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La farmacéutica Nadro

Contrabando y explotación

Bajo el lema “llevar la salud a México”, podríamos ver “las buenas intenciones” de todo burgués que se cobija en una necesidad humana tan primordial. Fundada en 1943 por Eustaquio Escandón Galindo, la empresa Nacional de Drogas (Nadro) fue sedida a su hijo Pablo Escandón Cusi en 1976. La familia Escandón es una de las mayores traficantes de medicamentos, influencias y dinero en México, pues, si el fin justifica los medios, qué importaría violar algunas leyes para “llevar la salud a México”.

Nadro surte a varias de las cadenas comerciales más grandes en el país: Walmart, Costco, Soriana, entre otras grandes empresas y farmacéuticas, pero no sólo se limita al ramo privado, sino que surte al Instituto Mexicano de Seguridad Social, con quien ha tenido un crecimiento de ventas. Nadro, contando con el 33% del mercado en sus manos, buscó incrementar ese porcentaje en 2016 mediante un intento fallido de comprar a su competencia Marzam, que cuenta con el 16% del mercado y que forma parte de Genoma Lab, empresa de Rodrigo Herrera, por medio de un offshore nombrado Moench Cooperatief.   

En 2019, Luis Doporto Alejandre, director de Marzam, y Guy Jean Leon Savoir García, director de Moench Cooperatief, formaron LATAM Pharma, actualmente el enlace para la compra de las vacunas contra la Covid-19, en abril de 2020 sumaron a Pfizer, AstraZeneca y CanSinoBIO, siendo LATAM Pharma el canal que el gobierno de México no pudo dejar pasar por alto y dejó en “las buenas manos” de Marcelo Ebrard Casaubón, actual secretario de Relaciones Exteriores y quien ya cuenta con la experiencia del tráfico de medicamentos y patentes, así como,  la negociación con dichas empresas.

Es innegable que la demanda de medicamentos ha ido en incremento, al igual que las ganancias de estos magnates que no dudan en “apoyarse” creando empresas fantasmas para seguir acaparando más del 70% de la distribución de fármacos. Pero adentrándonos un poco más a la empresa Nadro y a partir de la experiencia de un trabajador de sus almacenes podremos compartirles lo que se vive en sus interiores.

Desde que ingresé a trabajar, en mi contrato venían algunas cláusulas muy interesantes, como que mi salario sería de 6 mil doscientos pesos con el que sería registrado al IMSS, que mis jornadas laborales serían de 8 horas y que las horas extras serían conforme a la Ley Federal de Trabajo, pero, así como estaba firmando el contrato, el de recursos humanos me explicó cuál era mi labor a realizar y las reales condiciones laborales no escritas en el contrato.

Entré como “consolidador” (reviso que los pedidos de medicamentos estén bien y los guardo en contenedores de plástico) en el turno nocturno, que se supone es de las 23hrs a las 5 hrs, pero se me dijo que tenía hora de entrada, pero no de salida, pues las horas extras laborales son obligatorias, en ocasiones trabajamos 6 horas extras o más en una sola jornada, (a veces he salido a las 13 horas del día siguiente) teniendo un solo día de descanso. En caso de que faltemos al trabajo o no queramos hacer las horas extras, hay sanción sobre el salario, si la justificación no es lo suficientemente buena. Nuestro salario real es de 8 mil pesos, pero este puede subir por las horas extras, pudiendo llegar hasta 12 mil mensuales ya que manejamos el esquema donde las primeras 19 horas se pagan al doble y de las 19 horas en adelante al triple. Nuestra única media hora de comida es a media noche y de ahí no podemos comer hasta la salida, así podemos trabajar de corrido sin entorpecer la operación, y en los casos donde trabajamos más de 9 horas nos dan “un desayuno” como premio.

Nadro un sindicato que se hace llamar “Sindicato Progresista Justo Sierra”, el cual según es un sindicato de protección, (cabe decir que existen distintos tipos de sindicatos: gremiales, industriales y nacionales industriales. Cada uno tiene su carácter, el primero por ser de la misma profesión, el segundo, ser de toda una empresa y el tercero,  ser de varias empresas). Estos “sindicatos de protección” no son una categoría convencional, pues no existen, sino que son en realidad sindicatos blancos. Apoyan a la empresa y defienden a su patrón, no es de extrañarse que si buscamos al dichoso sindicato en la lista de registro no exista y que en otras sedes donde se ubica la empresa sí los haya, pero con otros nombres.

Una empresa que gana cerca de 33 millones de pesos diarios (tan solo en la sede de Norte 59 Ciudad de México) paga a sus trabajadores $201 al día, poco más del mínimo que es $172.87, puede verse la nobleza en la visión de querer “llevar la salud a todo México”, si es ese el fin, ¡qué importan los medios o formas de hacerlo! Total, vivimos en un país que sufre de obesidad, de estrés, ansiedad, depresión, diabetes, hipertensión y muchas otras comorbilidades. ¿Será acaso que las condiciones laborales son tan malas, que es fácil querer saciar el estrés generado por el trabajo, con el consumo desmedido de productos nocivos para la salud?, ¿será un negocio redondo para los empresarios que producen medicamentos, productos chatarras y también para quien los distribuye?     

Recuperamos nuestra humanidad y nos aferramos a ella como podemos, de buena o mala forma, porque durante el trabajo aparentamos ser bestias sin sentimiento.

En carne propia sé que las horas extras son una especie de bendición, pues mi salario real no cubre ni la mitad del que se debe tener para tener una vida digna, pero no debemos luchar por tener más horas de trabajo cuando trabajamos más de 48 horas a la semana, que serían 8 horas por 6 días, para poder llegar a la quincena o para caer en deudas inacabables con los bancos. Debemos de luchar por dignificar el trabajo, porque el salario sea justo en 8 o 7 horas dependiendo el horario de trabajo, debemos luchar por tener seguridad social en todos los sectores de trabajo (formal e informal). Esa debe de ser nuestra lucha.

¡Salario justo, trabajo digno y seguridad social!

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