ArtículosMujeres construyendo historia

Mujeres protagonistas en la defensa de sus territorios

Rebeliones en Tehuantepec

“¿Que dicen pues que no les ganaron
en Puebla? Si tienen medio, préstenos
las armas y pónganse nuestras enaguas
para ver si los sacamos o no”.

Petrona Esteva, juchiteca
conocida como “Tona Taati”

La historia de los movimientos sociales nos obliga a entender la importancia de los movimientos rurales en el país, de sus protagonistas, hombres y mujeres, que construyeron una historia que ha dejado constancia de su actuación. Tal es el caso de las matriarcas en Oaxaca. Este movimiento forma parte de la historia de las grandes rebeliones del campo mexicano y sucedió en un momento histórico importante en las rebeliones rurales en el mundo: la aplicación de la reforma liberal en el campo. Así, las matriarcas oaxaqueñas merecen que las estudiemos, sistematicemos y reflexionemos acerca de su lucha.

Las matriarcas son mujeres de carácter fuerte, entronas, creadoras de comunidad y quienes han potenciado las luchas comunitarias, marchando al frente de las movilizaciones, correspondiendo a las necesidades de las rebeliones indígenas contra las autoridades por tenencia de la tierra en zonas de pueblos indios, específicamente en el Istmo de Tehuantepec, y luchando en contra de los intereses amenazantes del capital extranjero, del imperio español, así como del nacional, que sólo buscaban explotar los recursos naturales que pertenecen a las comunidades.

La colonización novohispana estuvo enmarcada en la búsqueda de metales preciosos, como la plata, en el centro de la Nueva España y en las comunidades que se dedicaban a otras actividades. Con la introducción de las Reformas Borbónicas, las regiones comenzaron intercambios mercantiles que posibilitaron el comercio con los pueblos mesoamericanos. Para los intereses de los conquistadores por supuesto que la región del Istmo cubría estas expectativas y aunque estuviera alejada del centro de la colonización, se establecieron ciertos vínculos con las autoridades novohispanas. En ese contexto, sucedieron rebeliones importantes que se enlazan con los conflictos actuales, y que nos permiten comprender los orígenes de estos.

Nuestro país era una república de españoles e indios en movimiento, pero la ubicación de las fuentes, así como su dispersión e interpretación, son problemas actuales para la actividad de las mujeres que defienden su territorio —desde los aztecas y las posteriores luchas de 1660— contra las autoridades por tenencia de tierras. Por ejemplo, la participación de mujeres como Lucía María, “La Minera”, y Gracia María, “La Crespa”, encabezadas por la India Teresa que se levantaron, junto a tres negros, contra el alcalde mayor Don Juan de Avellán, la narra Víctor de la Cruz, en 1715, contando los terribles castigos que recibieron.

El primer embajador francés Charles Brasseur en su libro Viaje por el Istmo, que realizó en el siglo XIX, menciona la bravura de sus mujeres y presenta un amplio informe acerca del beneficio que resultarían las inversiones en ese territorio. Por su parte, los embajadores Poinsett, norteamericano, y Ward, británico, también informaron de la posibilidad de construir un canal interoceánico, el Canal de Panamá.

Durante la intervención norteamericana los pueblos del Istmo lucharon, mantuvieron su reserva territorial y no permitieron el avance hacia la montaña del General Moore, además, mostraron su hostilidad hacia las fuerzas expedicionarias, pues sabían el problema al que se enfrentarían si los dejaban ir más allá de las lagunas en Tehuantepec, que demostraban la riqueza de la región.

Otro evento del que se tiene memoria corresponde a la relación de grupos de poder local, y en él son aludidas las mujeres juchitecas durante las campañas de los liberales contra el imperio español. El 18 de octubre de 1866 los liberales derrotaron a húngaros, austríacos y franceses en la batalla en las Lomas de la Carbonera; en la batalla del 5 de septiembre en Juchitán se registran los nombres de la juchiteca Petrona Esteva, conocida como “Tona Taati”, leal e incondicional a la causa liberal, Rosalía y Simona Robles, y María Tachu, quienes junto con los pueblos vecinos enviaron a las tropas de ocupación a la zona pantanosa de las lagunas de Biahui Do’ y Guigui Cahui, aprovechando la temporada de lluvias. En la actualidad, la defensa de los juchitecos es recordada por sus pobladores, destacando la victoria de los 500 hombres y mujeres que tuvieron sobre las tropas imperiales, a pesar de que fueron quemadas algunas poblaciones. Con todos estos hechos, los juchitecos han demostrado la participación de sus comunidades en la lucha y la construcción de la historia nacional: fueron aliados de los liberales que estaban a favor de la reforma juarista, y contribuyeron al triunfo de Díaz, años más tarde.

Más que enmarcar las rebeliones de indios en las revueltas campesinas, asociadas a los grupos nacionales (liberales o conservadores), o contar anécdotas, lo que queremos es, por un lado, resaltar la frecuencia, magnitud y alianzas entre las comunidades juchitecas —en las que, dicho sea de paso, hubo escazas influencia de peones de haciendas— y, por otro, señalar que estas regiones han sido indómitas ante los diversos poderes y ante el Estado, desde el periodo borbónico hasta la conformación del estado de Oaxaca, pues sus comunidades han realizado una serie de rebeliones indígenas-campesinas en Oaxaca, Chiapas y Yucatán.

En este momento, la lucha de los territorios indígenas cobra plena vigencia y las mujeres del Istmo son un ejemplo de resistencia y rebeldía perpetua. Memoria y resistencia de los pueblos originarios son recreados en la actualidad por los habitantes de Juchitán, y forman un testimonio de la inserción de las comunidades en las historias nacionales. Su ejemplo histórico nos deja enseñanzas acerca de lucha por la tierra, para superar la explotación y demostrar que solamente es posible con el pueblo organizado. El punto número 12 de nuestro Programa Mínimo de lucha señala el respeto a las formas de organización anticapitalista y a la autodeterminación de los pueblos para decidir su destino, de su territorio y de sus recursos naturales.

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