Análisis

Un gran golpe para General Motors

A la chi… el charrismo sindical

Hace poco más de un año mencionamos en las páginas de fragua que la General Motors (GM) podría mantener a todos sus trabajadores mexicanos durante 19 años tan sólo con las ganancias que obtuvo en nuestro país durante el año 2019. También hemos mencionado que GM es una de las 10 empresas que más dinero gana en México (sexto lugar para junio de 2021) sin contar que el sector automotriz tiene la suficiente fuerza política como para volverse “actividad esencial”.

Tan sólo en la planta de Silao se contabilizan 19 trabajadores muertos por Covid-19 y se han hecho múltiples denuncias de trabajadores quienes han sido obligados a laborar estando enfermos o que han sido despedidos por enfermar y guardar cuarentena.

Estas violaciones a los derechos laborales están directamente relacionadas con las ganancias de la empresa pues, al final, los “logros” de la gm se sustentan en la explotación de los trabajadores. Para realizar estos atropellos el sindicato “Miguel Trujillo López” de la Confederación de Trabajadores de México (CTM) dirigido por el senador priísta Tereso Medina Ramírez tuvo mucho que ver, pues mantenía controlados a los trabajadores, negociaba a sus espaldas y apoyaba a la patronal al momento de amenazar o despedir a quienes se oponían a sus políticas.

En este contexto, es un hecho a celebrar que los trabajadores de la gm en Silao aprovecharan la coyuntura abierta por la legitimación de los Contratos Colectivos de Trabajo (CCT) aprobada en la reforma laboral de 2019 y dijeran “no” a continuar con el CCT firmado por el “Miguel Trujillo López” dando un primer paso para quitarse de encima la pesada loza del charrismo sindical.

Este proceso no fue del todo terso ya que el sindicato de la ctm buscó a toda costa evitar la legitimación e incluso llegó a robar las urnas en la primer votación obligando a la reposición del proceso para la cual también alegó que debían respetarse las medidas sanitarias, cosa que no les interesó para negociar el regreso al trabajo en plena pandemia.

Este proceso también demostró que existen intereses distintos a los del trabajador en juego. La legitimación de contratos fue una condición del Tratado entre México Estados Unidos y Canadá (t-mec, antes tlca), así el imperialismo norteamericano se quiere presentar como un “garante de los derechos laborales” cuando, en realidad, busca que sea una forma de presión gracias a la cual pueda tener “observadores internacionales” en los procesos de lucha sindical (así como 150 millones de dólares invertidos en quienes quieran un poco de “democracia sindical”) y así usar los derechos laborales como moneda de cambio cuando les sea conveniente.

Este fue un punto de suma importancia para la votación de Silao pues la demanda de democracia sindical fue impulsada por el sindicato más grande de los Estados Unidos (aliado del actual presidente Joe Biden) y contó con el Instituto Nacional Electoral (INE) y hasta la Organización Internacional del Trabajo (OIT) como garantes del proceso.

Si bien sabemos que estas instituciones no son exactamente la panacea obrera, pues la propia OIT fue creada como un freno a la Revolución Socialista Rusa, también es cierto que la fuerza de los trabajadores pudo aprovechar las contradicciones entre el gobierno de los Estados Unidos que busca someter tanto a nuestro propio gobierno como a la GM (busca que ésta lleve a territorio norteamericano sus plantas o por lo menos aumente las divisas en aquel país) como las contradicciones entre el gobierno federal con los sindicatos priístas a los cuales busca subordinar a sus propias políticas o de plano dejarlos a un lado y ganarse a su base pues saben que ésta podría ser usada por la reacción en las elecciones.

De esta manera, la votación en una planta armadora de Guanajuato se convirtió en un perfecto escenario de la actual política laboral mexicana donde se cruzan los intereses de las masas explotadas, del gobierno y sus políticas burguesas y pequeño burguesas, del imperialismo norteamericano, de las empresas del capital monopolista transnacional y sus aliados de la aristocracia obrera.

En esta ocasión, la táctica fue adecuada para eliminar el CCT de los charros que sólo servía para proteger a la GM. Ahora los obreros han dado un siguiente paso en buscar conformar su propio sindicato, uno que sea independiente.

Sin duda este será un paso complejo ya que, al mismo tiempo, se cruzan los intereses del oportunismo que busca colocarse al frente del proceso dejando a un lado a los obreros que lucharon e incluso fueron despedidos al tiempo que siguen lidiando con un sindicato charro que buscará de nuevo obtener la mayoría de los votos para ganar el CCT y que ha demostrado que no se quedará de manos cruzadas, pues ya ha logrado detener el proceso de legitimación en otras empresas donde tiene el control de los obreros.

Ahora bien, ¿qué debe aprender el movimiento proletario de esta primer victoria? Por una parte que se puede vencer y así como hace un par de años el movimiento 20/32 nos demostró que la movilización y la organización de las masas obreras pueden derrotar a los charros y obtener beneficios que mejoren la calidad de vida del pueblo, esta votación nos enseña que, pese a todo, sí se puede, pero para ello lo primero es vencer el miedo.

También que las contradicciones interburguesas que existen entre las empresas, el gobierno mexicano y el gobierno norteamericano si bien no son irreconciliables pueden ser agudizadas por el pueblo y sacar provecho de las mismas. Una vía para llevar esto a cabo es impulsar la democracia sindical en todos los espacios donde podamos, que esa grieta abierta por una necesidad del capital y que busca mediatizar las demandas obreras nos sirva para mejorar la calidad de vida de nuestra clase y tener mejoras inmediatas.

Al mismo tiempo, es importante expresar que la lucha no puede quedarse únicamente en el campo de lo sindical pues, en ese caso, el oportunismo podrá venir y robar las victorias del pueblo o el imperialismo podrá llegar a repartir dólares, todo con tal de que seamos un dique para la superación del capitalismo y para el propio gobierno federal.

La legitimación del CCT debe servir para organizar, para democratizar sindicatos o crear nuevos que sean independientes, combativos, democráticos y con carácter de clase proletario. Debemos aprovechar la coyuntura, hacerla nuestra y no dejar que el lugar de los proletarios sea tomado por el oportunismo, los neocharros o los imperialistas, ya que sólo la clase trabajadora consciente será la que luche por verdaderas mejoras inmediatas y duraderas; por democracia sindical, popular y por el socialismo.

¡Trabajo digno, salario justo y seguridad social!

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