ArtículosCiudadFragua#106

El metro como botín: El pueblo sigue pagando el precio

El metro como botín

Los habitantes de chilangolandia diariamente nos jugamos la vida por el transporte para poder llegar ya sea a casa o al trabajo, esfuerzo que se ha vuelto una misión casi imposible por las condiciones actuales del transporte. Usted que nos lee más de una vez habrá viajado todo apachurrado en el Metro, pero se ha preguntado, ¿por qué tenemos esas condiciones?, ¿habría posibilidad de rehabilitar o mejorar el servicio? Bueno, abordaremos eso en este artículo, así que apachurrado o no, vamos a ello.

La gran ciudad es el epicentro de mucha gente que viaja desde las zonas conurbadas a su trabajo. Vienen desde el Estado de México, Morelos, Puebla, Hidalgo o lugares que son ciudad, pero están muy retirados de los centros laborales, se tienen que transportar ya sea camiones, taxis, mototaxis y metro. Según la Estadística de Transporte Urbano de Pasajeros (ETUP), a finales de 2024 se registraron 170.3 millones de pasajeras y pasajeros en el transporte urbano de la CDMX y los municipios conurbados del Estado de México. Tal vez por eso vamos como sardinas.

La vida se nos va en el transporte

Nuestra vida se consume en traslados excesivamente largos de un punto a otro, por falta de una red de movilidad adecuada. Se estima que un trabajador promedio de la zona conurbada del Valle de México invierte en promedio anual 480 horas en traslados en transporte público, lo equivalente a 20 días; para los que tienen carros, 384 horas o 16 días al año.

Y enmedio de esto, sabemos que el traslado en el Sistema de Transporte Colectivo Metro (STC) resulta ser un martirio, por las largas esperas, vagones en malas condiciones, falta de aire acondicionado, accesos para personas con discapacidad y un largo etcétera. Poco han servido las históricas inversiones recientes que ha implementado los gobiernos progresistas capitalinos. Según cifras oficiales: la modernización de la Línea 1 es de 37 mil millones de pesos (mdp); el proyecto Metro-Energía, cuya inversión asciende a 4 mil 500 mdp, y la habilitación de un nuevo Puesto Central de Control, con un monto de 500 mdp.

A eso, le debemos agregar los gastos que tuvieron que hacerse por el accidente de la caída de la Línea 12 al oriente de la ciudad, que el pasado 3 de mayo cumplió 4 años de haber ocurrido. Una tragedia que fue una completa negligencia por parte de la empresa del hombre más rico del país, Carlos Slim, a través de su empresa Grupo Carso, que construyó dicho tramo con materiales baratos y que no correspondían con las necesidades estructurales, con el afán de disminuir costos. De dicho suceso, la cifra de remodelación fue aproximadamente de 1,500 mdp. ¿Ha existido justicia hasta el momento? Responda usted mientras viaja en el metro.

Y entre este mar de caos “navegamos”. Nosotros quienes salimos a diario a “buscar la papa” para los nuestros. Ahora nos tenemos que cuidar de que el transporte no nos juegue en contra, ¿todo por qué? Por el afán de riqueza que gobierna el modo de producción capitalista que premia la extracción de plusvalía por medio de la explotación. 

Del Metro dependemos los trabajadores

¿Y qué pasó con la ciudad de los derechos o la capital de la transformación? Parecería que una vez más juegan del lado de los empresarios y de la falta de claridad. El nombramiento de Adrián Ruvalcaba al frente del Metro no es un triunfo popular, es un acuerdo de cúpulas. No llegó por experiencia ni por compromiso con el pueblo trabajador que usa el Metro todos los días. Llegó por razones políticas, por haber bajado su candidatura y alinearse con el proyecto de Clara Brugada. No es un castigo, es un premio.

Y esto nos debe de poner alerta, porque del Metro dependemos los trabajadores para llegar a nuestra chamba. Es donde se refleja con más claridad si un gobierno responde o no a los intereses del pueblo. Y hoy lo que vemos es un servicio cada vez más deteriorado, dirigido por alguien sin conocimiento técnico, sin trayectoria en movilidad y con antecedentes ligados al viejo régimen priísta.

Eso sí, la derecha aprovecha esta situación para atacar con cinismo. Como si a ellos les interesara el bienestar del pueblo. Como si no hubieran sido parte del desmantelamiento del Metro cuando gobernaron, como si no fueran los mismos que quieren privatizar todo lo que funcione mal. Desde la lucha independiente y proletaria no podemos callar. Nuestro silencio sólo fortalece a los mismos de siempre.

El Metro está en crisis, lo vemos y padecemos a diario. Y no es sólo por falta de presupuesto que sí ha sido un problema, sino por una estructura de poder que lo maneja como botín. Los accidentes, las fallas, las demoras, no son casualidad, son el reflejo de un sistema donde las decisiones se toman desde arriba, entre políticos y viejos liderazgos sindicales que han hecho carrera vendiendo puestos y protecciones. Ahí sigue, por ejemplo, Fernando Espino Arévalo, líder del sindicato desde 1978. Más de 40 años enquistado, ligado al pri, con cargos en el Verde, operando como si el Metro fuera suyo. Rubalcava llega a un aparato que ya está repartido entre cúpulas, donde lo menos importante son los intereses de los trabajadores y usuarios.

Eso no es izquierda. No podemos confundir la defensa de un proyecto “transformador” con la complicidad frente a los errores del gobierno. No podemos permitir que el Metro siga siendo administrado como si fuera un botín político. El verdadero cambio no llega con nuevos nombramientos de escritorio, sino con organización y participación popular, donde los trabajadores y usuarios tengan el control y vigilancia de los recursos.

Hoy el Metro necesita mantenimiento, pero también necesita una transformación democrática. Que todos tengamos voz en las decisiones. Que las y los usuarios podamos auditar, vigilar y proponer. Que se acaben los tratos en lo oscurito y se ponga en el centro el bienestar colectivo.

Mientras sigamos creyendo que las soluciones vienen de los que se reparten cargos arriba, vamos a seguir atrapados en la misma lógica. Y eso no es opción para quienes queremos un país y una ciudad más justa, más digna y verdaderamente democrática. !

Te invitamos a leer el artículo El calvario del transporte

Otra vez voy a llegar tarde al trabajo… ¡Me lleva la chi…!”

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