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Elecciones y lecciones: los llamadosa la unidad

Cada que las elecciones se acercan, la izquierda electoral llama a la “unidad”, a “unir fuerzas” a “no hacerle el juego a la derecha”.

Sin embargo, la unidad a la que se convoca es abstracta, pues en este momento “la izquierda” electoral llega únicamente a ser un amasijo de intereses sin un programa y objetivos definidos, o con un programa y objetivos confusos para esconder las concesiones a la clase burguesa trasnacional. En esta unidad en torno a las elecciones algunas de las fuerzas políticas buscan subordinar a las demás basados en su tamaño, fuerza, dinero, experiencia o intereses de grupo.

Morena está volviendo a llamar a la unidad, nuevamente el argumento de que si no estás con el partido estás con la reacción busca arrinconar a todas los agrupamientos políticos independientes para subordinarlos. Todo esto al tiempo que dentro de su propio proceso hay una clara muestra de falta de unidad representada en las tres principales “corcholatas”: Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrad y Adán Augusto; quienes, siguiendo el análisis marxista, representan a tres agrupamientos políticos dentro del propio Morena que en mucho chocan y por ello la unidad por la unidad no puede ser tan sencilla.

Así, hacia afuera, tenemos el llamado general de Morena para que las fuerzas de izquierda se unan a su proyecto lo cual es válido, pero la forma como se ha pedido a largo de estos años que han sido gobierno federal no ha sido otra que la arrogancia para exigir la subordinación de las demás fuerzas políticas a su proyecto de gobierno. Frases como “nosotros somos gobierno” y “¿ustedes qué representan?” se han escuchado más de una vez en asambleas, movilizaciones, debates. No, así no se construyen alianzas.

Y hacia adentro también se antoja difícil la unidad, pues, en realidad, ninguno parte de un programa político sino de abstracciones. Por ejemplo, Sheinbaum llama a estar ligados a los tres pilares del presidente: primero los pobres, austeridad y servicio. Lo cual suena bien pero, al final, no es más que una abstracción, no se habla ya de tocar los intereses de la minoría rapaz ni mucho menos de luchar contra el neoliberalismo.

Marcelo Ebrad busca “dar continuidad” a los proyectos iniciados en la actual administración, política de austeridad y ampliar programas sociales.

Adán Augusto ha sido un poco más opaco en sus propuestas que se han acotado a que ya no se hagan grandes reformas sino consolidar lo existente (al menos esa es su postura frente al último periodo legislativo del actual sexenio) y fortalecer el trabajo del sureste (proyectos insignia como el Tren Maya y el Transítsmico). Por este afán de no ser protagonista y mantener en pie todo lo propuesto por AMLO es que está subiendo su aprobación.

Pero nada se habla de luchar contra el neoliberalismo, contra la oligarquía, ya no digamos luchar contra la explotación y el despojo; nada se habla de avanzar en mejorar los derechos del pueblo, es más, de los tres ninguno ya pone en alto a lucha contra la corrupción como un punto medular. Lo que no dicen claramente es que la única vía que ofrecen para el pueblo es el sometimiento de éste a las relaciones capitalistas de producción, gracias a las cuales la fortuna de los millonarios crece como nunca en el neoliberalismo.

La unidad abstracta de la que hablan tanto los intelectuales “radicales” de Morena es una basada en la continuidad de lo existente, no es una unidad para profundizar lo que llaman 4T, no en ir más allá. Llaman para defender los logros del actual gobierno, pero no a ampliarlos bajo el eterno argumento de no exacerbar las contradicciones con la clase burguesa monopolista trasnacional. Parece, bien saben, que lo más radical del partido se irá a (la hacienda de) La chingada y quedará, en palabras del propio AMLO, un “estilo” más al centro que, al final, es un giro a la derecha, más a la forma de la política económica neoliberal.

La unidad a la que llaman desde Morena debería de partir de las necesidades del pueblo que no son otras que las necesidades de acabar de una vez y para siempre con el neoliberalismo, pero lo real, es que el propio Morena ya no se plantea eso. Desde que arribaron al poder las contradicciones producto de las clases sociales que confluyen en ese partido se agudizaron y los intereses de la clase burguesa monopolista trasnacional se han impuesto y por ello determinan las propuestas de todos aquellos que suspiran por ser presidente de México.

El debate de unidad contra la reacción es falso, porque la reacción, los planteamientos de lo más reaccionario de la clase burguesa ya se encarnan en diferentes agrupamientos políticos y personas en Morena y sus aliados, para muestra tenemos a Ricardo Monreal y a Manuel Velazco, quienes si bien no llegarán a ser los candidatos presidenciales representan a las fuerzas al interior del Morena que trabajan para el regreso del neoliberalismo en todo su esplendor. Por nuestra parte, no debemos renunciar a las alianzas, no debemos renunciar a estar con el pueblo organizado y no organizado. No debemos ser arrogantes ni sumisos, debemos ser maduros y fortalecer nuestra política independiente y nuestra independencia ideológica, política y económica de la clase burguesa y de la pequeña burguesía ¿de qué manera? Creciendo, ampliando nuestra base social y estructurando nuestra base política ¿Cómo? Siendo los demócratas más consecuentes, aprendiendo a luchar luchando, sin renunciar a la movilización combativa y permanente ¿Esto qué significa? No desligarnos de las masas ni de sus necesidades inmediatas, siempre conduciéndolas hacia la necesidad histórica de la lucha por la democracia popular y el socialismo.

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