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Entre la inflación y los traidores

Como trabajadores, que salimos todos los días a chambear, vivimos con la incertidumbre de que el día de mañana no nos alcance para completar los gastos de la semana, pues los gastos más básicos como la alimentación aumentan con la subida casi diaria de sus precios. Conocemos este fenómeno como inflación, pero muchas veces nos cuesta comprenderlo a fondo, por lo que constantemente nos preguntamos: ¿por qué todo está cada vez más caro? Y es que ni siquiera con la 4T vemos que termine del todo esa incertidumbre.

Resulta que este problema no tiene su raíz en la política neoliberal o en el Estado de bienestar, sino que tiene su origen en el sistema capitalista, el cual basa la producción de las mercancías en la explotación de los trabajadores, quienes únicamente tenemos nuestra fuerza de trabajo para vender, y en el robo del valor que generamos y que se queda la burguesía en forma de ganancia, pues son propietarios privados de los grandes medios de producción.

Esta forma de producción social capitalista lleva inevitablemente a la crisis del sistema, es entonces cuando se hace más evidente que la capacidad de consumo del pueblo se ve limitada hasta en lo más básico. Este es el caso de la alimentación, pues no se produce con el objetivo de satisfacer una necesidad, se produce con el objetivo de obtener ganancia.

En los momentos de crisis, la circulación de las mercancías se detiene y no se realiza (se queda estancada, sin venderse), provocando un desbalance entre el dinero circulante y la cantidad de mercancías que se pueden consumir. El dinero, al representar solamente la cantidad de oro necesaria para la circulación de mercancías, pierde valor, pues ahora ya no podemos comprar lo mismo con la misma cantidad de dinero. Este fenómeno es el que se conoce como inflación, pero tiene su origen en la forma de producción capitalista.

Las soluciones a estas crisis que vivimos en forma de inflación han sido diversas, dependiendo los agrupamientos políticos burgueses que nos han gobernado.

En la actualidad, quienes han visto afectadas sus ganancias en un mínimo, la burguesía monopolista trasnacional neoliberal dice que la única forma de sobrellevar la inflación es abriendo paso a la iniciativa privada para que invierta en sectores estratégicos y si es necesario pedir más préstamos a organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial. Además de culpar a López Obrador de la “desgracia” que vivimos, como si en los sexenios del pan y del pri no hubiera existido inflación.

El mismo gobierno de López Obrador, siendo consciente de que la inflación no es un fenómeno que únicamente se da en México y que es inevitable en el capitalismo, ya dio a conocer un “Plan contra la inflación y la carestía” con el fin de que ésta no golpee tan duro al pueblo de México, con medidas como la estabilización del precio de la gasolina y el diésel, precios de referencia del gas lp y electricidad; aumento de producción de granos y entrega de fertilizantes; fortalecimiento de la estrategia de seguridad en carretera; constitución de una reserva estratégica del maíz; precios de garantía en maíz, frijol, arroz y leche; fortalecimiento del programa de abasto de Liconsa/ Diconsa, entre otros. Estas medidas, si bien no son la solución de raíz, benefician en cierta medida a los trabajadores y enriquecen más a los grandes monopolios.

El objetivo no es acabar con el capitalismo, tan es así que una parte de la gran burguesía monopolista trasnacional formada por los hombres más ricos de México (como Carlos Slim o sus representantes en el Consejo Coordinador Empresarial o el Consejo Mexicano de Negocios, que hicieron sus fortunas multimillonarias durante el neoliberalismo e incluso durante la pandemia no dejaron de aumentarlas) hoy va a las mañaneras respaldando ese plan contra la inflación. Y no es que sean los empresarios “buena onda”, simplemente saben que sus intereses no están siendo afectados de fondo, pues siempre y cuando las mercancías se realicen (se vendan), ellos van a seguir aumentando sus ganancias. Incluso mantener formas de flexibilidad laboral como la subcontratación o fomentar programas como Jóvenes Construyendo el Futuro (donde Walmart y Bimbo tienen convenios) les deja aún más ganancia a pesar de que los precios de sus mercancías no suban.

¿Y la solución para las organizaciones?

Algunas dirían que hay que transformar al gobierno y a Morena desde dentro, que hay que apoyar a los más progresistas, porque al menos es un avance. Nosotros creemos que no podemos ir a la cola del Morena, a la cola de aquellos que han vacilado y traicionado al pueblo y que al momento de las definiciones prefieren conciliar con los neoliberales y le dan la espalda al pueblo. Aquellos le tienen miedo a la capacidad de movilización de la gente y dicen en la Cámara de Diputados estar a favor del plan contra la inflación “para que no se vean afectados los trabajadores”, pero en los hechos no eliminan e ilegalizan la subcontratación. No podemos ir a la cola de los traidores que en vez de nacionalizar los sectores estratégicos prefieren ceder y no ser “radicales”.

La solución para las organizaciones independientes y proletarias, entendiendo que la inflación y la crisis es un problema inevitable del sistema capitalista, es la eliminación de la propiedad privada sobre los medios de producción y el control de estos por parte de un Estado dirigido por los trabajadores. No con el objetivo de vender y obtener una ganancia, sino con el objetivo de satisfacer las necesidades de todo el pueblo, teniendo una producción planificada.

Nosotros sabemos que la única solución a esta crisis es arrancar el neoliberalismo de raíz, acabando con el sistema capitalista y construyendo la democracia popular y el socialismo, pero también es importante seguir impulsando los puntos de nuestro Programa Mínimo de Lucha donde proponemos la nacionalización de la industria estratégica que permita que el Estado guíe la producción hacia la satisfacción de las necesidades inmediatas del pueblo.

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