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Ernesto Guevara: “El Che”

El Guerrillero Heroico

“Este tipo de lucha nos da la oportunidad de convertirnos en revolucionarios, el escalón más alto de la especie humana, pero también nos permite graduarnos de hombres; los que no puedan alcanzar ninguno de estos dos estadios deben decirlo y dejar de luchar.”

       El Diario del Che en Bolivia

 El tema central del presente texto versa sobre un personaje de la lucha contra el imperialismo y el papel de los sujetos ante la realidad latinoamericana, es decir, sujetos dueños de sus sueños, de sus retos, pero sobre todo comprometidos con un ideal y una forma de lucha, la praxis cotidiana revolucionaria de la primera mitad del siglo XX.

Ernesto Guevara joven médico argentino, en la década de 1950, refleja el grado de compromiso histórico de los sectores medios estudiantiles en las luchas de liberación, generaciones posteriores a la segunda guerra mundial, con un enemigo plenamente identificado, el agresivo Imperialismo de Estados Unidos.

El “Che” se identificaba con estos sectores, constructores del proyecto armado y socialista en el continente desconfiaban del régimen de partidos, de las posturas reformistas, de los pactos con los organismos internacionales, crítico profundo de una realidad de despojo e injusticia, los tiempos e historias inmemoriales volvieron a recordarnos la atmosfera y el territorio, las nieblas de riachuelos y el velo al continente, islas, montañas y selvas, acompañaron estos recorridos e historias de revolucionarios y revoluciones ”verde olivo”.

Los antecedentes históricos parten de las políticas de guerra fría y el papel de las fuerzas especiales creadas por el aparato de la contraguerrilla. Transitan de experiencias desgastadas, entre populismo latinoamericano, partidos comunistas desgastados y burocratizados, represión, movimientos sociales detenidos o colaborando con la burguesía o el imperialismo. El clima era de un anticomunismo a más no poder, otra página será las historias de los servicios de inteligencia, en contra de los movimientos,campesino, obrero, estudiantil y guerrillero, la guerra fría fue total y era válida cualquier acción: pequeña o un golpe de Estado, hasta la intervención directa, como fue la experiencia que vivió el “Ché” en la Guatemala de Jacobo Árbenz en 1954 donde continuaron implementando la política del imperialismo del norte.

La historia de estos personajes, de su vida plena en los movimientos populares, nos lleva a destacar el gran aporte del “Ché” a la lucha revolucionaria, plagada de hombres y mujeres en la primera línea de combate, a quienes nunca les interesaron los cargos, mandos, ni honores, pero estaban convencidos de la lucha guerrillera como arma de liberación.

El “Ché” es símbolo de rebeldía y combate, presente en todos los jóvenes de una izquierda real y revolucionaria, tan necesaria hoy en el horizonte latinoamericano.

En 1948 se creó la Organización de Estados Americanos y se manifestaron las políticas imperialistas en nuestro continente, esos años permitieron que el “Ché”  enfrentara los demonios de la pequeña burguesía, norte americanizadas, al adoptar el american way of life como su objetivo de vida, esta adopción significó la segunda conquista espiritual de un imperio. La construcción del héroe popular se cimentó con base en su práctica revolucionaria, en Guatemala, Cuba, el Congo y, finalmente, Bolivia en 1967. Icono de los sueños latinoamericanos de unidad, rebeldía y revolución, pero esta construcción del sujeto revolucionario fue construcción frente la realidad, dialéctica pura, marxismo pleno. Quién dijera que ese personaje se encontraba en nuestro país, sacando fotos en la Alameda, hasta que se relacionó con el grupo de cubanos que zarparían con el Granma, hacia la sierra maestra para construir el socialismo.

Héroe de la revolución cubana, héroe de Santa Clara, impulsor del proceso revolucionario, ganó el grado de Comandante, reconocido por los principales dirigentes, el “Ché” formó parte de estas historias. Fue ministro de economía y partió a continuar su lucha en contra del imperialismo, de manera secreta, vuelve América y se traslada a Bolivia, país en el corazón de América del Sur, sitio donde se podría irradiar procesos de liberación. La experiencia fracasó, pero quedó en la memoria la epopeya de esos acontecimientos. Incluso al ser asesinado por la Agencia Central de Inteligencia (CIApor sus siglas en inglés).

En las cuevas de Ñacahuasú, en la quebrada del Yuro, despertó un merecido culto que acompaña sus luchas, la primera fue la publicación de su diario en 1968, despertando en todo el mundo un vivo interés, las implicaciones de las cia en la contraguerrilla.

El posterior ajusticiamiento del soldado Mario Teherán que le cortó las manos, éstas fueron recuperadas en 1969, las tenía el ministro del interior Antonio Arguedas, y llegaron a la Habana, Cuba vía Moscú, capital de la entonces Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. El 1º de abril de 1971 Mónica Erlt, integrante del el Boliviano, acudió a la embajada de Hamburgo en Alemania para ajusticiar a Roberto Quintanilla Pereyra por dar la orden de profanar el cadáver del Comandante. Su relación con Fidel y sus historias revolucionarias. El descubrimiento de los restos, en el aeropuerto de Valle grande, en Bolivia,  el 28 de junio de 1997 y su traslado al memorial en  Santa Clara, con honores continentales.

La obra del revolucionario, descansa en una maravillosa construcción de un sueño, como el de muchos que anhelamos: el socialismo, la liberación social, la educación, la construcción de sociedades nuevas y proyectos masivos, Ernesto Guevara de la Serna, se constituyó en uno de esos elementos que iluminan caminos, construyen identidades, reflejan anhelos, digna memoria de lucha para superar la explotación, frenar al imperialismo Yanqui, constructor de organización, la autodeterminación de los pueblos, para decidir el destino y manejo de los recursos. Para nosotros, los integrantes de la OLEP, honor y gloria a estas páginas de historias latinoamericanas de resistencia… ya lo decía la trova latinoamericana, desde las metáforas en la “canción del elegido”, de Silvio Rodríguez, al realismo de Daniel Viglietti… el che… es de esos personajes que mueren para vivir!

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