Lo que implica organizar la lucha popular
HEMOS LOGRADO vincularnos políticamente con diferentes compañeros, la diversidad en nuestras relaciones es cada día más amplia y, por tanto, los problemas que enfrentamos y las demandas del pueblo las hacemos nuestras.
Existe un riesgo en esta amplitud y diversidad: caer en el localismo y en la inmediatez, si es que no hemos comprendido y puesto en práctica la concepción y método organizativo de la lucha política del movimiento independiente y democrático.
El localismo y la inmediatez se manifiestan cuando creemos que únicamente las demandas inmediatas y locales son la garantía de movilizar a las personas con quienes trabajamos. Así la lucha contra los megaproyectos, el agua o los derechos laborales no la entendemos ni explicamos como una lucha contra las políticas neoliberales y el capitalismo. En consecuencia, no vinculamos estas luchas con nuestro Programa Mínimo de Lucha, ni con la lucha por la democracia popular y el socialismo.
El localismo se expresa cuando no vinculamos la lucha por el agua en un lugar específico, por ejemplo, con la defensa de los recursos naturales en México y cómo se inserta esta lucha en la defensa del pueblo contra los intereses imperialistas representados en las empresas capitalistas monopolistas transnacionales. Como resultado, no logramos explicar al pueblo que su problemática es manifestación de una problemática general que es expresión de los límites del proyecto que nombran de Estado de bienestar y de las contradicciones que lo atraviesan.
Es necesario, entonces, al momento de establecer una nueva relación política preguntarnos: ¿cómo se relaciona su problemática con los problemas generales que vivimos?, ¿cómo se expresa esa problemática en sus demandas y cómo sus demandas se expresan o no en nuestro Programa Mínimo de Lucha?, ¿en qué otros lugares, tengamos o no trabajo, se expresan esos mismos problemas y esas demandas?
Es necesario establecer una relación entre demandas locales e inmediatas con la lucha por la democracia popular y el socialismo, con nuestros planes de trabajo, objetivos y tareas. Se trata de pensar, reflexionar y resolver en la práctica el vínculo entre la lucha por la democracia popular con las demandas inmediatas y locales. No basta con saber que la lucha política subordina a la lucha económica, se trata de resolverlo en la práctica. Un buen indicador de este logro lo podemos encontrar en la incorporación o en la participación de nuevos compañeros en la solución de las necesidades generales de la lucha política: cuando el pueblo de manera voluntaria y consciente aporta para su lucha y la solución de sus demandas, también impacta en nuestros compañeros para que vayan con otras personas y a otros lugares para luchar por la democracia popular y el socialismo.
Nuestro propio trabajo hace que nos demos cuenta que la amplitud y diversidad de relaciones políticas nos exigen necesariamente ser investigadores, ya que cada nueva relación política nos exige ampliar o profundizar en nuevos o anteriores saberes, desde conocimientos geográficos, demográficos o de alguna ciencia o técnica, hasta cómo y en dónde se realizan ciertos trámites, en fin. Lo peor que podemos hacer como organizadores es partir de que lo conocemos todo, lo sabemos todo y tenemos respuestas para todo.
Sin embargo, el tiempo es limitado y por ello no podríamos, al mismo tiempo que organizamos, tener diferentes profesiones y oficios: ser médicos o abogados titulados, ingenieros, carpinteros, albañiles, ¿cómo entonces lograr adquirir, ampliar o profundizar en diferentes conocimientos?
De manera colectiva, el organizador debe 1) lograr hacer participar a las personas con quienes trabaja para ampliar o profundizar en el conocimiento. Así como logra organizar y convencer para marchar, redactar un volante, repartirlo o aportar recursos para la lucha. Debe convencer de la necesidad de estudiar, investigar, trasmitir la experiencia, aprender y enseñar. 2) Ubicar las capacidades y conocimientos de cada persona con la cual se relaciona para ponerlas al servicio de la lucha misma. Entonces, el organizador que no es profesionista puede incorporar a profesionistas a la lucha, quien no es abogado puede incorporar a abogados, médicos, ingenieros, obreros, campesinos, al vendedor ambulante. Y así toda la amplitud de capacidades y conocimientos que puede aportar la clase proletaria si está convencida de luchar por sus intereses históricos.
Lo anterior sin dejar de lado, por supuesto, el estudio del marxismo-leninismo como fuente principal de nuestro conocimiento del capitalismo en su fase imperialista, como método de conocimiento de los fenómenos económicos, sociales, culturales que enfrentamos.
Asimismo, el marxismo-leninismo es la ciencia que guía el método proletario para orientarse en la lucha de clases contra el imperialismo, el capitalismo y neoliberalismo; es la única ciencia que podrá orientarnos para no caer en la lucha por reformas apoyados en el localismo y en la inmediatez, y para orientarnos en la lucha por la democracia popular y el socialismo sin ser un grupo de activistas desligados de las amplias masas proletarias.
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