Un pueblo resuelto a ser libre
Palestina vencerá
Cómo Organización de Lucha por la Emancipación Popular estamos pendientes del calendario, contando las semanas y días que faltan para llegar al número cien de nuestro periódico, lo cual nos llena de gusto y emoción. Pero, al mismo tiempo, conforme avanzan los días, también llega a nosotros un aire de tristeza, rabia y preocupación de saber que los crímenes contra el pueblo palestino no han cesado y que ya casi se cumple un año del genocidio en su contra, iniciado por Israel.
Resulta increíble que en pleno siglo XXI se permitan este tipo de crímenes y que ningún país o la misma Organización de las Naciones Unidas (ONU) pueda hacer algo más que dar recomendaciones y expresar sus buenos deseos. Sin duda, el perfeccionamiento de los medios de comunicación y la difusión de la ideología burguesa, contraria a los intereses de la mayoría de la población mundial, a través del cultivo del pensamiento, la palabra, la oratoria, los avances tecnológicos y, por supuesto, la propiedad privada sobre los grandes medios de comunicación, han sido una herramienta clave para la perpetuación de este conflicto, sin que se haya podido impulsar una solución contundente para terminar con él, logrando, en cierta medida, confundir, dividir, desmovilizar e imponer la aceptación de la información que la clase dominante quiere que tengamos, con el fin de que actuemos como a ellos les funcione mejor.
Un ejemplo reciente es cómo a través de un discurso de doble moral, los medios de comunicación intentaron legitimar la prohibición de la participación de Rusia en los Juegos Olímpicos, pero se permitió que soldados israelíes activos, quienes han asesinado a miles de mujeres y niños palestinos, participarán. Sin embargo, la población mundial ya no es fácil de engañar y ha demostrado su disgusto con el sistema capitalista de producción, sobre todo, a partir de los hechos ocurridos después del 7 de octubre del año pasado, cuando Israel mostró su cara más cruel y despiadada, desenmascarando no sólo su carácter brutal, egoísta e inhumano, sino el de todos los países que lo apoyan.
Como ya es conocido por quienes nos interesamos por el tema palestino, la operación Diluvio de Al-Aqsa fue un golpe muy duro contra el prestigio de Israel, porque mostró al mundo la fragilidad de su solidez como Estado, lo cual ya se veía de por sí reflejado con su crisis económica del 2023, los índices de migración de judíos que ya no lo veían como un “refugio seguro”, y el traslado de inversiones judías hacía otros países del mundo árabe como Dubái, Turquía y Arabia Saudí.
Recordemos que, Israel legitimó su fundación como Estado, gracias al apoyo de la ONU, Estados Unidos y Reino Unido, paradójicamente con el discurso de la religión y de ser víctimas de genocidio. Estos países que, cínicamente, se reivindican como demócratas, laicos y modernos, se valieron de creencias ilógicas, invalidando las ideas religiosas de unos y validando las de otros, para legitimar la usurpación de la tierra. Es entendible, si observamos que no había otros elementos que justificaran el despojo hacia los palestinos, pues qué declaración, pacto o acuerdo internacional puede legitimar robarle sus tierras a un pueblo para dárselas a otro. Así, dieron solución al problema del pueblo judío, tratando de esconder el fondo geopolítico e imperialista de esta “ayuda humanitaria”.
Si bien el Estado de Israel representó, en su momento, un refugio para los judíos después de la Segunda Guerra Mundial, llegando a albergar en su territorio a casi el 45% de la población judía a nivel mundial, después de más de 7 décadas, no logró consolidarse como un Estado normalizado en la región, y la mayoría de los pueblos árabes y musulmanes lo consideraron, desde su fundación, un enemigo. Incluso, hoy, con su empeño brutal por recuperar su prestigio al eliminar al pueblo palestino, está logrando pasar de ser un territorio estratégico a ser una carga para Estados Unidos y los demás países que lo apoyan.
Volviendo al tema del uso de los medios de comunicación para justificar el genocidio, se ha difundido la afirmación, irónicamente, de que Hamas está ejecutando una guerra religiosa en nombre de Alá y del Islam, a través del terrorismo y, que, como movimiento, representa los intereses de la derecha dentro de los actores en la política palestina. Este discurso no sólo se difunde en los medios de comunicación masiva, incluso, es un discurso que se difunde en espacios de “izquierda” que apoyan al pueblo palestino, pero que recurre al argumento de que, por ser un movimiento que reivindica una religión, no representa los intereses populares del pueblo palestino. Sin embargo, este discurso sólo promueve mentiras propagandísticas y prejuicios racistas, que se entienden si vienen de la derecha, pero decepcionan profundamente cuando los escuchamos de parte de algún camarada. Es por ello que, en cada número de FRAGUA, hacemos el esfuerzo de destinar unas líneas para ser un contrapeso que haga frente a los grandes medios de comunicación, que, sin duda, representan otro frente en esta guerra.
El conflicto entre Israel y Palestina es complejo, así como los actores políticos dentro de Palestina, por eso es importante saber quién es quién y qué intereses representan. Hamas es una organización de liberación nacional con un trasfondo efectivamente Islámico, pero su principal objetivo es la liberación de Palestina del imperialismo y no el establecimiento de un Estado Islámico. Todos los dirigentes de Hamas, la mayoría asesinados por Israel, son hijos de refugiados que fueron deportados de sus aldeas a Gaza en 1948. La nueva dirección de Hamas se ha distanciado de los ideales de los fundadores musulmanes y reconoce a todo el pueblo palestino en su diversidad étnica. El actual dirigente, Yehya Assenwar, ha declarado que ve en Hamas la continuidad del movimiento de liberación nacional palestina.
El imperialismo a nivel mundial siente tambalear su sistema económico al ver que, a pesar de la brutalidad con la que han atacado a Hamas y las demás organizaciones revolucionarias, éstas no se han rendido, y, por el contrario, han decidido defenderse del enemigo más poderoso y tecnológicamente más moderno, aunque sea descalzos, con piedras, palos o armas improvisadas fabricadas en túneles, sin cobertura aérea ni satelital. Además, también la población palestina ha decidido resistir, dando un ejemplo de heroísmo, demostrando que están dispuestos a soportarlo todo, aun los bombardeos que triplican los de la bomba de Hiroshima. Si vemos los videos de los sobrevivientes, incluyendo mujeres, niños y ancianos, estos salen de los escombros para gritar que no se rendirán.
Esta valentía del pueblo palestino nos recuerda que el tener el mejor desarrollo tecnológico de armas no es sinónimo de ganar una guerra, o que tener el mayor número de víctimas de guerra no determina quien la perderá. Lo que sí lo determina es la voluntad de los pueblos por luchar por su libertad. Ejemplos hay muchísimos a lo largo de la historia, pero podemos poner dos muy representativos: la invasión francesa en México y la invasión estadounidense en Vietnam.
Esta determinación del pueblo palestino de luchar por su liberación ha dejado en evidencia muchos elementos que podemos retomar quienes estamos luchando por la transformación profunda de la sociedad, pues han dado un ejemplo de gran valentía que merece el respeto de todos los pueblos del mundo.
Uno de esos elementos es el nivel de violencia al que puede recurrir el capitalismo imperialista, su fase más salvaje, negando la condición humana, con tal de no renunciar a sus intereses políticos y económicos, basados en la opresión y explotación. Pero también, nos ha demostrado que el imperialismo está a punto de ser derrotado. Evidencia de ello, es que, el incumplimiento de los objetivos de Israel de eliminar a los habitantes de Gaza para ocuparla ha avivado las diferencias entre Biden y Netanyahu, al grado de que Estados Unidos ya aceptó que la solución es la reconstrucción de dos Estados. Incluso Hamas ha aceptado algunas propuestas de Biden, sin abandonar sus condiciones: fin de la guerra, retirada de Israel en Gaza, reconstrucción y solución política con un estado viable, con Jerusalén como capital, con garantías internacionales que impidan el control israelí, con un documento escrito y un compromiso estadounidense, egipcio y qatarí para detener la guerra, retirar las tropas y reconstruir Gaza.
Sin embargo, es importante reconocer que la solución de dos Estados da pie a un simulacro de Estado palestino como en los Acuerdos de Oslo, que puede llegar a ser un Estado al servicio de Israel. Por otro lado, la propuesta que reivindica la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) significa un Estado palestino soberano sobre todo el territorio ocupado por Israel hasta 1967, con Jerusalén como capital.
Otro de los logros de la resistencia y valentía del pueblo palestino es que ha orillado a que las diferentes fuerzas políticas en Palestina se sienten a negociar cómo se van a organizar para reconstruir Palestina una vez que logren expulsar a Israel. Está reunión se llevó a cabo en Beijin, China y fue organizada por el gobierno chino a finales de julio del presente año y tuvo como nombre “Diálogos por la reconciliación” donde estuvieron presentes tanto, 14 organizaciones políticas militares palestinas que resisten el genocidio, entre ellas Hamas.
Finalmente, gracias a la valentía del pueblo palestino de combatir el nazi-sionismo, se ha demostrado que esta guerra tiene su origen en la lucha de clases, ha dejado en evidencia quién es el enemigo de clase y qué países defienden esos intereses. Pero también, ha revelado que hay países que quieren liberarse del yugo imperialista y que aspiran a un mundo más humano, pero que, para eso, se necesita luchar contra el capitalismo en su fase imperialista. El pueblo palestino ha dado una gran lección a los demás pueblos del mundo y ha logrado consolidar un movimiento internacional antiimperialista con movilizaciones masivas nunca vistas, inspiradas en el pueblo palestino que ha demostrado la posibilidad de que se puede resistir, e incluso vencer, al imperialismo.
Cerramos este artículo con la convicción de que Palestina vencerá, pero que mientras tanto, en México, es importante continuar con la movilización y organización permanente para seguir exigiendo al Estado mexicano que rompa relaciones con Israel.
¡Contra el despojo, la represión y la explotación;
resistencia, organización y lucha por el socialismo!
¡Palestina vencerá!
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