Los gobiernos piden, el pueblo paga
La deuda mundial
Usted debe la impagable cantidad de $107,145 pesos. Cada uno de sus familiares y amigos también. No soy cobrador de Elektra. Pero en serio… cada mexicano debe esa cantidad. Es más, un recién nacido la debe. Y es verdad que usted nunca pidió ningún dinero prestado ni yo ni el bebé, pero créame que lo debemos. ¿Ha escuchado hablar de la deuda pública nacional? Pues bien, algunos neoliberales dirán que ese dinero más bien lo debe el gobierno, y tendrán razón. Pero lamentablemente, a fin de cuentas, sabemos que el pueblo paga.
Advierto que este articulista no tiene título académico en economía. Así que me preocupé cuando me asignaron la labor de escribir un artículo sobre la deuda mundial. Sin embargo, esa era mi tarea, y había que escribir lo mejor posible para que yo mismo, mis compañeros y cualquier lector pudiera entender mejor este problema, y sobre todo para que pudiéramos organizarnos para hacer algo al respecto. Entonces, le cuento lo que aprendí, pero le advierto que al final mi preocupación, en vez de disiparse, se profundizó.
¿Qué es la deuda mundial?
Antes que nada, debo confesar que el mundo de la deuda resulta complejísimo para la mayoría de nosotros, pero no porque prestar y cobrar dinero sea difícil. El ser humano lleva haciendo esa actividad miles de años, usted y yo lo hacemos sin mayor problema al nivel de nuestra economía doméstica. Sin embargo, en el capitalismo actual la cantidad de agentes en el mercado financiero es inmensa y, por lo tanto, la cantidad de transacciones lo es aún más. Además, los movimientos de dinero son opacos, los bancos, fondos de inversión, empresas, organismos internacionales y gobiernos dificultan la comprensión del mercado financiero con infinidad de términos y categorías que parecen para iniciados en un oscuro culto.
Vamos paso a paso. Por ahora, es necesario saber que la deuda mundial se compone de deuda privada y deuda pública. La privada es la de cualquier persona o agente privado (bancos, empresas, personas). La pública es la que contraen los gobiernos, por ahora hablaremos de esta última.
La deuda pública mundial es entonces la suma de todo el dinero que deben los gobiernos del mundo. Para 2022, se estima que asciende a 92 trillones de dólares (USD). En español, esos trillones se traducen como billones; en números, hablamos de 92,000,000,000,000 dólares.
Nominalmente (es decir considerando el mero número), según la Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y Desarrollo (UNCTAD), México debe unos 792 miles de millones de dólares, con lo que ocupa el 12º lugar mundial. La lista la encabezan Estados Unidos (30,985 miles de millones USD) y China (13,955 miles de millones USD). En el top 10 se encuentran Japón, Reino Unido, Francia, Italia, Alemania, India y Brasil, entre otros.
Otra forma de medio imaginar estas colosales cantidades de dinero es comparativamente. Por ejemplo, se puede comparar la deuda con el valor en dinero de lo que se produce (PIB). Algunas fuentes dicen que, a nivel mundial, la deuda pública equivale al 102% del valor de la producción. EU presenta un porcentaje de 129% respecto a su PIB y México del 56% de su correspondiente producción. También se puede pensar la deuda per cápita (por cabeza) dividiéndola entre la población, como al inicio del artículo.
Pero no quiero aburrir con demasiados datos. Más importante es qué aprendí de ellos. 1) Que no sólo los países pobres (en vías de desarrollo, subdesarrollados, como quiera llamarles) deben. Es más, los países más industrializados deben más. Pero el nada pequeño 30% de la deuda mundial la deben los países en desarrollo. 2) Que los países funcionan en deuda: deben gran parte de lo que generan o hasta más. Es decir que este vivir endeudados no es una irregularidad del sistema, sino que es parte misma del funcionamiento del capitalismo. La deuda juega un rol en las crisis económicas, las cuales no son irregularidades del capitalismo, sino partes inherentes a él.
¿A quiénes les deben los gobiernos?
Esta es la pregunta del millón. De antemano, le puedo decir que me parece que sólo los bancos centrales, si a caso, conocen bien a bien sus cuentas y por supuesto, o bien éstas no son completamente públicas o es difícil entenderlas. Por lo demás, cuando uno busca este tipo de datos se enfrenta a diferentes cifras, de diferentes fuentes, que desglosan las deudas en criterios distintos y que muchas veces no son explicados del todo. No dudo que haya economistas que comprendan bien la composición de las dudas públicas, pero la información dista de ser clara para el común de la gente.
Dicho lo anterior, la deuda pública suele dividirse en dos grandes grupos, la interna y externa, aunque dicha división no ayuda mucho al pueblo a entender este problema económico. La interna es la que adquiere el gobierno con una empresa, banco o persona que reside en su territorio. La externa es la que se adquiere con alguien que reside fuera. Digo que no tiene mucho sentido porque el capital va y viene sin fronteras. Un día construyen una fábrica Tesla en México y “afluyen” los capitales, crecen empresas nacionales, se fundan sucursales de empresas extranjeras en la nación, etc. Otro día Tesla ve que es más rentable explotar trabajadores en Asia y saca el capital, entonces quiebran otras empresas y nos quedamos sin trabajo. La diferencia que realmente importa a los grandes prestamistas es en qué moneda se paga la deuda.
Dentro de la deuda externa por ejemplo tenemos las más famosas e infames, las contraídas con los llamados organismos internacionales, cuyos principales representantes son el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Estas deudas conllevan los llamados ajustes estructurales, que son básicamente la implementación forzosa de medidas neoliberales en el país deudor, tal como pasó en México y en muchos otros países. No obstante, la mayor parte de la deuda pública no la tenemos con esos organismos. Resulta que la mayor parte de la deuda pública mundial es contraída mediante bonos. Intentaré explicar cómo funciona esto.
Un gobierno obtiene dinero mayormente de impuestos, pero también puede ingresar algo mediante empresas nacionales y algunas otras fuentes, como las multas. Sin embargo, para que el dinero le alcance recurre a la deuda. Aquí entran los bonos, que no son otra cosa que pagarés, que se ponen a la venta, ya sea interna o externamente (mercado de capitales). En este punto todo se vuelve caótico porque usted mismo puede comprar bonos, pero también los bancos, empresas, fondos de inversión y demás agentes, nacionales o internacionales. Para complicarlo más, un gobierno puede adquirir deuda consigo mismo, es decir una dependencia debe a otra; por ejemplo, en EU casi 40% de su deuda pública tiene por acreedor a su mismo gobierno federal. Esto funciona así en términos generales a nivel mundial, aunque cada país adicionalmente tiene regulaciones internas. Cabe señalar que la mayor parte de la deuda pública mexicana es a cuenta de los bonos.
Aunado a lo anterior, un gobierno adicionalmente puede endeudarse por otras formas: directamente con la banca comercial, con comercio exterior (entre gobiernos a través de bancos nacionales o con garantía de alguno de ellos), etc.
Más aún, sabemos que todo préstamo conlleva un interés. En el sistema financiero, lo más común para pagar esos intereses es que se solicite otro préstamo. Entonces, el capital entra en un ciclo en el que una deuda se paga con otra deuda. Es como cuando alguien paga una tarjeta de crédito con otra, solo que a nivel mundial esto ocurre mediante una cantidad interminable de transacciones. ¿Cuándo se paga todo? Nunca, según dicen los expertos esto es matemáticamente imposible. Tal es el llamado sistema financiero mundial.
Entonces, ya en serio, ¿a quién se le debe la deuda pública mundial?
Todo este embrollo es un agujero sin fondo, lleno de datos, cifras y especificidades. Sin embargo, todos podemos comprender el problema detrás de tan mañosa complejidad financiera. La historia va así.
Recordemos que un gobierno obtiene ingresos principalmente de impuestos y deudas. Al hablar de deuda, el gobierno pone a la venta sus bonos. ¿Quiénes compran bonos? Pues quienes pueden comprarlos; es decir, en su inmensa mayoría las grandes empresas y bancos. ¿Y quiénes son dueños de esas grandes empresas y bancos? Los ricos, la gran burguesía, ese 1% de la población mundial que posee la mitad de la riqueza que se produce en todo el mundo.
Para profundizar un poco más, vale la pena preguntarnos, ¿qué es un gobierno? El marxismo nos enseña que, contrario a lo que generalmente nos dicen, los gobiernos no surgen por acuerdos democráticos entre todas las personas de un país, por tanto su trabajo no es asegurar una buena vida para todos sus ciudadanos. El marxismo nos enseña lo que verdaderamente son los gobiernos: una extensión de la clase dominante, juntas que administran y velan por los intereses de esa clase dominante llamada burguesía.
Claro que al interior de la misma burguesía y su gobierno hay fuertes pugnas, y si no estamos atentos podríamos que pensar que esas diferencias prueban el carácter democrático del Estado. Lo cierto es que, a fin de cuentas, existe el interés conjunto de gobierno y burguesía: que el sistema capitalista siga funcionando, que no haya un cambio radical que nos permita a todos vivir dignamente.
¿Quién paga la deuda pública mundial?
Esta pregunta es fácil, el pueblo la tiene clarísima: usted, yo, los pobres, los trabajadores, los campesinos, el proletariado.
Piense esto. A lo largo del mundo, el proletariado no elige a sus gobernantes, jugamos su falso juego electoral pero realmente no tenemos opciones que representen nuestras mayores necesidades. Los gobiernos entonces se endeudan a sus anchas. Encima de eso, en países como México durante el neoliberalismo ese dinero va a parar a los bolsillos de los corruptos. Luego, el gobierno pide más para pagar la deuda. La opción para el gobierno es simple: usar sus recursos para pagar deuda o usarlo para atender las necesidades básicas de su pueblo. Los intereses suben, la deuda se vuelve impagable. El gobierno corta gastos en obras públicas, seguridad social, salud, educación, programas sociales. La UNCTAD estima que 3,300 millones de personas viven en países que gastan más en intereses de deuda que en salud y educación. A menudo los gobiernos también aumentan los impuestos, aunque los ricos siempre consiguen pagar menos.
Encima de eso, el pueblo ni siquiera sabe bien cuánto debe. Los medios de comunicación y los gobiernos presentan datos a su conveniencia, comparando la partecita de deuda total que les conviene según uno u otro objetivo político. Sacan notas alarmantes o esperanzadoras, sin explicar a fondo la cuestión.
Decía pues que desconocemos qué hacen con nuestro dinero. Así es, el dinero del mundo es nuestro porque nosotros le damos su valor. Nuevamente, el marxismo nos enseña que el dinero no es sino la representación del valor de un producto. Y ese valor de cada producto, de cada cosa elaborada por los seres humanos, se mide por la cantidad de trabajo necesario para crearla. Y quienes trabajamos somos los proletarios; sin nuestro trabajo el dinero no es otra cosa que pedacitos de papel.
Conclusiones: ¿qué hacer?
Para finalizar, le comparto algunas conclusiones económicas y políticas. Primero, la deuda no se terminará de pagar. Es parte importante del capitalismo, porque permite su desarrollo, permite que los capitales circulen, se acumulen en manos de pocos, y que el proletariado permanezca explotado y desmovilizado. En este artículo hablamos únicamente de la deuda pública, dejamos de lado la deuda privada, pero ambas están relacionadas y tienen el mismo fin: perpetuar el capitalismo, que es lo mismo que decir mantenernos explotados y viviendo indignamente.
En el ámbito político, nos preguntamos entonces qué hacer. Si queremos ir a fondo en la resolución de nuestros problemas, en la búsqueda de nuestros intereses de clase, la deuda nos enfrenta con la solución de acabar con el capitalismo, pero para construir otro modo de producción que beneficie a la mayoría de los habitantes del mundo. Esto se mira lejano, pero todo trecho comienza con un primer paso.
En nuestro caso como organización, esos primeros pasos que proponemos se encuentran en nuestro Programa Mínimo de Lucha (PML). Los puntos relacionados con el problema de la deuda pública son los siguientes (en cursivas los más estrechamente vinculados). Punto 2: Expropiación de los grandes medios de producción. Punto 3: Recuperación de la soberanía nacional y control por parte del gobierno de nuestros recursos naturales para el beneficio del pueblo. Punto 5: Impuesto progresivo a la ganancia de los grandes empresarios. Punto 6: Renacionalización de la banca. Punto 9: Garantizar los derechos a la salud y la seguridad social.
Estos puntos son primeros pasos, asequibles incluso dentro del capitalismo. Son las primeras banderas que el pueblo debe enarbolar. Incluso en la situación actual mexicana, con un gobierno progresista como el de López Obrador, estos puntos nos sirven para tener una brújula sobre nuestras exigencias para profundizar verdaderamente la transformación. Acaso usted objetó en esta lectura, con justa razón, que el gobierno actual ha avanzado en el pago de deuda externa, que han renegociado los intereses. Y tiene razón, es mejor deber menos. No obstante, es necesario recalcar que mientras no haya una mira y una ruta para dejar atrás el capitalismo, medidas como las de AMLO o incluso otras más radicales como luchar por la anulación total de las deudas serán insuficientes, pues eventualmente el capitalismo restablecería la misma situación. Y lo mismo aplica para los puntos de nuestro PML, se quedan cortos sin el objetivo a largo plazo de luchar por dejar atrás el capitalismo y construir el socialismo. No obstante, el PML nos da un horizonte de lucha inmediata, en él podemos ver en qué se queda corto el gobierno en turno. Lo invitamos a consultarlo en el enlace (tinyurl.com/2vtnvbvw) y sobre todo a luchar a nuestro lado.
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