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Contra el oportunismo y el desánimo

Defendamos la lucha antineoliberal

Uno de los problemas más evidentes que podemos advertir en la actual coyuntura política es la complejidad en la defensa de los derechos del pueblo. Como hemos mencionado en otras ocasiones nos encontramos entre el oportunismo que está a la cola de Morena y de las políticas del gobierno y del infantilismo de izquierda; entre los aplaudidores y matraqueros que sólo buscan un puesto en gobierno (o mantener los puestos que ya tienen) y los que consideran que casi casi el gobierno de amlo es un gobierno fascista.

Ambas posturas son subjetivistas, unilaterales y vuelven las contradicciones inmediatas en principales sin entender el contexto histórico en el que nos encontramos. Por eso hoy más que nunca se vuelve necesario realizar un análisis fino y detallado al explorar la táctica, pues muchas acciones de los distintos agrupamientos políticos acarrean consecuencias en contra del desarrollo político de las masas.

En este sentido, hoy hablaremos de los oportunistas, de esos que toman las banderas del pueblo y se llenan los labios de lucha antineoliberal pero, en el fondo, no hacen más que cuidarle la chamba a las autoridades, se montan en discursos para obtener canonjías, escalar en las estructuras gubernamentales, infundir miedo en las masas y desorganizar al pueblo que busca luchar de manera consecuente por sus derechos, en contra del neoliberalismo y por una verdadera transformación.

Estos sujetos y agrupamientos políticos los vemos en todos lados, son quienes hacen llamados abstractos a organizarse, pero sin salirse de los marcos institucionales e incluso dentro de los mismos limitan la acción política del pueblo. Cuando es tiempo de movilizarse, llaman al estudio cerrado; cuando es tiempo de estudiar y analizar, llaman a las movilizaciones de desgaste; cuando el pueblo ya está en la calle, incluso se monta en la ola y se muestra como quien dirige el descontento popular, pero siempre atando el descontento con frases del tipo “vamos a quedarnos aquí”, “no vayamos a politizar más el problema”, “no es una pelea contra las autoridades (y menos si es contra autoridades de Morena), sino contra tal o cual proyecto o empresa, es más, las autoridades están de nuestro lado”. Son esos que siempre tienen un amigo diputado, una conocida en la cámara legislativa, quienes se toman la foto con tal o cual representante y “consiguen la mesa” sin la necesidad de movilizarse, aunque no logren acuerdo alguno.

Estos oportunistas no quieren que el pueblo se dé cuenta de las propias limitaciones que tienen ellos ni de las limitaciones del gobierno de Morena. Son quienes, en los hechos, están tirando por la borda el proyecto antineoliberal por el cual mucha gente se movilizó, organizó, peleó en la calle y triunfó en las urnas en 2018; son los que, bajo el falso argumento de “esperar” o “no hacer enojar a la oposición”, dejan viva justamente a esa oposición electoral neoliberal, la cual sigue creciendo no sólo dentro de los partidos zombies del prian-prd, sino dentro del propio partido que lucha por la regeneración nacional y ahora ocupa cada vez más puestos en gobierno. Esos oportunistas son quienes al negar la lucha antineoliberal y limarle las uñas al tigre, empollan el huevo de la serpiente que terminará por engullir el proceso.

El mal está ahí y es claro, pero ¿a nosotros qué nos toca? En principio señalarlo, pero no como quien mira el pecado libre de culpas, no somos el fariseo que apedrea a la mujer profana. Al contrario, somos parte de ese pueblo que ha luchado por años y años contra el neoliberalismo y que tampoco quiere que estos avances mínimos, pero avances, se caigan por los traidores a la patria.

Al movimiento independiente y al pueblo que lucha en contra del neoliberalismo bajo la bandera que sea le toca retomar la lucha organizada, combativa y consecuente. Le toca decir “no” a todas las políticas neoliberales que siguen vivas a nivel legal pero, y sobre todo, a nivel real y político en la vida pública del país. ¿Cómo podemos aceptar megaproyectos de despojo en la ciudad innovadora y de derechos bajo los esquemas de las empresas neoliberales de antaño? ¿Cómo podemos aceptar contratos de tres meses en la secretaría se supone está construyendo el Estado del Bienestar? ¿Cómo podemos aceptar la desmovilización de parte de quienes se dicen constructores de la organización del pueblo? No, nosotros no podemos aceptar ni permitir esas actitudes. Debemos extirpar a esos elementos de la lucha antineoliberal porque son un lastre para una verdadera transformación radical y profunda del país.

Por eso, invitamos al pueblo que luchó de manera consecuente en contra de más de tres décadas de neoliberalismo a no decaer, a no atraparse en el desánimo. Sino al contrario, a luchar con más entusiasmo por una verdadera transformación, por barrer de una vez y para siempre con el neoliberalismo, por alcanzar la democracia popular y el socialismo, pues sólo así podremos avanzar de manera decidida como país y progresar como pueblo, todo lo demás sólo será un bienestar pasajero.

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