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Albañiles: constructores de todo,
dueños de nada

DESDE EL ASENTAMIENTO de los grupos sedentarios, la necesidad de construir un refugio dio origen a una profesión que hasta nuestros días prevalece: la albañilería, el arte de la construcción en pocas palabras. Es esa capacidad creadora de objetos lo que hace al ser humano diferente de cualquier otro animal.
Este noble trabajo de albañilería a lo largo de la historia ha sido de vital importancia pues prácticamente toda construcción de cualquier escala y época existe gracias al trabajo humano contenido en su estructura. Lo contradictorio de este trabajo es que a pesar de que el albañil tenga la capacidad creadora, la práctica y experiencia (naturalmente empírica), una gran condición física y sus propias herramientas de trabajo, así como el jornalero en el campo, no son dueños del producto final de su trabajo, sino de un simple salario que no representa toda la explotación contenida en el trabajo.
Un salario que muchas veces no es bueno en proporción al desgaste físico del trabajador que además, normalmente, no cuenta con seguridad social ni mucho menos con derechos laborales, sólo cuenta con su propia herramienta y su fuerza de trabajo. A diferencia de los trabajadores de constructoras que están bajo contrato, teniendo en teoría derechos laborales, como en Grupo Carso (de Slim), Infraestructura ICA (de Bernardo Quintana), Corporación GEO (de Luis Orvananos), por mencionar algunas de las constructoras más grandes en México, las inmobiliarias forman sus propios equipos que sean capaces de construir cualquier proyecto, desde la creación de planos hasta su cimentación, teniendo una gran ganancia, a diferencia de los albañiles independientes que se agrupan, ya sea por la familia o por conocerse en el propio trabajo teniendo una menor ganancia.
Esta necesidad de construir se ha convertido en un gran negocio que los burgueses no podían dejar pasar en alto, generando proyectos inmobiliarios de los que en anteriores números de FRAGUA ya hemos hablado, como lo es el caso de: la Torre Mitikah, el Conjunto Estadio Azteca, la creación del acuario más grande de América Latina en una plaza comercial de San Juan de Aragón, tan sólo por mencionar unos de tantos megaproyectos que están al servicio de la burguesía transnacional y que afectan al pueblo al consumir grandes cantidades de agua, gentrificar y “purgar” de cierto modo a los estratos sociales más bajos, marginándolos aún más y despojándolos de sus hogares.
Como Organización de Lucha por la Emancipación Popular te invitamos, lector, a luchar contra todo despojo y explotación, a resistir y luchar en contra de la ira del capital, luchando por el socialismo para así lograr condiciones de vida verdaderamente dignas y no por los intereses de la burguesía.
Debemos recuperar todo lo robado, todo el despojo cometido por las inmobiliarias, exigir justica por los fallecidos en la L12 del metro. Debemos de luchar y construir la infraestructura necesaria para un suministro de agua, el mejoramiento de las calles. Debemos luchar por los intereses del pueblo, no de los explotadores. ¿De qué le sirve al pueblo tener tantas plazas comerciales con trabajos mal pagados, si no hay escuelas, hospitales, áreas verdes o algo que verdaderamente aporte a mejorar la calidad de vida?
Debemos luchar por los derechos laborales, sea de un trabajo formal e informal como lo puede ser la albañilería, deben tener sus derechos, de ser dotados de herramientas de trabajo y de recibir una paga justa por la construcción realizada.

¡Contra el despojo, la represión y la explotación; resistencia, organización y lucha por el socialismo!

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