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Maíz transgénico para atole con el dedo

El 13 de febrero el gobierno de México presentó un nuevo decreto que sustituye al de diciembre de 2020, sobre la importación de maíz transgénico y la sustitución del glifosato por alternativas más amigables con el humano y el ambiente; uno podría suponer que esto dejaba claro que México lucharía con todo por obtener su soberanía alimentaria, sin embargo este decreto hace evidentemente una vez más la subordinación del país hacia el imperio de Estados Unidos (EE UU); aunque ratifica que el maíz transgénico no puede ser utilizado para masa y tortillas, deja la cancha libre para la importación del grano genéticamente modificado para consumo animal e industrial de alimentación humana.

En diciembre de 2020 cuando salió el primer decreto, ponía el 31 de enero de 2024 como fecha límite para el uso del glifosato y vislumbraba en esta fecha la sustitución total del grano de maíz genéticamente modificado, esto desato inmediatamente un revuelo de los empresarios agroalimentarios del país y de nuestro vecino EE UU, quienes inmediatamente movieron toda su maquinaria política – económica para arremeter contra esta medida, por ello, meses más tarde las autoridades federales anunciaron que se extendería este plazo hasta 2025. Pero esto tampoco bastó, no era suficiente, ya que querían la desaparición de este decreto.

En el momento más álgido de esta lucha, una delegación de funcionarios estadounidenses visitó México a mediados de enero de  2023, para revisar los avances en los ajustes al decreto originalmente emitido en 2020, al concluir su visita comentaron que los cambios no atendían aún sus preocupaciones, por lo que amenazaron con llevar el caso ante un panel comercial del Tratado de Libre Comercio (TMEC),poniendo el 14 de febrero como fecha límite para que el gobierno mexicano diera a conocer los argumentos científicos en los que basó su veto al maíz transgénico.

La lucha del maíz no es un asunto menor, México es el principal cliente de EE UU en este grano, el año pasado adquirió alrededor de 16.5 de toneladas de maíz amarillo, que en su mayoría se trata de maíz transgénico, lo que representó alrededor de 75% de la oferta nacional, en dinero sería alrededor de 5 mil millones de dólares, imagínense que las empresas gringas pierdan esas grandes ganancias, obviamente eso no puede ocurrir, por lo que otra vez, el pueblo sale perdiendo.

Pero, para que estemos más tranquilos, la entrada de maíz transgénico estará a cargo de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), quien es la que otorgara permisos para su uso, lo único que pide es que quienes utilicen el maíz sean honestos y responsables y que lo utilicen únicamente para consumo animal e industrial; algo que sabemos no son las grandes empresas, ¿Quién nos asegura que Maseca, Minsa, FEMSA, Cargill, etc., no utilicen maíz transgénico para consumo humano? Si quieren saber más sobre estas empresas pueden consultar los números 79 y 80 de FRAGUA.

Esa no es la única atribución de la Cofepris, quien coordinará estudios científicos con un protocolo de investigación conjunta con otras instituciones nacionales e internacionales para hacer un estudio sobre el consumo del maíz genéticamente modificado y los posibles daños a la salud. Por lo que ya no seguirá los “malos consejos” del Conacyt y de Víctor Toledo, ambos acérrimos rivales del maíz transgénico y quienes han publicado y compartido varios estudios científicos que demuestran los daños a la salud, al ambiente y a la biodiversidad que provoca el maíz genéticamente modificado y el glifosato que lo acompaña.

Otra cosa que hay que recalcar de este decreto es que “la implementación de alternativas para la sustitución gradual en el país de maíz genéticamente modificado para alimentación animal y de uso industrial para alimentación humana se deberá realizar con base en criterios de suficiencia en el abasto, en congruencia con las políticas de autosuficiencia del país, de conformidad con principios científicos y normas, directrices o recomendaciones relevantes”, con este apartado deja claro que si no hay forma de cubrir la demanda de maíz amarrillo, seguiremos comprando maíz transgénico de los gringos.

Hasta el momento, el secretario de Agricultura de Estados Unidos, Tom Vilsack, señaló que su gobierno está “decepcionado” por este decreto, mientras el jefe de comercio agrícola Doug McKalip, dijo que analiza cuidadosamente las nuevas reglas. Ambos representan los intereses de la clase burguesa trasnacional que controlan el comercio del glifosato y la producción de los maíces transgénicos como la empresa Bayer- Monsanto, Syngenta, entre otras. Y que también hemos hablado en otros números de FRAGUA, sobre su papel como acaparadores del negocio de insumos para la agricultura.

Este decreto nos enseña que el T-MEC es un mecanismo que subordina al país a los intereses del capital trasnacional y que sólo necesitaran enviar sus “observaciones”, sus quejas a un panel comercial, que al final les dará la razón, pues recordemos que se trata de un tratado para el sometimiento y su función es cuidar las ganancias de la clase burguesa. Por lo que es necesario echar a bajo este tratado y todos aquellos que no cuiden los intereses de la clase proletaria.

Otra enseñanza es que se podrán emitir muchos decretos que prohíban la entrada de productos nocivos para la salud humana y el ambiente, pero sin un pueblo que defienda dichos decretos, estos podrán ser modificados a conveniencia de la clase burguesa, por lo que le toca al pueblo organizado luchar por lograr una verdadera soberanía, que sea el pueblo quien decida sobre su destino y sobre el desarrollo del campo.Por ello te invitamos a conocer nuestro trabajo, pues sabemos que la lucha por el maíz es una lucha por la soberanía nacional y por el socialismo.

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