AnálisisArtículos

Carlos Slim: un enemigo principal

Burgués al acecho

“No ver la lucha de clases detrás de una insurrección popular o de la vida del hombre más rico del mundo es no querer ver la realidad”. Diego Enrique Osorno

LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN masiva nos ahogan en el discurso capitalista del éxito empresarial, del empresario con dimensión social, del capitalismo “más humano”. Como resultado, gran parte del pueblo acaba creyendo que empresarios como Slim son buenos tipos, genios, grandes filántropos, a veces hasta acaban sintiendo orgullo de que México tenga a un hombre tan asquerosamente rico cuando tantos somos tan miserablemente pobres

Pero la ideología de Carlos Slim es clara, es el dinero. Tiene amigos poderosos en todos lados, le va a todos los partidos políticos con tal de seguir acumulando riqueza, se vuelve cercano a políticos y empresarios de todo el mundo. Incluso en la 4T se redime, y de ser prestanombres de la mafia del poder (Carlos Salinas) se nos presenta ahora como un empresario premiado y apapachado por el gobierno. Y es que en el afán imposible de conciliar a las clases sociales, de “gobernar para ricos y pobres”, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) se ve en la necesidad de hacer todo tipo de malabares para quedar bien con los burgueses; el resultado es que cae en contradicciones, mismas que a Slim pudieran representarle una “leve” fluctuación en sus incontables ganancias, pero que al pueblo mexicano pueden costarle literalmente la vida, o pueden representarle la diferencia entre vivir dignamente o sobrevivir en la miseria

Al principio, con la cancelación del Aeropuerto en Texcoco, parecía que Slim sería un férreo opositor a la 4T, pero en realidad ha tenido una relación de encuentros y desencuentros con el gobierno. A nuestro juicio, el empresario ha salido ganando, no porque AMLO sea un mal presidente, sino porque insiste en querer conciliar los intereses de clases antagónicas, en querer hacer algo imposible: “gobernar para ricos y pobres”. Asimismo, Slim le lleva ventaja en esta pugna, en la lucha de clases, porque tiene por amigos prácticamente a toda la clase empresarial, que constantemente le secunda sus opiniones y se ven así fortalecidos como clase por las opiniones del magnate. En cambio, AMLO cuenta con un Morena contradictorio y dividido en su lucha interna y aun que recibe un gran respaldo popular, hace falta más y mejor organización del pueblo que contrapese la gran arma de la burguesía: su dinero. Sólo así podría abrirse camino a la instauración de políticas que efectivamente beneficien al pueblo.

En estos “malabares”, AMLO ha tenido que acercarse a calmar a los empresarios en diversas ocasiones. El poder económico de laburguesía ha reducido el proyecto de soberanía a sólo dos proyectos de infraestructura nacionales: la refinería en Dos Bocas, en la cual sin embargo acabó recurriendo a inversión privada para su construcción, y la aún por definir cobertura nacional de internet, en la que Slim ha ido jugando estratégicamente sus piezas para conseguir que se emplee la red de su empresa América Móvil, en vez de permitir la creación de una nueva paraestatal o, en todo caso, el gobierno acceda a una coinversión público-privada.

Y aunque AMLO lo califique como un empresario con “dimensión social”, en los hechos demuestra lo contrario. Slim fue uno delos empresarios que públicamente declaró que no despediría personal durante la pandemia, pero en marzo del presente año Slim ya había despedido a 7 500 trabajadores de sus empresas desde el inicio de la contingencia sanitaria. A todos nos ha ido mal en la pandemia, pero la realidad de todo el pueblo mexicano no es la misma que la de Slim. A él le ha ido bien y le irá mejor. Según El Economista, sólo entre abril y junio, meses críticos en la pandemia del Covid-19, Slim logró incrementar su fortuna en más de 37 mil millones de pesos; es decir 412 mdp diarios, mientras 10 millones de mexicanos caían en condiciones de pobreza extrema.

En su primer informe, AMLO aseguró que el poder económico ya se había separado del político, pero a nuestro juicio sólo hubo algunos cambios de posiciones, pero no de raíz. Como hemos venido repitiendo en FRAGUA, esto se debe a las mismas limitantes de AMLO, quien es antineoliberal, pero no se atreve o no quiere dar el siguiente paso, ser anticapitalista. Él cree que puede llevar a cabo un capitalismo más humano, con mejor distribución de la riqueza, y para ello sigue necesitando a los empresarios. Éstos por su parte, aunque donen filantrópicamente y digan querer ser empresarios con “causa social”, jamás cederán la explotación a sus trabajadores, pues es el origen de su riqueza.

Cada vez vemos más claro que el proyecto original de nación de AMLO (aquél en el que creyeron las masas populares en las elecciones) se desdibuja más. En ello es claro el papel que juegan empresarios como Carlos Slim, uno de los principales representantes de la burguesía, no ya nacional, sino internacional.

¿Qué tiene que hacer entonces el pueblo? Tenemos que exigir llevar la 4T a sus últimas consecuencias, a cambios verdaderos a favor de los trabajadores, que no pueden ser otra cosa que cambios de corte anticapitalista y socialista. Nos toca organizarnos, tener un programa claro de demandas, presionar en esta lucha de clases tanto al gobierno como a los nuevos empresarios para acabar con el neoliberalismo y el capitalismo de raíz y empezar a pavimentar el camino a nuevas formas de sociedad mejores para nosotros; es decir, empezar a construir nuestra experiencia socialista mexicana. En FRAGUA tenemos una propuesta concreta expresada en nuestro Programa Mínimo de Lucha. Nuevamente y las veces que sea necesario, invitaremos a nuestros lectores a conocerlo.!

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

19 − four =