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Lo nuevo es el socialismo y la democracia popular

Diferentes hechos y acontecimientos políticos recientes nos demuestran una verdad inocultable: el neoliberalismo no se termina por decreto, los representantes del poder del capital trasnacional no han sido expulsados del poder político del Estado ni mucho menos se les ha quitado su poder económico.

De buenas intenciones está empedrado el camino al fortalecimiento de la clase burguesa, pues los llamados reiterados a un “buen comportamiento” se quedan en eso: en llamados sin la fuerza suficiente para hacer “entrar en razón” a los dueños de las grandes trasnacionales que han forjado y acrecentado sus millonarias fortunas gracias a la explotación de los trabajadores y al saqueo de los recursos naturales.

En las fábricas, los patrones se burlan de las legítimas aspiraciones de los trabajadores por un trato digno y un aumento salarial, hasta se ufanan que ningún trabajador organizado puede contra ellos; en las dependencias federales como, en la Secretaría de Bienestar, los trabajadores firman tres, cuatro o cinco contratos mensuales de un jalón sin derecho a conocer qué firman, sin tener acceso a la seguridad social y advertidos de que ni piensen en formar sindicatos; en las instituciones educativas de educación superior y media superior no se les paga a los profesores de asignatura y, si se les paga,
es una miseria.

En la calle, la disputa por los espacios de venta es feroz, las mafias y las autoridades se unen para extorsionar a quienes por necesidad salen a vender, las autoridades se burlan de la necesidad: expiden permisos en mismos lugares a diferentes grupos para que el más fuerte gane en la lucha por la sobrevivencia.

El gobierno pretende limitar la ambición de las empresas trasnacionales en materia energética, pero la Comisión Federal de Electricidad continua haciendo cortes de luz al pueblo trabajador, cobra altas tarifas, sus trabajadores, muchos subcontratados, se roban medidores y extorsionan a los usuarios con total impunidad.

En los barrios, pueblos y colonias populares hay falta de agua, mientras empresas como Coca cola o las grandes cerveceras y mineras utilizan millones de litros cúbicos de agua para envenenar al pueblo, al medio ambiente y para acrecentar sus ganancias.

¿Qué falta para la verdadera transformación? ¿Qué falta para que el neoliberalismo quede sepultado? ¿Es verdad la afirmación de que “lo nuevo no acaba de nacer y lo viejo no acaba de morir” que tanto hacen los ideólogos pusilánimes de un anti neoliberalismo de caricatura?

Para sepultar el neoliberalismo de raíz, para que lo nuevo nazca, hace falta la fuerza del pueblo organizado. Organizado de manera proletaria, en torno a lograr la democracia popular y el socialismo, porque nada nuevo existe en el “Estado de bienestar” ni en el modo de producción capitalista que ha engendrado el terrorismo de Estado y la explotación sin medida del trabajador y la destrucción de medio ambiente.

¿Qué de nuevo nos ofrecen los jueces que defienden a la clase burguesa trasnacional? ¿Qué de nuevo nos ofrecen los “nuevos” burócratas que en nombre de la cuarta transformación abusan de sus subordinados? ¿Qué de nuevo nos ofrecen los candidatos de Morena que nos llaman a apoyar sólo para que el proyecto de López Obrador avance?, como si las Lili Téllez o los Ricardo Monreal no fueran los verdugos de las aspiraciones del pueblo.

Como clase trabajadora debemos forjar nuestros agrupamientos políticos independientes, no podemos confiar en quienes antes del neoliberalismo y durante el neoliberalismo se enriquecieron gracias a nuestro trabajo. Para nosotros, la tarea central es estrechar, por medio de nuestro trabajo de agitación, propaganda y organización, una gran cantidad de relaciones directas y fraternas con las masas que han despertado a la vida política y que luchan día con día por la sobrevivencia material, no importa si están o no con López Obrador, porque nuestra obligación es explicar, de modo “paciente, sistemático, tenaz y adaptado especialmente a las necesidades prácticas de las masas”, los límites y alcances de lo que pretende ser una transformación de la vida económica, política y social.

Nuestra obligación es participar y dirigir la experiencia política de las masas en la lucha por lograr mejores condiciones de vida y engarzarla con la necesidad de luchar por sepultar de una vez y para siempre el neoliberalismo, superando el modo de producción capitalista y construyendo por vía de los hechos la democracia popular y el socialismo

Compañeras y compañeros de la OLEP, colaboradores y amigos, con todas las medidas sanitarias necesarias, “sin bajar la guardia” frente al Covid-19, frente a los cuerpos represivos del Estado y frente a la influencia ideológica de la pequeña burguesía que pretende desmovilizar la lucha de carácter proletario, debemos mantener nuestras actividades de agitación, de propaganda, de movilización y de organización popular.

Cada quien debe cumplir consciente y voluntariamente las tareas asignadas, cada quien debe resolver de manera creativa y audaz las necesidades que nos impone la vida cotidiana y lo que requiere organizar políticamente al pueblo.

¡Luchar con dignidad, con el pueblo organizado,
luchar hasta vencer: el futuro es nuestro!

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