La Huelga Obrera de Río Blanco
Prohibido olvidar
A mediados del siglo XIX se empezaron a construir las primeras fábricas textiles en México. En 1889 se creó la Compañía Industrial de Orizaba, de capital francés, misma que construyó la fábrica textil de Río Blanco, Veracruz en 1892. Para finales del siglo XIX la fábrica textil de Río Blanco era la más grande de Latinoamérica con 1650 telares, generaba el 25% de la producción nacional de telas y el 20% de los trabajadores textiles del país eran obreros de dicha factoría. Sin embargo, los obreros eran sobreexplotados: su jornada laboral era de 14 horas al día, su salario era de 25 centavos semanales y los mejores pagados ganaban 10 pesos a la semana, se les realizaban descuentos semanales de vivienda, multas por retraso y descompostura de maquinaria, además de que parte de su salario se les pagaba en vales para ser cobrados en especie en la tienda de raya. Es decir, eran “esclavos” que hacían posible la acumulación de riqueza de los capitalistas franceses. El ambiente general era hostil al trabajador, el Estado Porfirista en aquel entonces era el instrumento de defensa de los intereses de los patrones. En Río Blanco y en toda la región textilera estaban prohibidas las reuniones políticas e incluso en la vida cotidiana se sancionaba a un trabajador por estar a altas horas de la noche fuera de su casa. Lo que importaba era no bajar la productividad, seguir explotando al trabajador y evitar su organización.
Los obreros de Río Blanco no estaban organizados y mucho menos formados políticamente, no existían sindicatos y solo se organizaban a través de las cooperativas mutualistas. Los primeros esfuerzos organizativos serios para cambiar sus condiciones laborales se dieron a inicios del siglo XX a través de la difusión y propaganda de las ideas de Ricardo Flores Magón expuestas en el periódico Regeneración y el periódico regional Revolución Social, periódicos que denunciaban la explotación brutal a la cual eran sometidos los obreros textiles, éstos periódicos constituyeron un medio eficaz para construir conciencia de clase en el obrero textil, además de que les orienta y les indicaba el camino a seguir para cambiar sus condiciones materiales de vida, fue así que obreros e intelectuales ligados a los hermanos Flores Magón y al Partido Liberal Mexicano como Lucrecia Toriz Ordaz, Rafael Moreno y Manuel Ávila iniciaron trabajo político en las fábricas textilesde Rio Blanco, Nogales y Orizaba.
Los obreros comenzaron a reunirse con el fin de constituir una organización para defender sus derechos laborales. A inicios de 1906, Manuel Ávila, obrero de la fábrica textil de Río Blanco convoca a reuniones clandestinas con un grupo cerrado de trabajadores militantes de la “Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano”. Después de un debate interno, triunfa la postura magonista sobre la postura mutualista conciliadora y el 1 de abril se funda el Gran Círculo de Obreros Libres. La organización promueve la creación de filiales, en un intento valiente y desafiante por extender la organización revolucionaria, al finalizar 1906 el Gran Círculo de Obreros Libres había logrado la hazaña de aglutinar unas 80 sucursales en los estados de Puebla y Tlaxcala.
Pero mientras los trabajadores se agrupan y organizan, los patrones del sector textil también lo hacen, fundando a finales de ese mismo año el “Centro Industrial Mexicano” el cual impone un reglamento laboral homogéneo en el ramo, en donde se impone una jornada laboral infame de 14 horas, prohibición de visitas en las viviendas que los obreros alquilaban a la empresa, prohibición de lectura de libros y periódicos que no contaran con la aprobación de la administración, descuentos de salario para fiestas cívicas y religiosas y pago por material de trabajo dañado. Evidentemente, era una declaración de guerra.
En contra de este reglamento, los trabajadores se lanzan a la huelga para imponer sus propias condiciones: exigían la prohibición de las tiendas de raya, se exigía pago de pensión por accidente de trabajo, 45 minutos para desayuno y otros 45 para comida, pago adicional por trabajo nocturno y días festivos, prohibición de empleo a menores de 14 años, etc. La huelga comienza el 4 de diciembre y para el 6 de enero de 1907 ya son 7 mil trabajadores en huelga abarcando 34 fábricas de la región Puebla-Tlaxcala. Los empresarios se niegan siquiera a discutir el pliego de demandas e intentan quebrar la huelga con un paro patronal, iniciado el 24 de diciembre, abarcando Puebla y Orizaba involucrando 93 fábricas y afectando a unas 100 mil personas. Con esto pretendían quebrar el fondo de resistencia y las aportaciones solidarias de los trabajadores textiles que, como en Orizaba, no se habían ido a huelga. Porfirio Díaz interviene y se entrevista con los huelguistas el 26 de diciembre.
El 3 de enero de 1907 Díaz emite un laudo que, por un lado, daba ciertas concesiones: nivelaba salarios, establecía un sistema de primas por producción, se eliminaban descuentos para fiestas, se eliminaban descuentos por uso normal de instrumentos, pero, al mismo tiempo desconocía la bilateralidad y la representación colectiva, estableciendo que las peticiones laborales debían realizarse a título personal. El laudo desmoviliza a la mayoría de los obreros textiles los cuales levantan la huelga. Incluso los obreros de Río Blanco aceptan en su mayoría el laudo, pero hubo muchos que protestaron contra él, incluso los dirigentes obreros de Río Blanco se dividen. Parecía claro que al día siguiente 7 de enero habría labores normales, con todo y los inconformes. Sin embargo, la situación explotará, evidentemente no sólo se trataba de mejoras económicas parciales sino de una situación de injusticia social que para muchos era ya insoportable.
El 7 de enero de 1907 a las 5:30 a.m los trabajadores se presentaron a trabajar, no obstante, la patronal no permitió la entrada de muchos hilanderos y tejedores. Una multitud de unas 2 mil personas comenzó a apedrear el edificio. Margarita Martínez, esposa de un trabajador, toma una bandera nacional y encabeza una marcha que se dirige a la tienda de raya local, de casi una manzana completa, propiedad del francés Víctor Garcín, quien se había negado a fiar a los trabajadores. La tienda fue saqueada e incendiada.
Ante tales sucesos, el Estado mexicano a través de la Dictadura Porfiriana decidió a toda costa defender los intereses de los capitalistas barcelonettes. A las 9 a.m llegan a Río Blanco 2000 soldados del ejército federal bajo el mando del Secretario de Guerra Rosalindo Martínez, y comienza la masacre: hombres, mujeres y niños fueron asesinados en el acto y otros más fueron sacados de sus viviendas y fusilados en los cuarteles. La masacre se tradujo en más de mil muertos, y 400 prisioneros. Durante los días siguientes se verán vagones de ferrocarril desplazando montones de cuerpos humanos. La Huelga del día 7 de enero en la fábrica textil de Río Blanco, Veracruz será el preludio de un proceso que desencadenaría posteriormente la revolución mexicana de 1910, muchas de sus consignas se verán reflejadas diez años después en el artículo 123 de la Constitución Política de 1917. La Huelga de Río Blanco, es un hecho histórico que nos ilustra sobre la necesidad de organizarnos como lo hicieron en aquel momento los trabajadores a través del Gran Círculo de Obreros Libres y de formarnos políticamente bajo la dirección de un partido que represente verdaderamente los intereses populares, como lo hizo el Partido Liberal Mexicano cuyos integrantes trabajaban formando conciencia proleatria en la clase trabajadora.
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