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Golpe de Estado en Chile y neoliberalismo

Hace 50 años un debate teórico y práctico se resolvió por la vía de los hechos: la posibilidad de construir el socialismo por la vía pacífica.

El 11 de septiembre de 1973, las fuerzas armadas de Chile dieron un golpe de Estado contra el gobierno legal de Salvador Allende, con su muerte y el asesinato, tortura y desaparición forzada de cientos de activistas políticos resolvieron que la vía chilena al socialismo sin el apoyo del pueblo en armas no era posible.

Salvador Allende y parte de sus compañeros de gobierno y de partido no consideraban necesario armar al pueblo, porque según las conclusiones que sacaban de la historia de su país, el ejército chileno y la marina eran incapaces de romper con los marcos legales de la democracia burguesa.

Ellos pensaban que la burguesía chilena y el imperialismo no serían capaces de organizar a los opositores al régimen por vías legales y pacíficas; y efectivamente éstos no pudieron ganarse el corazón y las mentes de la mayoría del pueblo trabajador. Por ello mismo optaron por la organización secreta de los empresarios chilenos con nexos económicos y políticos con el imperialismo yanqui, para financiar y fomentar el golpe de Estado.

El asalto al palacio de Moneda, el equivalente a nuestro palacio nacional, fue el momento culminante del golpe, pues desde el inicio del gobierno de Allende en 1970, diferentes empresas y grupos políticos iniciaron las agresiones contra el gobierno y el pueblo chileno, así lo denunció el propio Salvador Allende en la Asamblea General de la Naciones Unidas el 4 de diciembre de 1972: paralizaron el comercio del principal producto de exportación de ese país, el cobre, los privaron de financiamiento internacional al interrumpir los créditos del Banco Mundial y el Banco Internacional de Desarrollo con todo ello limitaron las posibilidades del gobierno de satisfacer necesidades como la compra de equipos industriales, de repuestos, de alimentos y de medicamentos.

Dos empresas norteamericanas encabezaban esta guerra económica, la International Telegraph & Telephone Company (ITT) y la Konnecott Copper Corporation, pero además la ITT tuvo un papel activo en la organización del golpe de Estado que sucedió después de esta denuncia y ya había estado involucrada en el asesinato del Comandante en Jefe del Ejército, general René Schneider Chereau.

Ya dese 1972 se sabía lo que hoy, 50 años después, se sabe: fue el imperialismo norteamericano y la burguesía chilena quienes planificaron, organizaron y se beneficiaron de ese golpe de Estado.

El motivo fue que la vía chilena al socialismo significó la reducción de sus ganancias e hizo tambalear su poder económico, político y social sobre las clases trabajadoras chilenas. La respuesta al intento de superar el modo de producción capitalista fueron la contrainsurgencia y el terror ejecutados por las fuerzas armadas. Medios para poder destruir un gobierno que gozaba del respaldo popular y fueron esos mismos medios los que utilizaron para destruir la resistencia popular y armada de diferentes organizaciones que desde antes del golpe intentaban organizar al pueblo en la defensa de un proyecto socialista y resistieron con las armas desde el inicio mismo del golpe de Estado hasta la caída de la dictadura de Augusto Pinochet.

La ofensiva del imperialismo contra la vía chilena al socialismo fue brutal; sin embargo no fue esta la razón fundamental de la derrota del gobierno de Allende, la razón fundamental de la derrota fue que dentro de la Unidad Popular no existió unidad al momento de definir la estrategia y la táctica para consolidar la vía chilena al socialismo, pues mientras los revolucionarios más lúcidos agrupados en torno al Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) apoyaban la necesidad de armar al pueblo frente al imperialismo otros, revolucionarios,  funcionarios, personas allegadas a Salvador Allende y él mismo no estaban de acuerdo con esta idea.

La unidad popular se vio dividida en el cómo ahondar y defender la construcción del socialismo en Chile y eso fue el principal motivo de la derrota de ese proyecto.

Eso no quita la heroicidad de todas las mujeres y hombres que participaron en la construcción de ese proyecto y en su defensa. El error de análisis de Salvador Allende, su confianza equivocada en las fuerzas armadas, la subestimación del imperialismo y su fe en lo innecesario de armar a las masas proletarias y campesinas más conscientes tuvieron una grave consecuencia la imposición a sangre y fuego de la política neoliberal para su pueblo y para los pueblos de América Latina.

Allende comprendió ese día el 11 de septiembre la importancia de defender con las armas el proyecto socialista, pero fue demasiado tarde…

En la actualidad podemos valorar esa experiencia para encontrar las mejores formas de organización popular para sembrar la idea de la necesidad de la construcción del socialismo. Por principio quienes mantenemos esa bandera, somos mujeres y hombre de paz, detestamos la violencia impuesta y ejercida por la clase social dominante y comprendemos que luchar por ampliar los marcos legales y democráticos para desarrollar la lucha del pueblo es una tarea fundamental para arribar a una etapa histórica superior al capitalismo, la violencia contra el pueblo la impone la clase burguesa por medio de su Estado y eso fue evidente con Felipe Calderón Hinojosa, por hablar de tiempos recientes, fue en ese gobierno que se desarrolló una estrategia de guerra contra el pueblo y las fuerzas armadas utilizaron la contrainsurgencia y el terror para lograr el disciplinamiento social y la desorganización del movimiento popular en función de los intereses de los empresarios, explotadores, corruptos y asesinos que en Chile hace 50 años como en México, en la actualidad, han sido los principales beneficiarios de la violencia contra la clase trabajadora.

El socialismo sigue siendo una necesidad histórica y no luchar por este y construirlo, es fortalecer el modo de producción capitalista, origen y razón de ser de todas las dictaduras militares y de todas las democracias burguesas que mantienen la contrainsurgencia y las fuerzas armadas encargadas de la represión activas y en contra del pueblo como hoy se hace en Chile contra el pueblo Mapuche y sus organizaciones y contra parte del movimiento popular independiente en México, a pesar de los discursos, deseos e incredulidad de quienes creen que el Estado de “Bienestar” es la solución de raíz a los problemas que no quiere ni puede resolver la burguesía monopolista trasnacional que domina al resto de las clases sociales.

¡Luchar, luchar con dignidad; con el pueblo organizado, luchar hasta vencer!

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