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México. Dr. Simi: un burgués botarga

¿Lo mismo, pero más barato?

VÍCTOR GONZÁLEZ TORRES, mejor conocido como Dr. Simi, es un empresario de la industria farmacéutica que ha agrupado todas sus empresas y asociaciones bajo un solo nombre: Grupo Por un País Mejor, A.C. (GPUPM). Conformado en el año de 1999, GPUPM tiene presencia en nuestro país, Centroamérica y Sudamérica, a través de sus diferentes presentaciones: por el lado comercial cuenta con Laboratorios Best, Farmacias Similares, Transportes Farmacéuticos Similares, y Sistemas de Salud del Dr. Simi (Análisis Clínicos); por el lado “altruista” cuenta con Fundación Best, Fundación Niños de Eugenia, Centro Nacional de Diagnóstico para las Enfermedades Emocionales y Fundación del Dr. Simi.

En otras palabras, GPUPM controla el proceso de producción de su mercancía en su conjunto: produce una amplia gama de medicamentos en sus propios laboratorios; los distribuye a través de su propia empresa de transporte; y los comercializa por medio de sus tiendas de proximidad (mejor conocidas como Farmacias Similares), que, por si fuera poco, son favorecidas por las prescripciones médicas de su personal de salud contratado para atender en sus consultorios continuos a la farmacia. Además, cuenta con esa otra cara de la moneda filantrópica, esa que tanto les gusta mostrar a los empresarios con sus asociaciones civiles. Así queda el negocio perfecto.

Con más de seis mil sucursales y franquicias establecidas tanto en México como en otros países, Farmacias Similares es la empresa líder en venta y distribución de medicamentos genéricos y productos de salud en América Latina. Con la finalidad de “ofrecer productos y servicios de salud a los estratos más desprotegidos del país” Farmacias Similares atiende, aproximadamente, a 7 millones de mexicanos por mes, controlando casi una cuarta parte de toda la industria farmacéutica del país, aliviando así la carga de las instituciones de salud pública, según afirma este grupo de empresas “buena onda”… Pero, del dicho al hecho, hay mucho trecho.

En realidad GPUPM busca, como toda empresa capitalista, la mayor ganancia al menor costo, lo que consigue gracias a que posee, por una parte, los medios de producción fundamentales para producir, distribuir y comercializar sus productos, y, por otra parte, las amplias masas populares como sus principales consumidores; esas amplias masas que tienen que costearse el servicio de salud por su cuenta, al igual que en otros rubros de la vida como la alimentación, educación, etc., aquello que constituye un derecho fundamental: el derecho a la salud, ese derecho que solo lo pueden alcanzar unos pocos. En esto radica, estimado lector, la razón del gran éxito obtenido por el Dr. Simi. Nos explicamos

Como ha sucedido con otras obligaciones que tiene el Estado mexicano en materia de derechos humanos y seguridad social, la política neoliberal ha calado hondo en lo que se refiere al alcance, calidad y efectividad del sistema de salud pública, pues ha estado orientada, por lo menos en los últimos 36 años, a la privatización de los servicios de salud a través de diferentes formas que han comprendido desde el recorte presupuestal y la descentralización desigual a los estados hasta el tránsito al modelo de aseguramiento “pluralismo estructurado” (mejor conocido como Seguro Popular), facilitando así la participación creciente de las empresas privadas en este sector.

Aunque la creciente privatización del sector salud era un secreto a voces, se empezó a visibilizar el favoritismo que se tiene hacia GPUPM, en octubre 2010, el Partido Verde Ecologista de México (PVEM) (que tiene grandes lazos con la familia Gonzáles Torres) propuso una reforma —conocida como “Ley Simi”— a la Ley del Seguro Social, la cual dicta que, al no haber medicamentos en las farmacias del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), al paciente se le dará un vale que podrá canjear en farmacias comerciales por medicamentos. Así se generaron los primeros pasos a la privatización del sector salud, dándole la rebanada del pastel más grande a Gonzáles Torres y su imperio de medicamentos poco regulados.

Después de todo este tiempo, parecía que las cosas iban como miel sobre hojuelas para el grupo, el sector salud cada vez más precario ayudaba a abonar aún más riqueza para los empresarios, pero la pantalla de realidad sintonizó otro canal y no fue sino hasta la actual crisis sanitaria provocada por el Covid-19 que pasaron a un primer plano las consecuencias neoliberales sobre este sector: contratos leoninos para las empresas farmacéuticas en detrimento de la salud de pueblo en donde todas las ganancias son para unos tantos y todas las pérdidas son para el pueblo; reducción de la lista de medicamentos y enfermedades aseguradas por el esquema de gratuidad; privatización de infraestructura y servicios (antes gratuitos); etc., son algunos ejemplos que nos revelan al capitalismo (bajo su rostro neoliberal) como la verdadera causa de una de las tantas formas en las que se roba al pueblo trabajador, al proletariado de nuestro país.

Pero, ¿qué queremos decir con eso de “una de las tantas formas”? Queremos decir que este robo a las instituciones de salud del pueblo trabajador es una manifestación de la apropiación privada de la riqueza que producimos millones de trabajadores. En otras palabras, esta apropiación privada de la riqueza propia del capitalismo se manifiesta, entre otros aspectos de la vida de los trabajadores, como un sistema de instituciones semiprivatizado que deja un derecho humano, como lo es el de la salud, a merced de empresarios como el Dr. Simi.

Entonces, ¿qué nos queda como trabajadores? ¿Seguimos prefiriendo el acceso a la salud que parece “lo mismo, pero más barato”? Como Organización de Lucha por la Emancipación Popular (OLEP), consideramos necesario el hacer eco de cómo se ha hecho millonario el Dr. Simi para ejemplificar que mientras no se termine con el neoliberalismo de raíz, es decir, con el capitalismo, el derecho a la salud, a la alimentación, educación de calidad, etc., seguirán estando en un nicho inalcanzable para millones de trabajadores pobres.

Por tal razón consideramos que es necesaria la organización del pueblo trabajador para lograr la satisfacción real de nuestros derechos, pues, así como el hambre no se calma por el simple hecho de reconocerse que es un derecho humano plasmado en nuestra Constitución, tampoco se cumple lo referente a la salud del pueblo. Sólo la organización del pueblo trabajador es la verdadera garantía del cumplimiento y ampliación de sus derechos.

NOTA: Este artículo fue publicado como parte de la sección Salud del No. 57 de FRAGUA, órgano de prensa de la Organización de Lucha por la Emancipación Popular (OLEP), septiembre, 2020.

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