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De máscaras y negaciones: por una sana metodología de lucha

En los distintos espacios de lucha del pueblo donde nos encontramos hemos conocido personas que, aunque no compartimos fines últimos e incluso metodología de construcción, su forma de ser y actuar son consecuentes y se solidarizan con nuestras causas y con las organizaciones que formamos parte del Movimiento Democrático Independiente.

Así, zapatistas, anarquistas, militantes del Morena o los ahora llamados “obradoristas” nos han brindado solidaridad en distintas ocasiones y se los agradecemos, incluso hemos caminado juntos y nos hemos movilizado en las calles. La honestidad y hablar claro es lo que nos ayuda a ponernos de acuerdo, principios básicos no sólo de la lucha sino de cualquier relación humana sana.

Sin embargo, existen otras personas que desde sus distintos agrupamientos políticos, prefieren negar su pertenencia a tal o cual organización y, sobretodo, a tal o cual partido político electoral. Personas que bajo palabras abstractas como “vecino” o “ciudadano” se esconden para no hablar de sus posturas políticas que no son sólo suyas sino las de su organización o partido.

Esto lo vemos muy seguido en los procesos de lucha dentro de los sindicatos los cuales bajo el argumento de la “independencia sindical” muchos integrantes de organizaciones y partidos niegan su pertenencia a dichos agrupamientos políticos aunque tengan una clara línea que viene desde los postulados de las mismas.

Así, como si sufrieran de un mal como el de Hulk y el doctor Bruce Banner (o el Señor Jekyll y el Señor Hyde), estas personas parece que son dos, una dentro de los sindicatos y otra fuera. Como si la ideología fuera una chamarra que te puedes poner y quitar sin pudor.

En la lucha contra los megaproyectos en la CDMX como el Proyecto Conjunto Estadio Azteca o en los espacios estudiantiles también se da y cada vez más pues muchos de quienes participan en las actividades de resistencia pertenecen a Morena y sus distintas estructuras. Como dijimos antes, hay quienes no se quitan el chaleco ni la gorra guinda y los portan con orgullo, expresan abiertamente su militancia y muchas veces son las personas más consecuentes y solidarias, a ellos les agradeceremos siempre.

Pero también tenemos otros personajes que le quieren ver la cara al pueblo. Que se presentan como personas independientes o simples “vecinos”, “estudiantes”, “ciudadanos preocupados” cuando, en realidad, tienen bien clara su agenda política.

Estas personas, generalmente son las menos consecuentes, las más oportunistas, las que siempre buscan desmovilizar, crear confusión, aprovecharse de las coyunturas para obtener prebendas políticas para ellos y sus grupos reducidos; son los que llaman a la represión hacia el movimiento popular, son los lastres de la política del viejo régimen que dicen combatir.

Son los que buscan tomar por asalto los procesos de organización que ellos ni siquiera formaron pero como “conocen a tal o cual” o tienen “más años” o cualquier justificación que no tiene nada que ver con el trabajo de construcción ni organización sólo quieren demostrarle a sus estructuras que ellos conducen, que “tienen a su gente”.

Es aquí donde nos preguntamos: si estas personas están convencidas de su militancia política ¿por qué esconderla?; si su organización o partido político electoral tiene las respuestas que está buscando el pueblo ¿por qué no decirlo de frente?

Pero bueno, si el propio Jesús fue negado tres veces por uno de los más fieles seguidores, qué les espera a las organizaciones y partidos políticos electorales que no construyen colectividad dentro de sus estructuras y que han preferido a los chapulines, a los que repiten las formas del pasado neoliberal antes que a la base consecuente.

Nosotros no entendemos cuál podría ser la razón práctica para negar su pertenencia a tal o cual esfuerzo pues nosotros jamás lo haremos, nosotros jamás negaremos nuestros objetivos, nuestra metodología, nuestras banderas ni a nuestros camaradas. Nosotros siempre expresamos que nuestros dichos son parte de un esfuerzo colectivo y no la voz del caudillo que por tener 40 años en la lucha ya tiene todas las respuestas.

Ese secretismo, esos malos métodos, ese oportunismo son los que terminan por alejar a las personas de las organizaciones y hasta de los partidos políticos electorales pues las personas que participan de manera honesta a la postre se sienten utilizados, y terminan diciendo que “todos son iguales”.

Por eso nosotros les decimos que aquí uno de los pilares de nuestro proceso de lucha, de nuestra metodología de trabajo, de nuestra forma de vivir el mundo es justamente ser honestos.

Que exista claridad respecto a lo que somos es uno de nuestros principios pues a nosotros no nos da pena que sepan que luchamos contra el neoliberalismo, capitalismo y por la democracia popular y el socialismo. A nosotros no nos avergüenza que conozcan nuestro programa mínimo de lucha, nuestros objetivos, nuestra metodología, nuestro periódico, nuestro trabajo en general.

Consideramos que es necesario desenmascarar a todos aquellos que se escudan tras nociones abstractas para ocultar su ideología, sus agrupamientos políticos, sus objetivos, su carácter de clase.

También debemos decir que muchas veces quienes más se empeñan en alejar a las organizaciones populares de los espacios de lucha bajo argumentos como que “no es un asunto político” son quienes más intereses políticos tienen y ya sea personales o de grupo buscan ser “ellos” quienes dirijan, quienes decidan, quienes obtengan prebendas.

Por eso también estamos en contra de políticas como no dejar que las organizaciones participen abiertamente en sindicatos, en asambleas estudiantiles y populares pues si bien la participación no debe ser la imposición de posturas sino el diálogo y la construcción con las diferentes fuerzas políticas, limitar la participación de las organizaciones es, primero, un argumento para negar la participación en las mismas; también es una forma de encerrarnos en nuestros propios problemas sin entender la esencia de los mismos ni ver que lo que nos pasa a nosotros pasa en distintos grados en otros lugares parecidos o también muy diferentes y distantes.

El aislar a los procesos de lucha de las organizaciones únicamente ayuda a limitar nuestras miras, no ser solidarios con otros temas y a que no avancemos en nuestra consciencia.

Por eso, apostamos y siempre apostaremos por la honestidad, por la lucha consecuente y organizada, por el diálogo fraterno, por la crítica y la autocrítica. Pues fuera de esto cualquier esfuerzo caerá en las formas burguesas de hacer política y ese es un lastre que ya debemos arrojar al basurero de la historia.

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