Universidad y lucha de clases
Policías y burócratas
En diferentes centros de educación superior se viven conflictos que expresan la lucha de clases; expresan el choque entre un modelo de educación y de funcionamiento de las instituciones apegados a las necesidades de la clase burguesa y las propuestas que buscan democratizar esas instituciones, abrirlas al pueblo y darle a la educación que imparten un carácter democrático, científico y popular.
Sin embargo, esta confrontación no es tan obvia, ya que se manifiesta en paros que enarbolan demandas inmediatas como la ampliación de grupos para tomar materias, pues hay saturación de alumnos, en la ampliación o creación de comedores, en el no retiro de becas, en la lucha contra la corrupción y el desvío del dinero, en la lucha contra el control político y policiaco que se manifiesta con la imposición del código QR en las entradas, en la necesidad de vincular esas instituciones con las demandas de otras organizaciones o sectores del pueblo que luchan o que defienden sus derechos.
Una de las demanda centrales de las movilizaciones en el Instituto Politécnico Nacional, en la Universidad Autónoma de Chapingo y en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) por citar algunas instituciones de educación superior en el país es la oposición a que las autoridades hagan uso discrecional del presupuesto y roben a costa de la mejor educación a los estudiantes; el robo, como en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), también se expresa en el cobro cada vez más elevado de los trámites administrativos y de los cobros por cursar materias o el pago de exámenes extraordinarios.
Las autoridades de las instituciones de educación superior profundizan un modelo de educación basado en el interés de los grandes empresarios por capacitar mano de obra calificada que le sirva en el proceso de producción de sus mercancías o en el proceso de la circulación de las mismas. El modelo de educación superior se basa en alimentar el interés individual de los alumnos de adquirir conocimientos para obtener mejores ingresos, no importan las necesidades sociales, importa adquirir conocimiento para encontrar empleos mejor pagados, incluso a costa de su pérdida de identidad de clase trabajadora.
Para romper el vínculo con la clase trabajadora de donde proceden la mayoría de los estudiantes de las universidades públicas, no sólo se fomenta el individualismo, también se construyen cercas y mecanismos tecnológicos que convierten a los centros educativos en lugares físicamente inaccesibles para cualquier persona que no estudie o trabaje ahí. Se contratan empresas de vigilancia privada o se dota de impunidad a los encargados de la seguridad, convirtiéndolos además en policías listas para la represión de carácter académico, administrativo y político.
Un ejemplo de lo anterior es el cuerpo de la vigilancia de la UNAM o la Dirección de Apoyo y Seguridad Universitaria de la BUAP, así como las casetas de policía auxiliar que se construyeron dentro de las instalaciones de las preparatorias de la ciudad de México o el control policial en la entrada de la Escuela Nacional de Antropología e Historia. Esos cuerpos se encargan de hostigar a los alumnos, de ejercer la vigilancia política, de hostigar y prohibir a campesinos, indígenas y ben general que busca en las aulas estudiantiles expresar sus problemas y busca la solidaridad.
En lugar de que las instalaciones de las instituciones de educación superior sean casas del pueblo, las han convertido, bajo el argumento de la seguridad o de la emergencia sanitaria en centros de desclasamiento, de control político y de aislamiento de la problemática social.
Si bien es cierto este modelo educativo se impuso y profundizó con la imposición de la política económica neoliberal, es cierto también que en la actual administración no se ha tocado este modelo de educación. Es más se ha fortalecido, pues lejos de auditar a las autoridades de estas instituciones y juzgarlas por sus múltiples delitos se les sigue dando el presupuesto federal como si fueran las autoridades más honestas del Estado.
Toca a la comunidad universitaria, estudiantes, trabajadores y profesores, de la mano con el pueblo que se organiza y lucha por sus derechos y contra el neoliberalismo y el capitalismo recuperar el carácter democrático, científico y popular de estas instituciones de educación superior. Si bien es cierto luchar por mejores condiciones materiales para poder estudiar es importante y es un buen comienzo, esta lucha se puede perder si no se vincula a las demandas políticas más avanzadas de la clase proletaria.
La comunidad universitaria tiene frente a sí el gran reto de unirse para resolver las problemáticas comunes, evitar la división entre estudiantes, trabajadores y maestros, para avanzar en la solución de sus problemas, pero, además tiene el reto de vincularse nuevamente con el movimiento popular, de hacer de las universidades tribunas para la denuncia de las injusticias y las violaciones de derechos humanos contra cualquier sector del pueblo, de hacer de las aulas y espacios universitarios espacios de reflexión y debate, de cuestionamiento al sistema capitalista y a la dominación del imperialismo, de búsqueda de alternativas para el desarrollo armónico de la sociedad y hablar sobre la democracia popular y el socialismo.
Desde la Organización de Lucha por la Emancipación Popular hacemos un llamado a todos las comunidades de las diferentes instituciones de educación superior en el país a unirse para lograr recuperar el carácter democrático, científico y popular de la educación y de las instituciones encargadas de la misma, tarea que va de la mano con la lucha por la democratización de la vida económica, política y social del país.
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