro médico y prestaciones. Sin embargo, cuando me hablaron para que me presentara a trabajar, me tuvieron una semana en capacitación sin decirme exactamente la forma en que me contratarían, al mismo tiempo me di cuenta de que varios profesores jóvenes como yo estaban en la misma situación, sin saber exactamente cuánto nos iban a pagar. Hasta después de la capacitación nos llamaron uno por uno para explicarnos que nos contratarían por honorarios y que tendríamos que facturar, pues ya no les era posible contratar profesores de tiempo completo, incluso a algunos profesores que habían trabajado de tiempo completo durante varios años en el colegio los estaban forzando a firmar un nuevo contrato por honorarios, por lo que la indignación y enojo entre los profesores veteranos y nuevos fue bastante evidente.
A pesar de las condiciones y de los focos rojos que identifiqué desde un inicio, decidí aceptar el trabajo por la necesidad económica, pues ya había declinado varias ofertas laborales creyendo que en este colegio se me brindaría el seguro médico, lo cual no era así en mis otras opciones. Sin embargo, durante la primera semana de trabajo noté que varios de los profesores de tiempo completo se habían ido o los habían corrido y contrataron a nuevos profesores, por lo que me di cuenta de la facilidad con la que desechan a los profesores sin importarles sus años de trabajo, y la maña con la que se aprovechan de la necesidad de los profesores más jóvenes de encontrar un trabajo.
Dentro del colegio se brinda la educación preescolar, primaria, secundaria y bachillerato y es uno de los colegios privados más caros de Texcoco. Existe una notable diferencia en el trato con los pocos profesores de tiempo completo y los contratados por hora pues su actitud es bastante deplorable que raya en lo discriminatorio. Hay derechos a los que solo pueden acceder los de tiempo completo, como el uso de las iPads y el estacionamiento, condicionando el comportamiento de los profesores por horas con la promesa de contratarlos por tiempo completo.
Durante los ocho meses que laboré ahí brindé clases en nivel secundaria y bachillerato y me enfrenté a muchas actitudes hostiles y hostigadoras por parte de las autoridades, como el ignorarme cuando los saludaba o el vigilar mis clases desde las ventanas de los salones. Para hacer mi trabajo tenía que utilizar bocinas, computadora y proyector, el cual me iban a facilitar, pero en los hechos nunca los pude utilizar, por lo que debí adquirir mi propio material para poder impartir mis clases, a pesar del poco salario que percibía.
Durante los recesos de los alumnos, se nos obligaba a hacer guardias, actividad para la cual nos repartían por toda la escuela y no se nos permitía platicar, y en algunas ocasiones, incluso se me prohibió tomar asiento para comer, por lo que el único receso que tenía durante las clases que impartía no podía usarlo para desayunar o ir al sanitario.
El motivo de mi despido fue que me acerqué un par de veces a preguntar si me darían credencial de profesor o al menos una constancia de trabajo para mis descuentos en los pasajes, dicha solicitud fue suficiente para que se me brindara un trato aún más hostil, diciéndome de una manera muy grosera que al ser una prestadora de servicios, la empresa no tenía ninguna obligación conmigo como trabajadora. Finalmente, un día me acerqué con la problemática de que en la tarjeta bancaria que abrieron a mi nombre para depositarme mis quincenas comenzaron a cobrarme comisiones, las cuales según la información que me brindó el banco se debían a que era una cuenta por nomina, pero los pagos se realizaban por transferencias, así que se consideraba un mal uso de la cuenta. Cuando pedí el reembolso de esas comisiones, pues representaban un porcentaje alto de mis ingresos quincenales, me dijeron que era evidente mi descontento trabajando dentro del colegio, por lo que me daban las gracias y me pedían que me retirara pues no les gustaba mi trabajo, sumándome a su lista de profesores desechados.
Comparto mi caso porque es muy indignante que para los dueños de las empresas sea tan fácil violar la ley federal del trabajo al subcontratar a sus trabajadores, pero es mucho más indignante que se lucre con el derecho humano a la educación a través de la violación a los derechos laborales. Sé que mi caso no se trata de una situación aislada y es parte de una problemática mucho más amplia de la falta de reconocimiento de derechos laborales en el país, debido a que los dueños de las empresas no se ven obligados a respetar los cambios en las leyes y contratar a sus empleados de manera formal. Esto nos muestra que el único camino para hacer valer nuestros derechos como trabajadores es organizándonos y luchar. Actualmente me encuentro en el proceso de demanda para exigir mis derechos como profesara y en la OLEP he encontrado un espacio organizativo donde he podido conocer a más personas en situaciones parecidas como la mía y donde luchamos por que se garantice y respete los derechos laborales, demanda que exigimos en el punto 11 de nuestro Programa Mínimo de Lucha.
¡Compañera profesora, compañero profesor organízate y lucha por tus derechos laborales!
¡Trabajo digno, salario justo y seguridad social!