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EDITORIAL #60

La importancia de la formación y de la movilización política

Si el pueblo que lucha contra el neoliberalismo y contra el capitalismo abandona la formación política y la movilización de ese mismo carácter permite que la clase burguesa, sus aliados y sus agrupamientos políticos se fortalezcan e impidan con mayor fuerza y eficacia los pocos cambios que benefician a la mayoría de los trabajadores explotados y oprimidos.

De esa manera, el pueblo no podrá hacer efectivos los cambios legales que lo podrían beneficiar. Sin formación política y sin movilización política, quien llegue a puestos de gobierno o de administración se hundirá en la telaraña de la corrupción y la simulación para terminar como parte de la burocracia que representa los intereses económicos y políticos de la clase burguesa.

Arrancar el neoliberalismo de raíz y por vía de los hechos no será posible sin la formación política y sin la movilización. Separar de sus cargos a los funcionarios corruptos en todas las instituciones del Estado a nivel federal, estatal y municipal no será posible sin la formación política y sin la movilización consciente y voluntaria del pueblo organizado y de sus agrupaciones políticas.

En la olep tenemos claridad en estos aspectos centrales de nuestra actividad, es por ello que, antes y después del inicio del nuevo sexenio, continuamos en el desarrollo de nuestras tareas de formación y movilización políticas.

Las brigadas de información y agitación política con nuestro FRAGUA, con el Programa Mínimo de Lucha y otros materiales, las brigadas de pega de carteles, nuestros círculos de estudio y de lectura, los cursos de formación en diferentes aspectos de nuestro trabajo y el apoyo a movilizaciones de carácter político se han realizado a pesar de la pandemia con todas las medidas de precaución necesarias.

Para nosotros, hablar de formación política es hablar de dotar al pueblo de la ciencia que le brinde la oportunidad de comprender las leyes que rigen el origen y desarrollo del sistema económico-social capitalista, así como las contradicciones que se expresan en su seno, y que nos permite plantear que este sistema debe ser superado si de verdad queremos construir la democracia popular; a la vez que nos permite exponer que el socialismo es una alternativa posible para evitar que una clase pequeña en número (pero poderosa económica y políticamente) continúe dominando la vida social en todos sus aspectos. Formar políticamente es exponer sin temor los conceptos que expresan la realidad en su contradicción. Llamar a la clase burguesa por su nombre y decir que su poder reside en la posesión de los grandes medios de producción es tan necesario como hablar de la clase proletaria y de las contradicciones de la clase pequeño-burguesa. Ocultar la realidad —no explicarle al pueblo que mientras la clase burguesa mantenga la posesión de los grandes medios de producción no será posible derrotarla ni mejorar de manera permanente las condiciones de vida de las clases que domina— es faltar a una condición básica para poder organizarnos como clase explotada.

Ocultar que el Estado tiene carácter de clase y pretender que este gobierno es la expresión de un poder político ajeno a la clase burguesa es desarmar al proletariado y a la pequeña burguesía del campo y la ciudad, es permitirle a la burguesía que finja no ser la principal responsable de la crisis económica, del terrorismo de Estado y de toda miseria que ahoga al pueblo trabajador y explotado. Pretender convencer al pueblo de que la movilización ya no es necesaria es desconocer la historia reciente del propio movimiento popular. Sin movilización ni siquiera se hubiese podido pensar en un cambio de gobierno, ni siquiera por la vía electoral. Plantear que la movilización ya no es necesaria, porque ya se tiene el gobierno, es desarmar a las propias bases del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) y entregarse para que el Partido Revolucionario Institucional (pri) vuelva a triunfar, como en Hidalgo y Coahuila, con sus viejos métodos.


Formar políticamente es estudiar y luchar, es pensar y movilizarse, es defender nuestros derechos y aprender a administrar, no desde los puestos de la burocracia, sino desde las necesidades de la vida cotidiana y las necesidades de la lucha por la democracia popular y el socialismo.

Como socialistas hemos renunciado a ser gobierno, no tememos la lucha electoral ni nos sorprende que algunas organizaciones que dicen luchar por el socialismo formen alianzas para participar en las futuras elecciones; pero también, como socialistas, no somos ciegos, sabemos que los dejarán gobernar mientras no intenten tocar la propiedad de los burgueses sobre los grandes medios de producción, fuente de su riqueza y condición material que les permite la explotación de millones de seres humanos.

Nosotros no queremos gobernar atados por los intereses de la clase burguesa; pero no por ello estamos aislados del pueblo ni desesperados. Seguimos en el trabajo de formación política y de movilización y nos da gusto que los intelectuales orgánicos del Morena, apresurados, ellos sí, por dos años consecutivos de fracasos en la organización de su partido electoral, vuelvan a escribir sobre lo que, obnubilados por un triunfo electoral, habían dejado de explicar era necesario: la formación política… ahora sólo basta que salten de la revista y del periódico a las calles, porque sus jóvenes promesas se conforman con dar “clases” a sus bases, mientras ellos se resguardan del sol, del frío y anhelan puestos burocráticos en el gobierno, o mejor, en la academia.

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