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Las formas oportunistas de organización

Quítate tú porque ya gobierno yo

Desde los tiempos de Lenin existían algunos “renovadores” del marxismo quienes buscaban “modernizar” los preceptos legados por Engels y Marx aduciendo a los cambios en la realidad y la imposibilidad de pasar de lleno a la construcción del socialismo.

La revolución de aquel octubre, que fue noviembre de 1917, demostró que los “renovadores” no eran más que pequeño burgueses infiltrados en los partidos proletarios. Los propagandistas y agitadores de estas tendencias dejaron en evidencia que sus propuestas lo único que buscaban era limitar la lucha proletaria y, en las palabras de Lenin, no eran más que oportunistas.

Hoy, los oportunistas siguen vivos y coleando y cada día están más fuertes, peor aún hoy muchos de ellos ya ni siquiera hablan del socialismo, sino simplemente de mejorar las condiciones de vida dentro de lo posible, de revolucionar las consciencias, es decir, limpiarle la cara al capitalismo para que explote de una manera más humana.

Esta lógica oportunista se mezcla con las formas oportunistas de organización los cuales buscan desestructurar las luchas del pueblo, subordinar a los distintos procesos a las lógicas de la democracia burguesa: elecciones, gestiones burocráticas de necesidades inmediatas, pacifismo abstracto y desmovilizador.

Hoy, estos oportunistas se visten de guinda y luchan bajo las nuevas siglas como la del ya no tan joven partido-movimiento Morena. Con esto no decimos que todos los militantes y simpatizantes del partido sean oportunistas, pues nosotros hemos caminado años junto al pueblo que construyó ese esfuerzo organizado desde las colonias populares, los barrios, los pueblos y que sufrieron la violencia y la represión al tiempo que eran solidarios con las fuerzas independientes que también enfrentaban la represión y el aislamiento.

Sin embargo, lo cierto es que en nuestra práctica cotidiana hemos visto como el oportunismo bajo las siglas de Morena busca controlar y subordinar a sus lógicas las distintas luchas donde se encuentra. Ya sea en las universidades o en los barrios, en los sindicatos o en el campo, existe una clara política generalizada por constreñir todo a los marcos de la Cuarta Transformación y ya ni siquiera aliarse con los cercanos sino relegar a quienes no se subordinen y dejarlos a merced de la represión mediante la estigmatización y el aislamiento político.

Lo peor es que esto lo hacen bajo las máscaras de “ciudadanos”, “estudiantes”, “pueblo”. Se presentan en los espacios de lucha y buscan imponer su agenda y postura de clase al tiempo que llaman a que ninguna organización pueda participar, pues ahí todos van “a título personal”. Esto sin duda es un absurdo, por no decir una total y completa falta de ética.

Pareciera que para estos falsos amigos del pueblo la ideología y la militancia fueran máscaras que se pueden poner y quitar. Como si en el momento en que no se nombran abiertamente como parte del “partido-movimiento” dejaran de seguir las directrices del mismo, como si la ideología pequeño burguesa de la conciliación de clases saliera de su cuerpo y éste se quedara vacío, con la mente en blanco.

Pero no, eso no pasa. Estas personas mantienen sus posturas, sus lineamientos, sus favoritismos hacia las políticas de la Cuarta Transformación y está bien, pero no es nada correcto que lo nieguen ni mucho menos llamen a que la gente que ya está en organizaciones políticas se vaya de los procesos o se limiten a estar sin “meter su propia agenda” y claro, porque esa agenda ya está ocupada por ellos.

Esta misma postura se nota en el infantilismo de izquierda, en las personas que desde el anarquismo llaman igual a “no involucrar organizaciones”, a participar “todos de manera horizontal”, pero tan horizontal que parece que en lugar de caminar, reptan.

Con todo lo contradictorio que pudiera parecer, tanto el anarquismo horizontal como el súper centralista partido-movimiento del Morena coinciden en su postura anti-organizaciones: claro, porque ambos parten de premisas pequeño burguesas, de no subordinar sus intereses a los intereses de la lucha histórica de la clase proletaria, a la lucha por la superación del capitalismo y por construir la democracia popular y el socialismo.

Ambos agrupamientos políticos ejercen el oportunismo en materia de organización, ambos desmovilizan, ambos en lugar de convencer, buscan subordinar, ambos se ocultan tras máscaras y no tienen empacho en ello.

Es bastante contradictorio, por no decir triste, que el Morena haya pasado de una política de amplias alianzas, de llamar a organizaciones a apoyar sus posturas y candidaturas sin subordinar sino sumando a otras luchas haya pasado a retomar las viejas ideas y formas de la política neoliberal y aplique el “o conmigo o contra mí” que no suma ni abona a la discusión de las ideas.

Por eso, las organizaciones populares e independientes debemos ser muy claros y firmes en la táctica que utilizamos. Debemos ser transparentes, demostrar sin miedo ni falsa modestia nuestros postulados políticos, nuestra propuesta organizativa, nuestro programa mínimo de lucha.

Nosotros no debemos caer en la soberbia sino al contrario, conocer los distintos esfuerzos de lucha que existen, sus límites y alcances, sumar en lo que coincidamos y no agudizar las contradicciones a menos que sean determinantes para avanzar en conjunto.

Hoy más que nunca el pueblo necesita del esfuerzo conjunto de los distintos agrupamientos para poder avanzar en mejorar la calidad de vida del pueblo, en la lucha por arrancar de raíz el neoliberalismo, es decir, el capitalismo; y avanzar en la construcción de la democracia popular y el socialismo.

Hoy más que nunca toca ser honestos, no robar, no mentir y no traicionar al pueblo… y cada que se utiliza el oportunismo en materia de organización se miente y traiciona al pueblo.

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