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Metro: Negocios y tragedias

Como hemos mencionado desde hace ya varios años (número 42 de FRAGUA, artículo “La Rata del Metro”) el metro ha tenido históricamente muchos fallos a nivel infraestructura, muchos de ellos generados y aprovechados por las autoridades para subcontratar servicios de empresas privadas y éstas obtuvieran licitaciones que van desde la preparación de alimentos en los comedores del Metro hasta la revisión de los torniquetes, las escaleras eléctricas y la refacción de partes de los trenes.

Es decir, el Estado en lugar de crear una empresa pública capaz de cubrir todos los requerimientos para mantener al Sistema de Transporte Colectivo Metro en buen funcionamiento subcontrata empresas privadas y las enriquecen.

Es el caso de la renovación de la Línea 1 del metro que fue ganada por la empresa china CRRC ZhuZhou Locomotiv por un total de más de 1,850 millones de dólares a pagar en 19 años.

Sin duda, el metro genera ingresos y todos quieren “una parte del pastel”, pero en medio quedamos nosotros, los que todos los días vamos apretados, oliendo humo y sintiendo los frenones. Los que sabemos que muchos de los asaltos son una treta entre ladrones y personal de policía. En medio quedamos también quienes cada vez que buscamos ejercer nuestro derecho a la libertad de expresión y manifestación de las ideas somos acosados por la policía capitalina y las distintas autoridades del metro.

Al mismo tiempo, los últimos acontecimientos donde lamentablemente se volvió a perder la vida de una persona, en este caso una estudiante de la Facultad de Artes y Diseño de la UNAM, han prendido la alerta de las autoridades al barajear la idea de que las fallas no sólo son causadas por el pésimo mantenimiento de 50 años de arbitrariedades (y de los cuales la izquierda tampoco se ocupó en los sexenios anteriores), sino por sabotaje.

Esta idea, que tampoco es descabellada, llevó a la conclusión de aumentar la “seguridad” del Metro incorporando a 6,400 elementos de la Guardia Nacional en las instalaciones del mismo.

Esta situación también alarma a una parte del pueblo, pues sabemos que la salida de aumentar el número de elementos entrenados para matar, con o sin armas, jamás ha sido una buena alternativa para mejorar la seguridad del país.

Esta es la esencia detrás de estas decisiones de gobierno: continuar con las licitaciones en vez de crear empresas estatales efecicaces y eficientes o buscar, al menos, la transferencia tecnológica; y, por medio del aumento de la seguridad vía la injerencia de la Guardia Nacional, mantener al pueblo alejado de su participación en las soluciones frente a los problemas que nos aquejan.

Así, ese discurso de que no se debe hacer caso a los “intelectuales y especialistas” sino al “pueblo” no queda más que en un discurso, pues, al final, se recurre a los “técnicos” privados para mejorar las instalaciones del metro sin un plan para incorporar al pueblo en la solución como lo sería incrementar el número de ingenieros en el Metro o abrir capacitaciones a nivel local e incluso nacional para que la tecnología con que ya se cuenta a nivel mundial sea conocida y utilizada por manos mexicanas dirigidas por una empresa estatal de comunicaciones y transportes.

Tampoco se da una salida ante el posible sabotaje donde el pueblo participe. Se asume que los “especialistas” en la guerra deben ser quienes nos vigilen. Esto aprovechando la coyuntura del “Culiacanazo 2” donde las fuerzas armadas y en especial la Guardia Nacional ganaron aprobación por parte del pueblo para impulsar medidas que sigan militarizando la vida pública como la única salida ante la crisis.

Ante esto ¿qué debe hacer el pueblo? En principio debemos estar conscientes que tanto en el tema de las carencias en la infraestructura como en la seguridad y los posibles sabotajes, nosotros estamos en medio, somos los afectados por el desinterés de todos los gobiernos de resolver los problemas estructurales del metro con base en el esfuerzo de empresas del Estado y no principalmente utilizando capital privado. Por eso, nosotros debemos exigir que las autoridades cumplan con sus mandatos constitucionales, con los derechos humanos.

Debemos modificar la idea de la seguridad como militarización hacia la perspectiva de la seguridad humana donde el Estado no límite, sino ensanche y garantice el ejercicio de los derechos y en el caso del transporte que éste sea uno de calidad, con un costo máximo de $5.00 en todo el país y donde se cree una empresa estatal de comunicaciones y transportes que se encargue del mantenimiento, sostenimiento y creación de infraestructura de transporte y vías de comunicación.

Debemos exigir que se investiguen todos los casos de irregularidades en el metro desde la perspectiva de la seguridad humana y de la dignidad de quienes lo usamos, con un grupo civil y dirigido por civiles de expertos nacionales e internacionales independientes para verificar los casos donde se sospecha han ocurrido sabotajes y se castigue a los autores materiales e intelectuales de dichos actos que atentan contra la vida del pueblo.

Como pueblo es nuestro deber exigir mejoras en el sistema de transporte colectivo Metro y en todo el transporte del país, que se terminen las grandes concesiones de transporte y se creen cooperativas de transporte coordinadas desde el Estado, que sean enteramente públicas y cuyo capital sirva para el constante mejoramiento de las mismas.

La respuesta debe estar en el pueblo, no en los expertos privados y en los expertos en la guerra. Se deben priorizar las condiciones dignas de transporte del pueblo antes que los intereses políticos marcados por la carrera en la sucesión presidencial. Esto sólo lo lograremos si nos organizamos de manera independiente, por eso llamamos a que te sumes a nuestras brigadas informativas en el metro que realizamos desde los tiempos de Mancera  y Peña Nieto, para que seamos más quienes nos organicemos en torno a la lucha por mejorar la calidad de vida del pueblo, por hacer valer y ampliar nuestros derechos, terminar de una vez y para siempre con el neoliberalismo y construir la democracia popular y el socialismo.

Los invitamos a unirse a la OLEP y que seamos entes activos de la transformación radical y profunda de la realidad.

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