Romper con la cadena del miedo
La burguesía funda su dominio sobre la clase proletaria entre otras cosas en el temor al despido, ser despedido del trabajo asalariado es el miedo que todo trabajador tiene, ya que esto significa perder la mínima seguridad de poder comer, pagar renta, sostener a su familia.
La cadena del salario es la cadena del miedo, los trabajadores viven día con día la angustia del despido, saben que para ser despedido no hay reglas, sólo pretextos, y que no hay ley que valga ni autoridad que realmente los proteja del mismo o que siquiera los defienda para obtener la reinstalación o la liquidación justa por su trabajo.
Desde el obrero de la fábrica, el trabajador de limpieza hasta los profesores de universidades públicas y privadas con los máximos grados académicos se ven atenazados por el miedo, miedo que incluso los paraliza sin atreverse siquiera a buscar información sobre sus derechos o capacitarse para defenderlos en el futuro.
Trabajadores sindicalizados o no sindicalizados, formales o informales, que ganan un salario mínimo o hasta cinco salarios mínimos, pocos se atreven a dar su nombre al momento de luchar por sus derechos, pocos se atreven a exigirlos individualmente, ya no se diga atreverse a hacerlo colectivamente; son pocos quienes superan el temor de no ser apuntados en las “listas negras” que dicen los burgueses y el gobierno que ya no existen, pero que todo trabajador sabe que sí.
Organizarse y luchar por los derechos laborales es la peor acción que puede cometer un trabajador “modelo”; organizarse y luchar colectivamente es una afrenta que los patrones castigan con el despido, con la condena a no poder laborar en lo que el trabajador sabe o conoce; los patrones privados o que representan al Estado condenan al trabajador que se organiza y lucha a la estigmatización, a la incertidumbre y angustia permanente de no conseguir trabajo y, sin exagerar, a la muerte por hambre o por enfermedades resultado de esta condena.
Si algo ha quedado más claro en estos tres años de gobierno es que para los empresarios privados y los patrones del Estado, nada ha cambiado respecto al trato hacia la clase trabajadora, los burgueses son igual de déspotas y explotadores, hipócritas que utilizan cualquier pretexto para reducir el salario: por dejar de estar en el outsourcing reducen los salarios, por inscribir en el seguro social, reducen los salarios o simplemente porque se les da la gana descuentan 500 o 600 pesos a trabajadores que ganan 2,100 pesos a la quincena.
La burocracia académica, esa élite que vive del pueblo, somete a los académicos a reglamentos que impiden les den la definitividad en su trabajo como profesores, todas las universidades autónomas son lugares de violaciones permanentes a los derechos laborales de los profesores, sólo los que se “alinean”, sólo los que no se organizan o pertenecen a un grupo político determinado se vuelven profesores con derechos laborales, las universidades autónomas son “islas de impunidad”.
De nada valen los artículos quinto y 123 de la Constitución Política de los Estados Unidos mexicanos, la Ley Federal del Trabajo, los Convenios y Pactos firmados y ratificados por México en el tema laboral. La ley que impera en el mundo del trabajo es la ley del más fuerte, la ley de la clase burguesa, la ley de la burocracia parásita, la ley de la impunidad… y sin embargo, en medio de este ambiente adverso mujeres y hombres, proletarios con instinto de clase y con conciencia de clase proletaria, dan la batalla por sus derechos y los derechos colectivos.
Por estas mujeres y hombres, por estas hermanas y hermanos de clase, por todos estos camaradas es que nuestra organización continúa su labor de formación política, formación cuyo aspecto central es explicar las leyes que rigen en el capitalismo, la defensa y la ampliación de los derechos laborales, partiendo del conocimiento de la realidad económica, política y social y de los derechos que ya ha logrado obtener la clase trabajadora y que no ejerce por desconocimiento.
Para algunos proletarios, el conocimiento de sus derechos laborales es un primer elemento para romper la cadena del miedo, para otros es el encontrarse con otros trabajadores que luchan de manera organizada, para otros su propia experiencia y necesidad de luchar por lo justo es el primer elemento para no dejar que el miedo los paralice.
La lucha de clases existe porque existe la violencia cotidiana de la clase burguesa contra la clase trabajadora, la lucha de clases existe porque existe la explotación de una minoría sobre la mayoría de la sociedad; la lucha de clases existe porque la producción de la riqueza es social y la apropiación es privada en su inmensa mayoría.
Y como existe la lucha de clases deben existir sindicatos y coaliciones con carácter de clase proletarios, independientes de la burguesía y de su gobierno, de la burocracia parásita y de las agencias financiadoras extranjeras; independientes de la influencia ideológica burguesa y pequeño burguesa que ofrece como única vía de acceso a algunos derechos laborales la conciliación, es decir la sumisión a los intereses del patrón.
Es nuestra tarea organizar al proletariado en la lucha por alcanzar mejores condiciones de trabajo y de vida, es nuestra tarea organizarlo para luchar contra las formas neoliberales de relación laboral y contra el capitalismo como origen de la violencia contra la clase trabajadora.
Es nuestra tarea luchar por la democracia sindical, la democracia popular y el socialismo, así como luchar contra la injerencia imperialista.
Nuestra tarea es lograr que nuestras hermanas y hermanos de clase se incorporen a la Organización de Lucha por la Emancipación Popular (OLEP), a la Unión Democrática Independiente de Trabajadoras y Trabajadores (UDITT). Nuestra tarea es buscar la alianza entre los trabajadores del campo y la ciudad.
Nuestra obligación de proletarias y proletarios conscientes es
¡luchar, luchar con dignidad y con el pueblo organizado luchar hasta vencer!