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La liga de los impresentables

Democracia electoral

El sistema capitalista va convirtiendo a su correspondiente sistema de partidos y sus disputas electorales en una mediocre serie de Netflix. Así asistimos en días recientes a la gran escenificación de los destapes de Morena para las candidaturas a nueve gubernaturas en el 2024. Finalmente “habló el pueblo y dio su veredicto” de entre la caballada gorda del actual partido oficial, lo que sobran son apuntados por doquier, “pobrecitos” seres sacrificados que sólo aspiran a servir al pueblo y a “profundizar la 4T” (sea eso lo que signifique a estas alturas).

Pero bien que mal la temporada llegó a su capítulo final cumpliendo su objetivo mercadológico de mantener a la opinión pública en vilo. Sin embargo, ahora espera la Gran Temporada Final de la serie electoral 2024. Hasta aquí la percepción creada por el cada vez más descompuesto sistema político mexicano. Pero ya quitándole la crema a los tacos discursivos habría que hacer algunas reflexione críticas al respecto. 

La democracia “participativa” (fulanito o fulanita es la respuesta…y si no te preguntan, lástima Margarito).

Desde el método de las encuestas entronizado como “el método”, el partido oficial hace creer que no hay otros caminos posibles que realmente fueran empoderando al pueblo. Además, la historia de las supuestas encuestas de Morena está plagada de falta de transparencia en su metodología, de cambios abruptos, acuerdos cupulares, etc. Y no lo decimos nosotros solamente. Hasta el recientemente fallecido Enrique Dussel llegó a declarar en una entrevista que dicho método no era más que el encubrimiento del dedazo.

Todo el tiempo es tiempo electoral (“¿quién pompó, campañita quién pompó?).

Aunado a lo anterior no se puede normalizar la realidad de las campañas adelantadísimas.  Sabemos que en el capitalismo todo se torna mercancía (el voto no es la excepción) y todo lo que rodea al negocio son verdaderas industrias de la publicidad y del acarreo cada vez más saturadas y extendidas, con la necesidad de inundar hasta el último rincón virtual o físico con la imagen del monigote en cuestión. Nadie puede negar que las corcholatas mayores y corcholatas menores o locales han hecho campañas millonarias que históricamente han salido del propio erario público o como inversiones de empresarios que ya las cobrarán con creces a su debido tiempo.  

“Corcholatización”  de los políticos.

“La burguesía ha despojado de su aureola a todas las profesiones hasta entonces reputadas   venerables y veneradas. Del médico, del jurisconsulto, del sacerdote, del poeta, del sabio, ha hecho trabajadores asalariados.” Manifiesto del Partido Comunista, Marx y Engels.

Esta idea viene como anillo al dedo pensando en nuestros políticos de oficio, a los que en algún momento de la historia se les quiso rodear de un aura respetable y un perfil cargado de cualidades de estadista, vendiéndolos como profesionales del servicio público. Sin embargo, a medida que avanza el capitalismo esta máscara “respetable” se va cayendo a pedazos, revelando el carácter mercantil de la política y las pugnas partidistas en realidad como la lucha por la ganancia económica, ya sea en precampaña, campaña o gobierno. Y de ahí que los actores también vayan tomando su real tamaño y función de cosas…o corcholatas. En los últimos años hemos venido observando cómo las prácticas que introdujeron PRI o Partido Verde de postular a cualquier mequetrefe del espectáculo o el deporte en la actualidad ya son prácticas generalizadas, adoptadas por TODOS los partidos.

 De entre “puros” o “impuros”: todos ganan.

Una percepción con la que se jugó mucho sobre todo hacia el interior de las bases de Morena fue hacer creer que en ese partido había una lucha entre los personajes impresentables o cuestionables y los fundadores de Morena, “leales a los principios”, o hasta “de izquierda”. Esta contradicción aparente fue llevada al límite sobre todo en el caso de la CDMX, en donde la resolución final dejó satisfechos al sector que alude todavía a “los principios” y rechazaban al policía de turbio pasado Omar García Harfuch (aunque dichos “puros” no cuestionan para nada la militarización, por ejemplo). ¿Y acaso eso significa  expulsar a Harfuch y padrinos del partido? Por supuesto que no. Ciertamente no alcanza la posición inicial,  pero con seguridad será llevado a otra quizás más importante en un futuro.

Siguiendo con los ejemplos en algunos estados mencionemos el caso de Puebla, en el que la batalla era en realidad la pugna principalmente entre dos expriístas ligados no sólo al tristemente  “gober precioso”, Mario Marín, (muchos de cuyos cuadros ya están en Morena) sino a lo que significa el PRI como despojo, represión, corrupción, etc. Alejandro Armenta priísta de más de treinta años, ahijado político de Marín y funcionario en su gobierno, coordinador de la campaña de Peña Nieto en Puebla, por mencionar algunas de sus méritos “patrióticos”. Ignacio Mier, igual, priísta de muchos años, involucrado en medios chayoteros conocidos en Puebla por practicar la extorsión, pero cuya máxima hazaña fue votar a favor del FOBAPROA como diputado Federal. Estos son los grupos con más poder, sin olvidar al grupo barbosista con influencia en la estructura del partido y en el gobierno del estado.    

Otro caso para llorar es Chiapas, en donde el primer y segundo lugar en las encuestas son dos personajes que vienen del corruto Partido Verde Ecologista, o la continuación verde del priísmo, con personajes tan impresentables como el exgobernador Manuel Velasco o el ahora candidato Eduardo Ramírez quien militó en el PVEM de 2009 al 2018, presidente municipal de Comitán, diputado federal, secretario general de gobierno con Velasco, diputado local. O sea no está al margen de la historia de corrupción, despojo, paramilitarismo y represión que tiene Chiapas. El segundo lugar fue Sasil de León Villard, diputada local y federal por el PVEM y senadora por el PES.

Y qué decir de Guanajuato, donde la batalla fue entre dos ex panistas purificados. La ganadora Alma Alcaraz con una militancia de casi 20 años en el PAN y Ricardo Sheffield con 25 años en el PAN. Lo que habrán convalidado de esos gobiernos en tantos años…

¿Más ejemplos de exprianistas purificados? ¡cómo no!, En Jalisco, Claudia Delgadillo, priísta de 2006 al 2018 o el empresario de la salud Carlos Lomelí ex perredista y ex de Movimiento Ciudadano, con negocios cuestionados en la industria farmacéutica con jugosos negocios en gobiernos anteriores y actuales, o sea un beneficiario de la privatización de la salud, todo un proletario.

En Morelos será candidata Margarita González Saravia, perredista de 1989 al 2014. Estuvo en los gabinetes del prócer Cuauhtémoc Blanco como presidente municipal y como gobernador, lo cual ya nos dice mucho de los vínculos del personaje y los poderes que la han impulsado.

En Yucatán quien encabezará la llamada Cuarta transformación será un expanista con 17 años en ese partido tan progresista. En segundo lugar quedó una profesional del chapulineo, Verónica Camino Farjat, exmilitante del PRD, del PRI y del PVEM, ahora purificada, claro está.

En los casos de Veracruz y CDMX si bien estamos hablando que las futuras candidatas, Rocío Nahle y Clara Brugada, son personajes más relacionadas con Morena desde su fundación, lo cierto es que, sobre todo en CDMX, el poder construido como PRD y Morena desde también desde el gobierno central y alcaldías, carga con estructuras corrompidas y clientelares institucionalizadas que nada envidian al viejo PRI. En cuanto al gobierno de Morena en Veracruz tampoco es como para presumirlo en cuanto a resultados y, sobre, todo, a las expectativas generadas ante el pueblo. Ante este panorama de descomposición electoral, como OLEP planteamos y llamamos al pueblo a la construcción por la vía de los hechos de una democracia popular, un gobierno del pueblo y para el pueblo, en la que construyamos la alternativa política como clase proletaria como sujetos conscientes y no como carne de cañón de las oligarquías que de tanto en tanto cambian de piel y de color para que el sistema capitalista siga intocado. A luchar por la democracia popular y el socialismo.

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